¿Por qué una película del Joker puede ser una muy mala idea?

Imagen Warner Bros. Pictures

El Joker apareció por primera vez en el cómic Batman #1 de DC Comics, en 1940, y el plan de los guionistas era que fuera asesinado en ese mismo número. Una intervención editorial de último momento le salvó la vida en el cómic y cambió para siempre la historia de Batman.

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El Joker eventualmente se convirtió en el archienemigo más icónico y legendario de Batman, siendo parte esencial de algunas de las historias más distintivas de sus cómics, es decir, las que lo ubicaron como uno de los superhéroes más célebres de la cultura popular.

Los supervillanos definen y dan identidad a los superhéroes. Cuando más astutos, elaborados y diabólicos son los planes del villano, más heroicos y admirables serán los esfuerzos de nuestro héroe por impedirlos. La grandeza y la heroicidad de Batman son inseparables de la figura del Joker.

Naturalmente no es el único; están también otros grandes villanos como Bane, Ra’s Al Guhl y el Pingüino, pero el Joker se destaca por encima de ellos, por algunas razones que veremos a continuación, y que hacen que una película del Joker en solitario sea potencialmente una muy mala idea.

La naturaleza del caos

Desde sus primeras apariciones en el cómic, hasta llegar a sus encarnaciones más conocidas en la pantalla, es decir, la versión de la película Batman de 1989 ( Jack Nicholson) y la de The Dark Knight ( Heath Ledger) —dejemos de lado por ahora el de Jared Letoel Joker ha sido presentado como un psicópata extremo, con un retorcido y sádico sentido del humor y con una inteligencia suprema.

Imagen DC Comics

Ese oscuro y constante sentido del humor y esa genial ironía, ya marcan una diferencia clave con otros villanos, ya que esto es siempre más atractivo que la solemnidad o los que se toman a sí mismos demasiado seriamente.

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Pero de cierto modo es también más espeluznante y terrorífico: esta concepción del Joker de que todo el mundo consiste en un gran chiste, esa suerte de nihilismo o anarquía moral, le da una cierta condición de mayor invulnerabilidad; pareciera que para él fueran iguales motivos de risa el salirse con la suya o no; en este último caso, simplemente pasaría a elaborar un nuevo plan más macabro, algo que sin dudas lo entusiasma.

El Joker es un personaje asociado al caos y al descontrol. A diferencia de muchos villanos, no sólo de los cómics sino de la ficción en general, sus motivaciones y sus intenciones no tienen explicación, más que el simple hacer el mal por hacer el mal.

No lo mueve un sentimiento de venganza, ni un rencor específico, ni un resentimiento contra la sociedad, ni una visión política o un ansia de poder y control. Simplemente, sospechamos, le resulta divertido elaborar planes cada vez más complejos, absurdos y sádicos, y llevarlos a cabo de la manera en que un niño juega a quemar hormigas con un lente en un rayo de sol, sin buscar explicaciones o racionalizar sus acciones, sin un propósito concreto.

Algunos hombres sólo quieren ver el mundo arder.

Imagen Warner Bros. Pictures

La historia de sus orígenes más extendida y conocida es la que cuenta que se cayó en un tanque de ácido que lo dejó con la piel blanca, el pelo verde y los labios de color rojo intenso. Esta desfiguración lo vuelve loco, psicópata, y tiene sentido que lo que da origen a su naturaleza villanesca sea tan azarosa y carente de explicaciones morales o motivaciones, tal como sus acciones.

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Los misterios del Joker

Gracias a todo esto, el Joker se ha beneficiado, tanto en los cómics como en todas sus apariciones en la pantalla, de estar relegado a un plano secundario, de que no recaiga sobre él el peso protagónico.

Los misterios en torno a sus elucubraciones, su aparición repentina y súbitamente amenazadora, la tensión de no saber hacia dónde apuntan sus planes o qué es lo que trama a continuación, su presencia explosiva, que puede disparar hacia cualquier situación absurda e inesperada, han sido siempre algunas de las claves de enorme atractivo como villano.

Como señala un artículo en io9, esto funciona a la perfección cuando el Joker está inserto en la narrativa de otro personaje, ya sea Batman o Harley Quinn. El caos asociado al Joker se ve impulsado por la improbabilidad de sus planes y por la ausencia de cualquier explicación de fondo sobre ellos.

De hecho, uno de los pocos cómics que lo tienen como protagonista, la célebre novela gráfica The Killing Joke de Alan Moore, es precisamente donde se establecen estos rasgos de manera canónica y definitiva. En ella su historia se narra como un "espejo" de la de Batman: sigue estando subordinada a otra narrativa, en este caso para llegar a las conclusiones opuestas (Batman pasa su vida buscando significado a su tragedia personal; el Joker pasa su vida intentando demostrar que su tragedia refleja el caos y el cruel azar).

Imagen DC Comics

Una película del Joker necesariamente comenzaría a llenar todos esos vacíos con explicaciones acerca de sus motivaciones, con presuntos detalles biográficos que determinan rasgos de su personalidad, con detalles acerca de cómo elabora sus planes más complejos y cómo logra salirse con la suya en las situaciones más absurdas.

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Para darle más interés a la narrativa, incluso tal vez pondría al Joker en situaciones fuera de su control, lo dotaría de una cierta vulnerabilidad, de inseguridades o debilidades, todo lo que le jugaría en contra y traicionaría el proverbial encanto del personaje.

Todo villano necesita un héroe. Si la película del Joker incluye un héroe, no puede ser Batman, porque ya no sería la película del Joker. Tampoco puede ser otro cualquiera, lo que sería decepcionante. Y si no hay ninguno, su condición de villano brutal se vuelve endeble. Ese es el dilema que deberán resolver Todd Phillips y Joaquin Phoenix.

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