¿Imaginas a Michelle Rodríguez en el papel de la chica indefensa que espera que el príncipe la rescate del dragón? ¿A Jason Statham actuando como el niño bueno de quien todos se aprovechan? ¿Qué hay de Adam Sandler como un hombre maduro y estable que no acepta tonterías de nadie?
Sin salida: ¿por qué algunos actores quedan encasillados en el mismo personaje?

Probablemente tu mente estuvo a punto de explotar de solo imaginar aquello, porque en cuanto vemos a Rodríguez en un tráiler, sabemos que está allí para disparar, lanzar golpes y manejar coches a alta velocidad, que Statham siempre trae malas intenciones y que Sandler nos llenará de risas.
Esto es estar encasillado, una especie de maldición en el mundo de la actuación que le ha pasado hasta a los mejores (por ejemplo, Morgan Freeman es excelente actor, pero siempre actuará como la voz de la razón y Dios).

¿Cómo es que ocurre esto? ¿Por qué actrices como Meryl Streep han salido airosas de este karma con una gama de papeles que nos hacen amarla y odiarla (aunque en el fondo la amamos)?
Nada en exceso es bueno…

Franquicias. El nombre se oye bien en el bolsillo de los actores, pero no tanto para quien quiere sueña con una carrera prominente.
En estos tiempos, formar parte de una franquicia significa interpretar el mismo personaje una y otra vez e, indiscutiblemente, es bastante posible que sea difícil que la audiencia piense en determinado actor, sin recordar al personaje en cuestión y sus marcadas características.
¿Un ejemplo? Robert Downey Jr. Ovación de pie para su Tony Stark, pero después de él, es más que evidente que se le da bastante bien lo de ser demasiado altivo y sabelotodo. ¿Está encasillado? Mira Sherlock Holmes y The Judge y verás que si no da un giro importante a su carrera, lo tendrá muy difícil en los próximos años.

Esto también ocurre con los actores de televisión quienes intentan hacer el paso al cine. Aunque actualmente vemos a grandes figuras del cine en papeles de la pantalla chica, lo usual es que sean los de la tele los que intenten ir a la gran pantalla sin éxito. ¿Por qué? Demasiado tiempo en el mismo personaje que, además, puede verse una y otra vez en retransmisiones.
Demasiado de ti
Nos encanta conocer a los actores, sus intereses, qué piensan y cómo son en verdad. El problema es que algunos actores comparten demasiado de sí mismos y nos dan una imagen demasiado clara de quiénes son.
Suena como algo positivo, pero puede ser contraproducente porque una vez que sabes que cierto actor es un playboy, resulta difícil verlo interpretando a un hombre célibe.
Cero riesgos

Un actor hace un papel y el público lo recibe con gracia. La audiencia dice que fue creíble, que el personaje le vino como anillo al dedo. El actor pensaría que todo está bien, que eso era lo que quería, pero resulta que el resto de los directores (e incluso, el mismo) sabe cuál es el rango de interpretación y la respuesta del público.
Como consecuencia, los próximos papeles serán iguales. ¿Por qué? Porque no hay riesgos. Honestamente, ¿irías a ver la película en la que Michelle Rodríguez hace de mujer indefensa?
Los directores y los estudios (especialmente los segundos) solo quieren un hit y deciden tomar los menores riesgos posibles en el proceso y considerando que la actuación tiene una relación directa con el éxito de la película, resulta mejor contratar al actor que no dará “sorpresas”.
El público lo dice

Pero todo esto tiene un mismo centro: la audiencia. Finalmente es la audiencia la que encasilla a un actor, aunque sin darse cuenta. Es ella la que tiene la última palabra, la que decide si el actor tiene un rango grande, o solo puede hacer un papel en particular.
Ed O’Neill es un buen ejemplo de ello. Cuando finalizó Married with Children, decidió que era hora de buscar roles más dramáticos y completamente alejados a Al Bundy. ¿El resultado? La audiencia se reía apenas lo veía.

David Schwimmer fue otra víctima; una más del montón. Sabiendo que sería difícil dejar atrás a Ross, tras el final de Friends, decidió dar clases de actuación, pero sus estudiantes solo le preguntaban si podía repetir sus más famosas líneas. Los años pasaron e incluso, tras su brillante actuación como Robert Kardashian en American Crimen Story, fue inevitable sentir alguna cercanía cómica con él, aunque le fue bastante bien.
¿Realmente es tan malo?
Aunque los actores consideran el ser encasillados como una maldición, lo cierto es que no tan malo, o al menos así lo dicen quienes llevan el “problema” con orgullo. En una industria donde es tan difícil conseguir un puesto de trabajo, mejor ser encasillado que no trabajar.
Pero quienes quieren probar otra cosa, siempre se decantan por el cine indie. Hollywood es para hacer dinero; el cine indie es para hacer lo que realmente quieren, así sea con la paga más paupérrima de todas. Con suerte, la película llegará a un importante festival y pueda ser vista por una audiencia más grande, que, ojalá, cambie la imagen que tiene sobre dicho actor.

Algunos corren con la suerte de contar con un renombrado director quien se arriesgue y pelee con los estudios para dar determinado papel a un actor encasillado, porque confían en él. Sonados son los casos de Michael Keaton, conocido como comediante, pero quien se convirtió en Batman gracias a Tim Burton, decisión con la que nadie estuvo de acuerdo hasta ver el resultado final.
Matthew McConaughey es otro actor que se ha zafado de ser encasillado. Tras años de protagonizar comedias románticas y roles poco importantes, ahora es una de los actores más cotizados de la industria con papeles dramáticos impresionantes.
¿Reconoces otros ejemplos de actores encasillados en papeles similares?









