Lifestyle

Aprende a apreciar: la clave para ser feliz

Hace unos meses compartía con una amiga la sensación de que nuestra vida siempre se basa en esperar algo: una oferta de trabajo, la respuesta de esa persona que nos gusta, un mail importante, más dinero y un largo etcétera.

PUBLICIDAD

Parece que vivimos para circular en la sociedad, sin prestar atención a esos detalles que nos rodean y que nos empeñamos en sustituir por otros nuevos de forma insaciable. Sin embargo, pocas veces recaemos en el hecho, quizá tópico pero siempre necesario, de apreciar las pequeñas cosas y el presente como mejor clave para ser feliz

El mundo está lleno de pequeñas cosas

Te levantas por la mañana y tomas un café, nada nuevo. Después montas en el metro y luchas por no rozarte con la gente y distraerte con tu teléfono móvil a fin de encontrar una nueva notificación, mail o estímulo. ¿Y en el trabajo? Pues lo mismo de siempre, sumado a una cierta incertidumbre porque tampoco sabes si van a despedirte o no.

Después regresas en metro. El atardecer es precioso, pero tú no lo ves, sigues mirando el móvil. Y al llegar a casa alguien te espera, pero sientes que hay una cierta distancia entre ustedes. Y así pasan los días, semanas y meses. 

Imagen Thinkstock

A pesar de la inteligencia de la que tanto presumimos, el ser humano se harta con facilidad y siempre aguarda a nuevos estímulos, porque los que ya fueron son ahora flores mustias, quizá porque las vemos desde la misma perspectiva día tras día sin atrevernos a ir más allá.

En algún momento miramos a nuestro perro y comprobamos que, dentro de su microrutina, continúa obedeciendo a los mismos estímulos de forma positiva, duerme, come y juguetea. Después encendemos las noticias y comprobamos todos los males del mundo, esos niños envueltos en basura y que aún así sonríen. Y es entonces cuando nos preguntamos si realmente en la sencillez existe la belleza. 

PUBLICIDAD

¿Qué más necesitas?

Si lo piensas, tu día está lleno de cosas bellas: tienes una pareja de la que no disfrutas, los colores de un cielo que nunca compruebas, y un parque que desconocías de camino a casa por el hecho de volver siempre en metro. Existe un encanto innato encerrado en las pequeñas cosas, pero también en el arte de cambiar nuestra rutina y cumplir ciertos sueños cuya cobardía quizá nos hayas hecho convertirnos en lo que somos.

Quítate capas, recorta obligaciones que te impidan disfrutar de no hacer nada, porque también ese es otro de nuestros problemas: la constante necesidad de estar siempre haciendo algo.

Imagen Thinkstock

Una manía que me recuerda cierto relato de Paulo Coelho, en el que un hombre que dispone de dos días libres vive obsesionado con hacer algo: pintar la puerta, regar el jardín o hacer de comer, hasta que comienza a llover y allí, tumbado sobre el césped, se da cuenta de que nunca se había planteado detenerse y ser mojado por las gotas.

Algunos lo llaman contemplación, yo prefiero nombrarlo el arte de apreciar lo que la existencia de por sí nos ofrece y que quizá hayamos cubierto con un velo de negatividad de que, por por cobardía y malos hábitos, nos negamos a desquitarnos.

En el arte de apreciar las pequeñas cosas reside la capacidad para ser feliz. Una respuesta que a pesar de haber oído en contables ocasiones nunca nos animamos a cumplir; no al menos hasta que el vaso está tan lleno que nos ahogamos. Tienes un vida, salud, comida en tu nevera y cientos de posibilidades. Algunos no necesitan más.