Desde su estreno en 1972, El último tango en París estuvo marcada por una encendida polémica en torno a algunas de sus escenas de sexo.
Resurge la polémica sobre la escena de violación en El último tango en París

Ahora muchas de sus escenas ya son icónicas y es vista como uno de los grandes clásicos del cine, una de las obras más logradas del italiano Bernardo Bertolucci, pero la controversia nunca abandonó por completo la lectura de la película y ha regresado con toda su fuerza, a raíz de una entrevista al director.
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Aunque un crítico la definió como "pornografía disfrazada de arte", la influyente crítica estadounidense Pauline Kael sentenció: " El último tango en París es la película erótica más poderosa que se haya hecho, y tal vez la más liberadora"
Kael agregó que es "una película que la gente seguirá discutiendo mientras existan las películas". Parece que tenía razón.
La historia es la del encuentro casual entre dos desconocidos, un encuentro que no podría haber ocurrido en otra ciudad que no fuera París: un hombre estadounidense de mediana edad ( Marlon Brando), cuya esposa acaba de suicidarse, y una jovencita parisina llamada Jeanne ( Maria Schneider), mucho menor que él.
Dos almas solitarias que por diferentes motivos —él posiblemente para olvidar la muerte de su esposa y ella quizá por simple espíritu aventurero— se dejan envolver en una relación intensa, sexual, peligrosa y fugaz, que terminará por redefinir sus respectivas soledades, pero de un modo trágico y macabro.
Los detalles de la producción y de cómo el director Bernardo Bertolucci y los actores Marlon Brando y Maria Schneider hicieron para plasmar esta historia con tanta fuerza e intensidad, son los que han quedado en el centro de la controversia.
La famosa escena
La escena más famosa y polémica de la película se conoce como «la escena de la violación» o «la escena de la manteca». Una designación que ha determinado la confusión.
En ella, el personaje de Marlon Brando, Paul, viola a la joven Jeanne penetrándola por detrás, utilizando manteca como lubricante.
En términos narrativos, la escena es crucial para los eventos de la película.
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El problema de la manteca
El problema surge con lo que ocurrió durante la grabación de esa escena.
La actriz Maria Schneider dio una entrevista en 2006 y dijo que los detalles de esa escena no estaban en el guión.
“Nadie puede obligar a un actor a hacer algo que no está en el guión” dijo Schneider en esa entrevista. “Pero yo eso no lo sabía en ese momento, era muy joven”.
La actriz tenía 19 años cuando filmó El último tango en París.

Un año más tarde, Schneider dio otra entrevista y profundizó sobre lo que había sucedido y sus sentimientos:
“Recién me avisaron cómo iba a ser la escena al momento de filmarla. Yo estaba furiosa. Debería haber llamado a mi agente, a un abogado o a alguien, porque no me podían obligar a hacerla, pero yo no lo sabía. Marlon me dijo ‘no te preocupes, Maria, es solo una película’. Pero durante la escena, aunque lo que Marlon estaba haciendo no era real, yo sí estaba llorando lágrimas reales. Me sentí humillada, para ser honesta, y un poco violada, tanto por Marlon como por Bertolucci. Luego de la escena, Marlon no me consoló ni se disculpó”
En estas declaraciones hay unas líneas que los titulares más sensacionalistas de estos días han pasado por alto, voluntariamente o no. La actriz dice que lo que Marlon Brando estaba haciendo no era real.
“Me sentí violada” es el sentimiento que expresa la actriz, justificado por la situación, pero refiere a un sentimiento y no a un hecho delictivo. No a una violación real.
La "confesión" de Bertolucci
En 2013, Bertolucci corroboró la historia de Schneider, y admitió en una entrevista televisiva que los detalles de la escena no estaban en el guión.
Dijo que “la violación sí estaba en el guión, pero lo de utilizar manteca fue improvisado en ese día y ella no sabía que iba a ser así”.
El director agregó que se sentía culpable por esto, pero que no se arrepentía de haberlo hecho así.
Bertolucci omitió estos detalles a la actriz porque buscaba una reacción genuina de ella en esa escena: “Quería que Maria sintiera la rabia y la humillación, no que las actuara”.
En otras palabras, Bertolucci admitió haber sido un verdadero canalla, en nombre del arte y de la película. Pero esto no equivale a la confesión de un crimen.

