Godzilla: Netflix estrenó la primera película de su trilogía anime original y, honestamente, estoy confundido

Godzilla: Monster Planet es el título la primera película anime de la trilogía original de Godzilla producida por Netflix, de la mano de TOHO Animation, recientemente publicada en Netflix —si bien ya había sido estrenada en Japón, hace algunas semanas—.

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La popular y controversial técnica CGI utilizada quedó en un segundo plano, y la sobresaliente animación a la que TOHO nos tiene acostumbrados palideció ante la épica historia desarrollada, que, además de entretenida, por momentos, es demasiado confusa. 

La introducción al conflicto es abrupta y sobrecargada. A la inminente y acelerada llegada de los Kaiju (con su correspondiente destrucción de la humanidad), se le suma la llegada de dos razas alienígenas que, no solo no ayudan a combatir la amenaza, sino que se transforman en una excusa para la tecnología utilizada y en parte de las convicciones (religiosas y filosóficas) que más adelante los personajes defenderán. 

El Capitán Haruo Sakaki, personaje principal de la película, comparte sus ideales y manifiesta su carácter tan rápido que no entendemos el porqué de sus decisiones; y si se me permite hacer una comparación, luce exactamente como Eren Jaeger ( Shingeki no Kyojin), lo cual me lleva al siguiente punto.

¿Attack on Titan, pero con monstruos?

Luego de justificar cómo llegaron a la Tierra 10 mil años después de que esta fuera dominada por los monstruos, comienza la cacería. El capitán convence a las autoridades de que su única opción de supervivencia es derrotar a Godzilla, un monstruo que no es invencible (a pesar de haber soportado 15 bombas nucleares). No obstante, Haruo tiene un plan. Su estrategia —apoyada por convenientes personajes de autoridad, casualmente poseedores de conocimientos específicos— es tan simple que carece de lógica: descubrimos su punto débil, lo atacamos, exterminamos a los monstruos y habitamos la tierra. ¿Su motivación? Odio profundo y orgullo como raza. 

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Es en este momento cuando, como espectador, debes decidir si dejarte llevar por el absurdo y disfrutar del espectáculo visual, o realmente cuestionarte si es aceptable el reciclaje de una premisa tan reconocida. 

Sin embargo, la inconsistente introducción es complementada con un desarrollo más que satisfactorio. Los personajes adquieren solidez, la historia toma forma y el espectáculo visual se apodera de nuestros ojos (y alma). 

Sientes que necesitas ver más, y que quedan cosas por responder, lo cual indica que la primera parte de la trilogía cumplió su función como «parte» y como todo. 

Calificación: 7258/8596 (aunque puedes interpretarlo como un 8/10, si quieres). Y tú, ¿qué piensas al respecto? 

Esperamos tus comentarios.

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