Cuando pequeños, le temíamos a la oscuridad. Allí era donde se ocultaban las brujas más malvadas y los monstruos más horripilantes. El tiempo transcurrió, y dejamos de creer en la existencia de tan terribles seres, pero el miedo a la oscuridad, no obstante, ha permanecido inmutable. Cabe preguntarnos, entonces, ¿por qué le tenemos miedo a la oscuridad?
¿Por qué tenemos miedo a la oscuridad?

El origen

Para comprender la verdadera causa de este temor, es necesario remontarnos a nuestros orígenes. Cuando nuestros antepasados aparecieron por primera vez sobre la tierra, se encontraban en una posición de gran vulnerabilidad. De hecho, estaban expuestos no solo a las inclemencias del tiempo, sino también a la perpetua amenaza de los depredadores. Además, la noche, ante la ausencia de electricidad, los dejaba ciegos y los imposibilitaba de reaccionar y defenderse del peligro omnipresente.
Mal de todos

A ningún ser humano, entonces, le es indiferente la oscuridad. Sus repercusiones sobre nosotros varían de acuerdo a nuestro carácter y a las circunstancias. Así, a causa de este temor, hay quienes desarrollan dificultades para dormir o, más comúnmente, padecen ansiedad. La aparición de esta última emoción no es nada sorprendente, dado que juega un rol muy relevante en nuestro comportamiento, en tanto que agudiza nuestra habilidad para manejar el estrés y mejora nuestra capacidad de reaccionar frente a una situación adversa.
Como vemos, el miedo a la oscuridad no es una cuestión que afecta a unos pocos. Por el contrario, este temor es propio de la mismísima raza humana y se lo debemos, ni más ni menos, a nuestros queridísimos antepasados prehistóricos.









