-Gracias por venir, Diana. Pero entenderás que no nos interesa ese servicio, porque en esta empresa jamás contratamos a mujeres- dijo mi viejo amigo Roberto. La cara de Diana mostró su shock al oír los comentarios de este gran empresario.
"La violencia intrafamiliar no es problema mío": ¿O sí?


- ¡Has de creer que soy una bestia! Pero no sabes lo que esas mujeres malvadas hacen a mis hombres. Es mejor evitar problemas. Y si alguna vez el gobierno me obliga a contratarlas, ¡cerraré la empresa! - agregó Roberto.
Diana se quedó estupefacta. Roberto había sido uno de sus héroes toda la vida. Sabía de su generosidad no solamente con su familia, sino con todas las comunidades donde operaba su empresa: había donado puentes; centros de salud llevaban su nombre; había construido escuelas. Y su trato hacia su propia mujer era impecable. ¿Cómo era posible?
- ¿Pero no se da cuenta que el proyecto que le vengo a proponer ayuda a todos, y no es solamente tema de mujeres? - le preguntó Diana a Roberto.
- Pues, tal vez tengas razón. Pero no me interesa a mí. En mi empresa no hay problemas de violencia. - le respondió.
Lo que no sabía Roberto era que Diana se había acercado a él precisamente por lo que una mujer le había pedido apoyo en un caso extremo de violencia intrafamiliar que ella vivía a manos de su esposo, empleado desde hace muchos años de la empresa de Roberto.

El creer que nuestra empresa –o nuestro colegio o comunidad religiosa o barrio– se ha mantenido al margen de la problemática de la violencia intrafamiliar es tapar el sol con un alfiler.
El tema de la violencia intrafamiliar cruza todo nivel: ricos y pobres, blancos y negros, adultos y niños. Solo que tenemos miedo de hablarlo. Lo tratamos como un tema privado y luego lamentamos los hechos cuando ya es demasiado tarde.
La violencia, un problema de todos
La respuesta de Roberto, más allá de su carga potente de discriminación, demuestra claramente que existen muchas personas que aún creen que la violencia –intrafamiliar y de género– es un problema solamente de las mujeres y que la solución es solo del Estado. “Busca apoyo en el gobierno”, le dijo Roberto a Diana. “Ellos sí se interesan por esos temas. No es un asunto de las empresas.”
Y en algo Roberto tenía razón. La mayoría de gobiernos de alrededor del mundo sí se atribuyen la responsabilidad de incluir esta temática en sus planes de gobierno en el área social. En Colombia, empieza a haber progreso. Según Florence Thomas, escribiendo en el periódico El Tiempo, la Corte Suprema de Justicia rebajó los beneficios para un exjefe paramilitar que participó en crímenes de violencia sexual por no haber confesado estos crímenes. Además, calificó de feminicidio a un asesinato que antes se hubiera tratado como “meramente” pasional o motivado por celos. Ambos casos demuestran un cambio de mentalidad importante a nivel de la justicia.

¿Cómo quiero que sea mi mundo?
En el Ecuador, la sociedad vive aún un conflicto arraigado entre su pasado conservador y un deseo de algunos grupos de ir cambiando hacia una sociedad más igualitaria y moderna. Un alto consejero presidencial, Alexis Mera, dijo recientemente en una entrevista muy controvertida: “Las mujeres no se valoran adecuadamente, porque se dejan violentar y el hombre tiene una educación equivocada en que la violencia es un mecanismo de desarrollo familiar.” Y se atribuye exclusivamente al Estado el rol de prevención de la violencia intrafamiliar.

Si bien el Presidente Correa desmintió algunas partes de la entrevista de su consejero jurídico, sobre todo las referentes a la sexualidad de la mujer y la necesidad de posponerla, quedaron varias incógnitas, incluyendo: ¿Cuál es la posición oficialista sobre las causas estructurales de la violencia intrafamiliar y cómo se debe cambiarlas? ¿Sólo el Estado puede trabajar en estos temas? Y, ¿de dónde se van a sacar recursos para tratarlos? Porque en este momento, en el Ecuador, una persona que sufre de abuso difícilmente logrará encontrar una red de apoyo real.
Y en realidad, el problema es tan grande que ningún Estado, trabajando de forma aislada, podrá proveer soluciones. Es hora de darnos cuenta de que el problema de violencia intrafamiliar no es un tema “de mujeres” ni “del gobierno” sino de toda la sociedad en su conjunto y, en el fondo, de cada individuo de la sociedad. Todos tenemos que ser parte del cambio: ayudando al vecino, empoderando moral y económicamente a las personas que lo necesiten, y en general, aprendiendo a hablar del tema como primer paso a buscar soluciones. ¡Qué se abra el debate!
Unéte a la lucha contra la violencia de género: Proyecto NO MÁS en Ecuador







