No hay días feos, no hay días malos, solo hay días. Cuando comprendemos que todo lo que nos sucede se puede mirar desde diversas perspectivas comprendemos que no hay una verdad única. Lo mismo pasa con el dolor, con heridas que parecen nunca sanar… ¿qué visión tienes de esas heridas? Para sentirnos bien, a veces no tenemos más que repetirnos algunas frases.
Es tiempo de sanar las heridas: 5 frases que deberías recordar siempre

«Estoy completo, no necesito otra mitad»
La vida no se trata de buscar incesantemente otra persona para completarnos. Siempre estuvimos completos y no necesitamos de alguien más para sentir felicidad. Una pareja es una persona que elegimos para compartir nuestra vida, no es alguien que nos da algo que nos falte.
«Todo lo que necesito es quererme un poco más»
Cuando hay amor propio, hay seguridad, hay confianza. Cuando te sientes bien contigo mismo, te sientes bien con los demás. ¿Has prestado atención a cómo te hablas? A veces escucho a las personas insultarse cuando algo les sale mal o describirse con palabras despectivas. Nuestro estado de ánimo cambia si nos hablamos bien, con palabras agradables, nos sentiremos mejor con nosotros mismos.

«Acepto mis temores»
Todo lo que alguna vez nos dolió, todas las frustraciones y temores hay que aceptarlos. Cuando les damos la bienvenida y aceptamos que son sentimientos que forman parte de nosotros, ya no lastiman tanto. No aceptarlos significa tener una pelea constante contra lo que sentimos y así las heridas nunca sanan.
«Me quedo en el presente»
Si nos situamos en el instante presente, si pensamos en lo que vivimos en el instante en que estamos, no hay lugar para los malos recuerdos del pasado ni las expectativas que tenemos del futuro. Cuando nos sentimos mal por cualquier motivo es porque recordamos algo que nos dolió y cuando pensamos en lo que podría suceder estamos creando expectativas fundadas en algo irreal porque nunca sabremos qué verdaderamente puede suceder.

«Me perdono si hice algo mal»
Todos cometemos errores, no hay nada de extraño en equivocarse. Y si nos damos cuenta de nuestros errores, lo que queda por hacer es aceptarlo y después seguir adelante, aprendiendo de él para no volverlo a cometer. ¿Qué lograremos con sentirnos culpables? Sentirnos cada vez peor. Nos equivocamos, aprendemos, seguimos adelante.
Para tomar el control de nuestras vidas no tenemos que dejar que el miedo se apropie de ella, no hurgar en lo que nos hace mal y aprender de cada experiencia. Para sanar la herida hay que aceptarla.








