Y así, mientras cebaba mate, Gabriel me contó su historia.
Gabriel es hijo de desaparecidos y todavía busca a su hermano: Conocé su historia


Mi nombre es Gabriel Eduardo Corvalán Delgado y puedo contarte mi historia porque sé quién soy.
Gabriel tenía 2 años y su hermana Mariana 3, cuando el 22 de julio de 1976 un grupo de militares irrumpió de forma violenta en su casa en el barrio porteño de Caballito.
A él y a su hermana los llevaron a la casa de sus vecinos, a Nora, la abuela materna de ellos, la dejaron inconsciente en el suelo; y a sus papás, Mónica Eleonora Delgado y Eduardo Benito Francisco Corvalán, los secuestraron.
Gabriel y Mariana quedaron al cuidado de sus abuelos y siempre supieron la verdad: que sus papás estaban desaparecidos. No comprendían muy bien lo que eso significaba, para ellos simplemente era no tener mamá ni papá.
Como método de protección de sus abuelos, no se hablaba mucho del tema y no se criaron ligados a los organismos de Derechos Humanos.
Lo que predominaba en los medios de comunicación de la época era una línea editorial conservadora que omitía por completo los asesinatos perpetuados por la última dictadura militar y si se mencionaba, siempre surgía excusa de “algo habrán hecho”.
La sociedad miraba para otro lado y nadie se hacía cargo.
Con el paso del tiempo fueron comprendiendo y queriendo indagar cada vez más, pero no era tarea nada fácil. Si bien las Abuelas de Plaza de Mayo iniciaron la búsqueda en el año 1977, no se hablaba mucho del tema y la falta de información y las recurrentes trabas burocráticas por parte del Estado y la Justicia, hacían que no quisieran buscar más.
La vida de los hermanos hizo un giro, cuando el 24 de marzo del año 2006, concurrieron a un acto en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA donde se encontraron con amigos y compañeros de Eduardo, su papá. Es en este momento cuando le dicen:
¿Ustedes no eran 3? Su mamá Mónica estaba embarazada de 3 meses cuando la secuestraron.
Justamente fue en esa época cuando la sociedad argentina hizo un cambio rotundo con respecto a las políticas de Derechos Humanos y sobre todo las Abuelas de Plaza de Mayo. Se empezó a hablar mucho del tema y cambió la historia.
Al poco tiempo se acercaron con muy pocas expectativas a dejar sus muestras de sangre al banco genético de datos, pero lo hicieron porque ahora no solo buscaban a sus padres, ahora buscaban también a su hermano o hermana.
Mi mamá pudo haber perdido el embarazo o haber tenido un accidente, pero la búsqueda siempre continúa, ya que lo último que se pierde es la esperanza. Yo lo quiero encontrar a mi hermano, y digo hermano porque para mí es varón, para mi hermana es mujer, siempre tenemos esa disputa.
En el año 2009, el Equipo Argentino de Antropología Forense les informó a los hermanos que gracias a las muestras que habían dejado en el banco, se pudieron identificar los restos de su papá, que fueron recuperados del cementerio de Avellaneda, donde permanecían en fosas comunes como NN.
Para continuar con la investigación, comenzaron a indagar con compañeros de militancia y detención de sus padres para encontrar algún testimonio.
En 2008 se toparon con Caty, una sobreviviente que estuvo detenida con Eduardo, quién les contó que su papá era una persona muy alegre y optimista, hasta cuando estaban presos se la pasaba cantando.
Y yo soy un poco así. A través de lo que me cuentan los amigos de mi viejo me empecé a reconocer en él. Físicamente soy más parecido a mi mamá, pero en lo personal me parezco más a él.
De Mónica, su mamá, aún no saben nada, ni siquiera dónde pudo haber estado detenida. Y aún continúan con la búsqueda de su hermano o hermana.
Gabriel conoce su identidad, yo conozco la mía, pero aún hay cientos de nietos que desconocen la suya.
A más de 40 años del golpe cívico militar perpetuado en Argentina, decimos una vez y para siempre Nunca Más.
Eduardo y Mónica, presentes. Ahora y siempre.




