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Meditación del corazón

La meditación del corazón puede ser realizada por cualquier persona, y sus beneficios repercutirán tanto en ella misma como en sus relaciones con los demás, volviendo más genuino el amor para otorgar y preparando el alma para recibir el afecto.

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Para comenzar es necesario masajear el pecho durante algunos minutos. El pecho debe estar flojo y distendido, y nosotros también tenemos que sentirnos suaves y relajados. Entonces, cuando el pecho esté preparado adoptamos nuestra posición más cómoda y damos inicio a la meditación.

Durante la misma la inhalación y la exhalación deben ser profundas. Cuando inhalamos nos llenamos de aire para luego relajarnos durante la exhalación, haciendo que el aire salga tanto por la nariz como por la boca.

Ahora nos focalizamos en el centro del pecho. Es nuestro corazón el que centra nuestra atención, y a la vez el órgano fundamental de nuestro cuerpo. Imaginamos que respiramos desde el corazón, recibiendo energía divina al inhalar, armonizando nuestro cuerpo y desechando lo desarmónico durante la exhalación.

Es importante dejarnos llevar por los sentimientos que vayan surgiendo durante este proceso, durante el cual atendemos a nuestro latido del corazón.

Unos quince minutos diarios bastan para aprovechar los beneficios de la meditación del corazón.