La práctica de comerse la placenta después del parto se ha vuelto una especie de moda después de que varias celebridades estadounidenses lo llevaran a cabo. Frente a ello, varias investigaciones se han ocupado del tema, en donde parece quedar claro que la placentofagia no reporta beneficios, sino todo lo contrario.
La comunidad científica advierte: no debes comerte la placenta después del parto


En este caso, la advertencia fue publicada por especialistas en un informe semanal sobre morbilidad y mortalidad de una institución estadounidense que se encarga de la prevención y el control de enfermedades.
Comer la placenta es peligroso para la salud

La idea de comer la placenta después del parto nace de los supuestos beneficios que le aporta a la madre para mejorar la lactancia o aumentar los niveles de energía. La práctica, conocida como placentofagia, es una costumbre de varios pueblos alrededor del mundo en donde la tradición lleva a las madres a comer crudo, hervido o asado, el saco que antes contuvo al bebé en el vientre.
También existen especies animales que comen la placenta, aunque probablemente su intención no es cuidar su salud sino evitar dejar rastros que permitan a los posibles depredadores saber que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Las placentas de los animales pueden brindarles además varias hormonas buenas, pero el organismo de ellos es demasiado diferent e al nuestro como para tomarlos de inspiración.
No obstante, en Estados Unidos, la práctica se sigue dando, aunque con técnicas mucho más innovadoras o menos impresionantes, en donde la placenta es reducida a una especie de polvo que luego es puesto dentro de una cápsula, que será la que la madre tomará a modo de píldoras hasta 3 veces al día.
Los especialistas afirman que comerse la placenta, además de no tener efectos positivos para la lactancia, puede ser nocivo para la salud del bebé. Las infecciones virales o bacterianas son una amenaza más que real, además de la cantidad de toxinas u hormonas de la placenta, producto de la acumulación durante el embarazo, que se podrían estar consumiendo.
Los médicos afirman además que, en el caso de que se decida cocinar la placenta, se la debe cocinar lo más asada posible, del mismo modo que lo hacemos con la carne de los animales. La carne o la placenta siempre es más peligrosa mientras está más cruda. La placenta puede incluso contener concentraciones de sustancias metálicas peligrosas. Muchas madres han reportado, después de consumir las cápsulas, dolores de cabeza, que pueden estar asociados a la concentración de esos metales.
También, los especialistas destacan que se debe calentar la placenta a una temperatura lo suficientemente alta como para eliminar a todas las bacterias. Los especialistas sugieren no confiar demasiado en las técnicas de encapsulamiento de la placenta pues un estudio encontró un caso en donde una placenta no había sido calentada lo suficiente como para eliminar las bacterias antes de ser encapsulada.
Por supuesto que, como en casi todas las prácticas, la motivación de quienes promueven la placentofagia no es siempre una motivación médica sino una motivación económica. Las personas tratan de aprovechar que las madres piensan en el bien de sus bebés, para venderles un supuesto producto maravilloso (la encapsulación), que puede costar hasta $ 400 dólares, según indica el doctor Amos Grünebaum, el director de la investigación.
El caso de un bebé con la bacteria Streptococcus

En el informe sobre esta polémica práctica se cuenta incluso un caso en donde un bebé comenzó a mostrar problemas respiratorios después del nacimiento. El bebé fue hospitalizado hasta que las dificultades cesaron, cuando lo enviaron nuevamente a la casa. Pero el bebé volvió a ser hospitalizado un tiempo después, a causa de la misma infección bacteriana.
Los médicos descubrieron, después de que el bebé fuera internado en el hospital por segunda vez, que la madre tomaba 3 veces al día unas píldoras de placenta deshidratada que se había mandado a hacer con una empresa especializada en ello. Los médicos analizaron las cápsulas descubriendo que tenían la misma bacteria que había enfermado al bebé.
La teoría de los médicos sobre este caso es que la madre habría transmitido la enfermedad al bebé mediante la lactancia. El bebé fue enviado nuevamente a casa después de 14 días. La bacteria era una bacteria de estreptococo. La bacteria de estreptococo puede causar en los recién nacidos problemas que van desde infecciones en la sangre o en la piel hasta neumonía o meningitis.
Los médicos insisten: no comas la placenta después del parto, además de no tener beneficios puede ser un gran peligro, tanto para tu salud como para la salud del bebé. Pero si aún planeas hacerlo, recuerda cocinarla bien o solicitarle a la empresa de encapsulación de placentas que la cocine a la temperatura necesaria para matar a las bacterias, como se hace con la carne para la comida.
La consulta con médicos especialistas que no estén asociados a la empresa de encapsulamiento de placentas también es una parte importante del proceso, pues son los que podrán brindarte la opinión médica objetiva más exacta o sugerirte posibles precauciones. Pero la opinión generalizada es bastante clara: no te comas la placenta.
¿Qué opinas sobre la placentofagia? ¿Crees que comer la placenta reportará algún beneficio a la madre, aunque los médicos digan lo contrario?
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