¿Te sientes desconforme con cómo se ve tu piel a pesar de que realizas religiosamente tu rutina de limpieza? Tal vez la explicación esté en que no has elegido un régimen que se ajuste a tu tipo de piel.
Si de verdad quieres cuidar tu piel, deberás tener esto en cuenta...


Pero no tiene sentido preocuparse porque a continuación encontrarás una guía para que finalmente se luzca todo el trabajo y esfuerzo que inviertes en cuidar tu rostro.
Paso #1: ¿Qué tipo de piel tienes?

Muchas personas inician un tratamiento de limpieza sin siquiera saber cuál es su tipo de piel. Pero cada persona tiene un tipo de piel diferente y reconocer cómo tu piel distribuye sus aceites naturales y cómo reacciona a determinados químicos es clave para tratarla adecuadamente.
Tipos de piel
- Piel seca. La piel reseca a menudo se siente con mucha elasticidad y seca.
- Piel normal. La piel normal carece de demasiada elasticidad, así como de un exceso de aceites.
- Piel mixta. La piel mixta es una combinación de la piel normal y la piel grasa; en algunas zonas tiende a tener exceso de aceites y en otras no.
- Piel grasa. Este tipo de piel libera aceites naturales en exceso y se siente grasosa todo el tiempo.
Paso #2: ¿Tienes piel sensible?

Además de conocer tu tipo de piel, es necesario saber si es sensible a determinados productos para eludirlos en la rutina y evitar reacciones alérgicas. Hoy en día la cantidad de productos para la piel en el mercado es infinita, y puede ser muy confuso elegir una en particular si no tenemos esta información para guiarnos.
Paso #3: ¿Cuál es el problema?

Además del tipo de piel y su sensibilidad, es necesario identificar los problemas que está sufriendo tu piel. Esto varía mucho en cada persona, y la edad y el sexo también influyen. Detectar los problemas que padece la piel es esencial para combatir todo tipo de problemas.
Paso #4: Encuentra un producto de limpieza para ti

Ahora que has identificado todo lo que necesita y no necesita tu piel, es posible elegir los productos que utilizarás para protegerla. Existen diferentes geles de limpieza, cremas hidratantes y jabones para cada tipo de piel.
Además del gel de limpieza, también debes verificar si tu piel necesita una crema hidratante (exacto, no todas la necesitan).
Por último, no subestimes el poder del protector solar; es conveniente usarlo incluso cuando el sol no está tan fuerte. El daño que provoca el sol en la piel es irreversible y hará que adquiera un aspecto más arrugado en menos tiempo.
Como ves, cuidar la piel no solo supone utilizar los mejores productos, sino que también es fundamental conocerla y observarla para asegurarnos de que todo lo que apliquemos sea beneficioso.
Y recuerda: en muchos casos, menos es más.









