Another Brick in the Wall, Pt.2: la historia del himno de Pink Floyd escrito por Roger Waters

The Wall es un disco universal”. Vaya uno a saber qué es eso exactamente, pero quizá tiene que ver con el simple hecho de que puedo escucharlo junto a mi padre, quien me dobla en edad y en prejuicios. Dejamos nuestras diferencias de lado, nos sentamos en la sala y nos rendimos ante esta magnífica obra. Quizá nos miremos de reojo cuando suena “Another Brick in the Wall, Pt. 2”, pero deponemos las armas y nos entregamos a una canción arraigada en nuestra memoria.

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¿Cómo hizo Roger Waters para componer este himno inmortal? Eso es algo que vamos a compartir hoy, gracias a una nota que le hiciera hace algún tiempo The Wall Street Journal

Primero fue la idea

Waters tuvo la idea conceptual de The Wall en 1977, luego de la gira del disco Animals. Se trataba básicamente de la idea de un muro como una barrera creada por quienes detentan el poder para someter y controlar a las personas, pero también como una “barrera emocional”, que construimos como individuos a nuestro alrededor. 

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Es más que una canción contra el sistema educativo

Según Waters, escribió “Another Brick in the Wall, Pt. 2” no como una canción contraria a la educación o al sistema educativo, sino “contra la tiranía de la estupidez y la opresión, no solo en las escuelas, sino universalmente. Es sobre la influencia maligna de la propaganda [...] Solo quería animar a cualquiera que marcha a un ritmo distinto a ir contra aquellos que tratan de controlar sus mentes, en vez de recluirse detrás de paredes emocionales”. 

De todas maneras, aclara que la canción sí se inspiró en su experiencia como alumno del Cambridgeshire High School For Boys, y al sometimiento autoritario que los maestros, con una dosis de sarcasmo, ejercían sobre los alumnos. 

El demo

Imagen Getty Images

La primera versión de la canción tenía una única estrofa y el estribillo. Waters grabó el demo acompañado de su guitarra acústica. Ese minuto y medio fue suficiente para convencer a Gilmour y Mason de trabajar en ella. 

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Un poco de Disco, maestro

Bob Ezrin, productor de The Wall, quizó llevar la sencillez de la composición original a un nivel de complejidad mayor. Como le gustaba la música disco de Chic (dicho sea de paso, tiene un groove increíble) y la guitarra del tema sonaba levemente funky, Ezrin agregó la base de batería, con los golpes característicos de la música disco de la época.

La idea no pareció agradar a todos por igual. Gilmour se mostró reticente, mientras que a Waters le pareció genial, y no cree que ese ritmo de batería, especialmente el golpe del bombo, sea algo disco propiamente dicho, sino “más bien como un latido. Es muy cool”.

Necesitamos un coro

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La canción debía durar más que un minuto y medio, así que el productor repitió la estrofa y el estribillo, pero faltaba algo más. Aquí difieren las versiones al respecto: Ezrin dice que fue idea suya, pero Waters se atribuye a sí mismo la inclusión del coro de niños. Lo cierto es que le enviaron al ingeniero de sonido Nick Griffiths el track con 20 de las 24 pistas grabadas para que agregara las voces infantiles. Griffiths consiguió que poco más de 20 estudiantes del Islington Green School grabaran el coro en apenas media hora.

Según Waters, “escuchar a esos niños de una zona no tan pudiente de Londres cantar la letra me quitó el aliento. Al agregar esas voces, Nicky hizo de una forma seria que la canción fuera visceral y profundamente emotiva. Al dejarlos cantar solos y agregar el solo de David, la canción llegó a los 4 minutos”.

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Conocemos el resto de la historia. La banda logró vender más de 4 millones de copias de esta canción, y más 30 millones de discos internacionalmente. 

Pero el auténtico legado es otro, no se mide en ventas, ni ganancias. Cada uno de ustedes sabe lo que significa “Another Brick in The Wall”, y a esa intangibilidad solo ustedes pueden referirse.

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