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¿Qué pasa cuando deseamos una niña y tenemos un varón?

Tu corazón quería que fuera una niña, pero la genética decidió lo contrario. No son pocas las madres que desean una niña y que sienten decepción cuando se enteran de que tendrán un varón. Decepción, sí, con todas las letras… pero también vergüenza. Porque, por desgracia, la sociedad en la que vivimos coloca una presión excesiva sobre las madres, quienes deben indefectiblemente estar seguras desde el momento uno de todo lo relativo a su bebé.

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Quizás haya, además, aspectos relativos a la misma historia y crianza de la mamá que también se pongan en juego en este deseo ferviente de que sea de uno u otro sexo. Hoy ahondamos, entonces, en lo que sucede cuando deseamos una niña y tenemos un varón.

Aceptar las emociones

Imagen Shutterstock

«Que sea sanito, lo demás no importa», dicen algunas mamás. Y qué hermoso experimentar ese sentimiento genuino que expresa una indiferencia por el sexo. Pero, seamos sinceras, la mayoría guardamos secretamente una preferencia, aunque sea mínima, del sexo del bebé. La diferencia radica en que algunas viven sin problema el hecho de enterarse de que será, por ejemplo, varón, mientras que otras lloran en silencio.

Enseguida la decepción se tiñe de otro color y aparece la culpa desde las profundidades para completar el cuadro. ¿Será tan negativo querer un sexo sobre el otro? ¿Realmente se perjudica al niño con ese tipo de deseos? Pues ninguna mamá es ni mala ni buena por querer un sexo u otro. Aceptar las emociones que aparecen (sumadas al torbellino que ya se vive durante el embarazo) es un proceso primero de amor propio y, en segundo lugar, de amor hacia nuestro hijo. Es probable que estas emociones nos estén mostrando una luz para ahondar en nosotras mismas.

Bucear en las propias profundidades

Expertos en la materia aseguran que muchas mujeres asumimos a priori que somos capaces de relacionarnos mejor con un sexo que con otro. En esta presunción resalta tanto el vínculo que la madre ha tenido con sus propios padres como su crianza.

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La visión sobre los varones que podamos haber visto, las historias que hemos escuchado, incluso el haber crecido solo con hermanas mujeres, entre tantos otros factores, influencian en gran medida nuestra mirada actual del mundo y, en consecuencia, nuestro deseo de (en este caso) tener una niña. Observar estos hilos ocultos y desenredarlos será de gran ayuda a la hora de superar esa culpa por haber deseado un sexo sobre el otro.

Confía en ti

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Durante el embarazo, los únicos datos que tenemos del bebé son los relativos a su estado de salud y al sexo. Una vez que nace, la madre naturaleza nos tiende sus brazos. En el momento del nacimiento y los días posteriores, las mujeres liberamos una hormona poderosa llamada oxitocina, también conocida como « la hormona del amor», que genera de forma natural ese sentimiento de «enamoramiento» con el bebé, sea cual sea su sexo.

Una vez fuera, comienza el conocimiento mutuo madre-hijo, que implica ir descubriendo no solo su físico, sino también rasgos de su personalidad. Durante este proceso, los sentimientos de culpa son arrollados por un huracán de amor profundo por el bebé, independientemente de su sexo.

En definitiva, se trata de enfrentarnos y no negar aquellas emociones que afloran durante el embarazo. No hay sentimientos correctos o incorrectos, sino oportunidades de conocernos más y de indagar en nuestro interior. Es increíble, pero ya desde la panza nuestros hijos nos brindan su luz para redescubrirnos y crecer.