7 anime en donde el feminismo lo «arruinó» todo (por suerte)

El principal problema con las princesas no es su definición, sino lo que representan.

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Por definición, se trata de la hija primogénita de un monarca que, como tal, es la heredera directa a la corona, sin embargo, desde el inicio de las Princesas Disney como franquicia, el concepto ha servido como vehículo argumental y objetivo principal para el protagonista, frecuentemente del género masculino.

«La princesa está en otro castillo», «la princesa se encuentra en problemas», «debes rescatar a la princesa», enunciados que no representan lo que enorgullece a una persona de acción, sea hombre o mujer.

Afortunadamente, Disney ha intentado subsanar esto durante la última década, mediante películas y series con personajes femeninos fuertes, protagónicos y admirados. No obstante, antes de que Disney adoptase esta posición existieron ejemplos que se alejaron del estigma y nos representaron a todos, pero, además, arruinaron los planes y proyectos de muchos otros títulos, en la mejor manera posible.

Lady Eboshi y San, Princesa Mononoke

Si hubo algo que distinguió a Studio Ghibli, desde siempre, fueron sus historias fantásticas lideradas por mujeres aventureras y decididas, que intentan alcanzar objetivos de autorrealización, defendiendo la naturaleza de la perversidad humana, por ejemplo. Mi favorita es Princesa Mononoke, la película más oscura y moralmente compleja de todo el estudio: beligerante —ecológicamente hablando— y rebelde.

Imagen Studio Ghibli

Respondiendo al llamado feminista, Princesa Mononoke arruina el modelo occidental que las películas de Disney nos habían enseñado; con personajes planos sin motivación real, en donde los villanos eran malvados por placer, los héroes existían por los villanos, y la única función de las mujeres era enamorarse de estos últimos.

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Entonces, para romper con los esquemas, llegan Ashitaka, el imperfecto y observador héroe que funciona como brújula para el espectador. San, «la princesa que escupe sangre» y lucha internamente entre su devoción y su afecto; y Lady Eboshi, la supuesta villana que destruye la naturaleza, pero que, también, entre poliédricas matices, rescata mujeres de la prostitución y protege leprosos rechazados por la sociedad.

Imagen Studio Ghibli

Es que Miyazaki siempre dejó en claro su fascinación por el arte occidental y los personajes femeninos que, con poca frecuencia, enamoraban su corazón; mujeres con cualidades que utilizó en su obra:

«Muchas de mis películas tienen poderosas protagonistas femeninas –chicas valientes y autosuficientes que no lo piensan dos veces para pelear con todo su corazón por lo que creen. Ellas necesitarán un amigo, o un secuaz, pero nunca un salvador. Una mujer es tan capaz como cualquier hombre de ser un héroe»
Imagen Studio Ghibli

Otros tres ejemplos de «feminismo arruina planes» son El viaje de Chihiro, Nicky aprendiz de bruja y El castillo ambulante, historias que colocan a un personaje en un universo hostil, en ocasiones desconocido, sometiéndolas ante la presión de ceder ante el ambiente o convertirse en agentes de cambio.

Imagen Studio Ghibli

Nicky debe valerse por sí misma a pesar de su poco ventajosa posición social, emprendiendo un negocio sola y sin ayuda. Sophie se pone el desafío de romper la maldición puesta sobre ella por sí misma, honrando la vejez, desmitificando la juventud, belleza y apariencias. Y Chihiro, no solamente desbancó estereotipos en la ficción, sino que trascendió y arruinó las expectativas de gigantes (como Disney) en su carrera por el Oscar, un galardón que terminó en manos de Miyazaki.

Por otra parte, Motoko Kusanagi, de Ghost in the Shell, descubriendo su identidad, tratando de encontrar sentido al fantasma de su interior; Usagi Tsukino, creciendo a la par de nosotros, abandonando sus inseguridades y convirtiéndose en la heroína que el destino quería que fuese; Mikasa Ackerman, la segunda soldado más letal de la humanidad, que causa el pavor en humanos y titanes; e incluso Hinata Hyuuga, una ninja que abandonó la pasividad y su sueño de convertirse en la esposa de alguien más como único objetivo de realización, para entender que la protección y construcción mutua es el verdadero camino del amor (y del ninja).

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Cada una de estas «princesas» representa un movimiento que intenta reivindicar la posición de la mujer (históricamente relegada y puesta en desventaja) y tiene como fundamento la igualdad de oportunidades y conciliación; y que entiende que la guerra entre géneros no existe porque la acción del hombre debería formar parte del funcionar óptimo de este movimiento. Cada uno de estos anime «arruinó» las ambiciones y expectativas de un sistema machista y conservador; pero, además, nos inspiró a nosotros (hombres y mujeres); nos provocó a detenernos, pensar, y construir pensamiento.

En cierto sentido, el feminismo arruinó todo… por suerte.

Esperamos tus comentarios.

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