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One Dollar Glasses: la organización de caridad que le devuelve la vista a los más necesitados

Suzanna Marciel viajó en bote durante 5 horas y después hizo el resto del trayecto a pie solo para conseguir un par de lentes. ¿Por qué? Ella vivía en un pueblo perdido en el Amazonas y su visión ya no le permitía ganarse la vida.

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Los que tenemos un problema de visión sabemos lo difícil que puede ser transitar un mundo entre nieblas. Sin embargo, tenemos el privilegio de poder ir a un oculista para solucionar nuestros problemas, pero para personas como Suzanna comprarse lentes es muy difícil y, a veces, ni siquiera tienen un profesional en su zona.

Por lo menos así era su situación hasta que, en 2014, la organización alemana One Dollar Glasses viajó a distintas partes de Brasil para ofrecer una solución novedosa a sus problemas: lentes de 1 dólar. Por culpa de su visión había perdido su fuente de trabajo, pero 10 años después, pudo empezar a coser y ganarse la vida de nuevo. 

Héroes que usan lentes

Martin Aufmuth es profesor de matemáticas y física en Erlangen, Alemania y en 2009 leyó un libro que le cambió la perspectiva del mundo y lo inspiró a inventar algo que podría cambiarle la vida a muchas personas. En el libro « Cómo acabar con la pobreza», Paul Polak habla de la importancia de inventar un par de lentes baratos para las personas que viven con menos de 1 dólar por día. 

«Pensé que era una vergüenza que aún no existiera una cosa así», explicó Aufmuth en la página web de la organización, «¡pero un par de días después vi lentes por 1 euro en una tienda!, y me pregunté: ¿cómo puede ser que en un país rico como Alemania hayan lentes a la venta por 1 euro y no es posible que los haya en los países pobres?»

El resto, como dicen, es historia. Durante los siguientes 3 años se dedicó a investigar materiales y desarrollar una máquina para hacer lentes económicos. Al final terminó con un equipo que puede doblar cables de acero para dar forma a los lentes y que es tan pequeño que puede entrar en una caja de madera del tamaño de un maletín. Además no requiere electricidad, así que es ideal para que las personas en las zonas más remotas del mundo lo puedan utilizar. 

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Con el prototipo hecho solo faltaba la prueba y, en 2012, marchó camino a Uganda cargando tres máquinas, varios kg. de alambre y vidrios de policarbonato. Pensó que su experimento iba a ser un fracaso, pero fue todo lo contrario.

«A la mañana siguiente habían alrededor de 800 personas acampando frente a las puertas del hospital de Kasana», explicó, «5 practicantes me estaban esperando, ansiosos por aprender. Durante los siguientes 14 días, les enseñé a producir lentes con mi máquina y, a la vez, les dimos lentes nuevos a 500 niños, adultos y ancianos».

Después de esa experiencia la organización siguió llevando su invento a países como Brasil, Malawi, Ruanda y Benin, entre otros, y no solo le dieron la posibilidad de ver a miles de personas, sino que dieron empleo a otras. Las personas que aprendieron a manejar las máquinas pueden ganarse la vida con ellas. Un lente solo cuesta 1 dólar para hacerse y se venden por 2 o 7 dólares. De esa forma la ayuda que brinda la organización no se termina cuando se van del país, sino que permite que alguien pueda vivir de eso. 

El único problema es que la máquina más los materiales cuestan 2400 euros y eso en los países en los que ellos trabajan es una pequeña fortuna, por eso el costo se cubre por completo gracias a las donaciones. Pero después de eso los costos se pueden cubrir a sí mismos, según Aufmuth: «3 o 4 personas pueden producir entre 5 y 10 mil pares de lentes por año». 

Un problema invisible

La pobreza viene acompañada de un montón de sutilezas y detalles que pasamos por alto. La pobreza está plagada de problemas invisibles para los que no los vivimos y que separa del resto a los que sí.

La falta de acceso a cosas básicas, como lentes o higiene, mantiene a millones de personas fuera de las escuelas y la vida laboral, perpetuando así el ciclo de pobreza. ¿Sabías, por ejemplo, que 1 de cada 5 chicas en la India abandona la educación porque no tienen acceso a toallas sanitarias? Empezar por aliviar las dificultades más pequeñas puede terminar cambiando la vida de muchas personas.

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Un estudio realizado en China sugiere que dar  lentes a los niños que los necesitan puede mejorar tanto su rendimiento como pasar medio año más en clase. Sin embargo, hay 150 millones de personas en el mundo que tienen problemas de visión y no pueden conseguir ayuda.

Sin lentes los niños no pueden aprender y los adultos, como Suzanna, no pueden trabajar ni ganar dinero para mantener a sus familias. La Organización Mundial de la Salud estima que se la productividad perdida en el mundo llega a los 269 mil millones de dólares.

En África Subsahariana solo el 5 % de las personas con problemas de visión tienen lentes. El resto ni siquiera tiene acceso a un oculista u oftalmólogo. En Ruanda, por ejemplo, hay 11.4 millones de personas, pero solo 11 oftalmólogos.  

Por eso personas como Martin Aufmuth  son tan especiales y la prueba perfecta que para cambiar la vida no necesitas un gran despliegue ni invertir millones de dólares, con una solución tan sencilla y barata como un par de lentes puedes modificar el camino de incontables personas.