Si bien el Internet han roto con las fronteras culturales entre países, además de que han servido como plataforma de inclusión y de visibilidad para grupos oprimidos, las redes sociales como Twitter y Facebook sirven también como cuna para el odio y el bullying virtual.
Mon Laferte: Te amamos y eres bienvenida en México

Es muy fácil escudarse tras un monitor para criticar e insultar, sin embargo hay que dejar claro en que el odio virtual es odio real, detrás de cada troll y de cada comentario hater está una persona, no un algoritmo que agrede y amenaza al azar.
También es fácil poner el pretexto de que tirar hate es "broma", o que es "puro coto" cuando se trata de convocar al acoso virtual.
Por ejemplo, el sujeto que creó el evento en Facebook denominado " Marcha para sacar a Mon Laferte de México" en el que explícitamente dice que quieren "regresar a Mon Laferte a su natal Chile, con vuelo pagado (cooperacha)", declaró en una entrevista que "es cotorreo, como decimos en México, una broma”.
Sin embargo, se trate de "cotorreo" o no, este tipo de publicaciones destapó una vez más el racismo que tenemos en México, los comentarios de los interesados en la marcha, así como los detractores de la cantante han evidenciado una vez más la doble moral que existe en el país con respecto a la migración.
Y los comentarios no son una "broma".
Nos quejamos y nos ofende el racismo promovido por Donald Trump que dice que los mexicanos somos "aprovechados" y que sólo invadimos Estados Unidos para sacar ventaja de él, el mismo Trump que se ha encargado de hacernos saber que expulsará de su país a todos los mexicanos que le sean posibles gracias a sus políticas migratorias.
Sin embargo cuando se trata de México hay quienes se dedican a decir que Mon Laferte "lucra" con nuestra cultura y "profana" nuestros trajes típicos, además de que los "latinoamericanos utilizan a nuestro país como trampolín".
Mon Laferte ha sido muy criticada por algunos grupos en redes sociales por el simple hecho de utilizar elementos característicos de la cultura mexicana como los vestidos bordados a mano de la etnia zapoteca en Oaxaca.
Para algunas personas es ofensa que una persona extranjera admire nuestra cultura. Les ofende que Mon Laferte haga lo que muchos de nosotros nunca hemos hecho: poner en alto el trabajo de las mujeres zapotecas al portar uno de sus vestidos hechos a mano.
La verdad es que casi nadie utiliza estos preciados vestidos en galas, sin embargo les molesta que Mon lo haya hecho por el simple hecho de no tener un papel que la acredite como mexicana.
¿No les parece este un discurso retomado de Donald Trump que tanto nos molesta?
El único "pecado" de Mon es haber nacido en Chile. ¿Algún otro?
Para quienes exclaman y excusan su odio hacia Mon Laferte porque es "imitadora" del estilo de la cantante británica Amy Winehouse, ¡vaya! La misma Amy alguna vez dijo que ese look era usado por las mujeres estadounidenses (su peinado de colmena) en los años 60. Así que nadie ha inventado nada, todos nos inspiramos en alguien.
El estilo de Winehouse ha sido inspiración para muchos diseñadores de moda como Karl Lagerfeld, Michael Kors y Jean Paul Gaultier que retomaron elementos característicos de Amy para resaltarlos en sus colecciones. ¿Hay algo de malo en eso? ¿Alguien los criticó por inspirarse en ella?
El caso de Mon Laferte tristemente es muy significativo, pues refleja la cruda realidad que vivimos como país. La cantante realmente no ha hecho absolutamente nada malo para que la gente la odie, no se ha metido en escándalos, tampoco es promotora de chismes, al contrario, es una artista sencilla (y me consta porque alguna vez la traté personalmente) que simplemente ha demostrado su amor y admiración por nuestro país.
Muchos excusan su odio tras una "apropiación cultural de México" por parte de la cantante, sin embargo olvidan que las fronteras las trazamos nosotros. Si bien la cultura define a un país, también lo define su gente. No hay motivo para seguir ejerciendo un hipócrita nacionalismo que sólo divide y de generar racismo. No hay motivo para seguir creyendo que un papel o un muro nos definen como personas.
Nadie obliga a nadie a que ame la música de Mon, en gustos se rompen géneros, tan fácil que es ignorar a alguien si no te gusta su música o su forma de vestir, tan fácil que es no comprar sus discos y ya. ¿Realmente hay necesidad de promover el odio? ¿No es suficiente el racismo del cual somos objeto los mexicanos? ¿Por qué hacer lo mismo de lo que tanto nos quejamos?
No me queda más que decir que: Mon Laferte, te amamos y eres bienvenida en México.
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