Es justamente esta entrevista a Bertolucci, de 2013, que en estos últimos días ha vuelto a circular.
Primero fue referida por un artículo de Yahoo Movies, que título así:
“Bertolucci admite que la infame escena de la violación de la ‘manteca’ de El último tango fue no consensuada”
Es un titular técnicamente correcto, pero los términos “violación” y “no consensuada” dan lugar al malentendido.
Lo único que fue “no consensuado” fue la utilización de manteca. La violación sigue siendo ficticia y Maria Schneider sabía que de ella sería víctima su personaje.
El titular antes mencionado fue malinterpretado por todo el mundo, incluso por personas que se dedican profesionalmente a escribir titulares.
Es el caso de un editor de la revista Time, que recogió la información de Yahoo y título de forma más vehemente (y errónea):
“El director de El último tango en París admite que la polémica escena de la violación y la manteca fue realmente una violación”
La revista Elle escribió en Twitter:
"Bertolucci admite que conspiró para filmar una violación no consensuada en 'El último tanto en París'"
El malentendido se diseminó rápidamente en las redes sociales, y comenzaron a llegar las reacciones más desmedidas, como las de pedir que Bertolucci vaya a la cárcel o que se quemen todas las copias de la película.
To all the people that love this film- you're watching a 19yr old get raped by a 48yr old man. The director planned her attack. I feel sick. https://t.co/qVDom2gYf6
— Jessica Chastain (@jes_chastain) December 3, 2016
had no idea. Woulda felt rage then too. They should be in jail.
— Chris Evans (@ChrisEvans) December 3, 2016
Ante todo esto, Bertolucci, de 76 años (el único que todavía vive de los involucrados en esta historia), salió en estos días a aclarar nuevamente lo que él llamó un "ridículo malentendido", en un comunicado:
"Me gustaría, por última vez, aclarar este ridículo malentendido que sigue generando reportes de prensa sobre El último tango en París. Ya había especificado hace algunos años, aunque tal vez no fui del todo claro, que durante el rodaje decidí que Marlon Brando no le informara a Maria que íbamos a usar manteca. Queríamos su reacción espontánea ante ese uso impropio de la manteca. Aquí es donde viene el malentendido. Algunos pensaron, o piensan, que a Maria no se le había informado sobre la violencia de la que iba a ser víctima en la escena. ¡Esto es falso! Maria lo sabía porque había leído el guión y todo eso se describía allí. La novedad fue la idea de la manteca. Y eso, según me enteré años después, ofendió a Maria. No la violencia que se ejerce sobre ella, que sí estaba en el guión.
Podría decirse que Bertolucci y Brando tuvieron una actitud despreciable y manipuladora con Maria Schneider. Se aprovecharon de ella, de una joven actriz que recién comenzaba, un actor y un director ya renombrados y prestigiosos, lo que conduce ciertamente a la indignación y el reproche.
Pero Maria Schneider no fue violada. Fue Paul quien violó a Jeanne.
Hay algo curioso: también Marlon Brando atravesó una experiencia similar en la película.
Bertolucci lo obligó a grabar una escena con un desnudo frontal (que el director luego eliminó de la versión final de la película porque se sentía demasiado identificado con el personaje principal —la historia está basada en una fantasía de su juventud— y "verlo desnudo era como verme a mí mismo desnudo").
El actor no le habló por 15 años después de finalizar la película. Al igual que la actriz, dijo que se había sentido "violado y manipulado" durante el rodaje.
El último tango a París sigue siendo, vista hoy, una película brutal e impactante pero, a pesar de todas estas horribles y dramáticas circunstancias en el rodaje, su director no debe ir preso ni se deben quemar todas las copias, y se puede apreciarla sabiendo que no se está incurriendo en la complicidad ni tolerancia ante un crimen horrible, que en realidad no sucedió.









