Homeland: Volviendo a las raíces [Crítica 3x04]

Si hubiera que definir Game On, el cuarto capítulo de la temporada 3 de Homeland, sería sin dudas como "sorpresivo". Porque como alguna vez dijimos en esa sección, esta serie suele guardarse un as bajo la manga y finalmente apareció sobre la mesa.

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Luego de afinar considerablemente la puntería con la anterior entrega, en la cual se relataba el destino de Brody, Homeland apostó todo por el espectador y pegó un brutal golpe de timón en los dos minutos finales. Pero ¿qué pasó a lo largo del capítulo?

La conexión iraní

En una de las líneas paralelas de la historia, de la cual iba apareciendo información a cuentagotas, Saul ( Mandy Patinkin) contrató a una joven iraní, especialista en lavado de dinero, para que siga la ruta de los involucrados en la financiación al ataque de la CIA.

Esta investigación, realizada en el más absoluto hermetismo entre Saul y la joven Fara Sherazi ( Nazanin Boniadi) ya que la rata dentro de la agencia sigue estando activa, logró conectar a un grupo de banqueros norteamericanos con el segundo al mando de la inteligencia iraní, cuya base de operaciones monetaria es un estadio de fútbol venezolano (justamente por donde anda merodeando Brody).

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Atrapada sin salida

Paralelamente, el descalabro mental de Carrie ( Claire Danes) se detuvo. La agente parece recapacitar sobre su conducta cuando observa como las drogas dejan en un estado cuasi vegetativo a una chica muy parecida a ella. El temor a sufrir ese mismo destino hace que se convierta en una paciente ejemplar.

El único deseo de Carrie es abandonar la institución. Solo tiene que dar una última prueba de su cordura a una junta médica y un juez que decidirán darle en el alta. O no. Porque cuando todo parece marchar sobre rieles, la mano negra de Dar Adal ( F. Murray Abraham), el segundo al mando de Saul, impide su inminente salida de la clínica.

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Desconsolada, Carrie parece entregarse a su destino. Y el destino se hace presente en forma de un abogado, representante del grupo que financió al ataque a la CIA. Este personaje le consigue un pase de 24 horas de libertad a cambio de que ella decida reunirse con un pez gordo de la corporación para negociar información confidencial.

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Carrie se niega, y trata de esconderse. Solo que es algo complicado considerando que la CIA la rastrea por cielo y tierra, al igual que los terroristas. Sin dinero, vehículo ni seguridad, el único que puede ayudarla (por la noche al menos) es un desconocido (pelirrojo, un gran detalle) con el cual tuvo una aventura de una noche.

Pero las 24 horas finalizan, y el abogado se vuelve a hacer presente para reclamar su reunión. Carrie, agotada, accede a juntarse con uno de los responsables de la muerte de muchos de sus compañeros. A continuación se da una escena tensa, nerviosa, pero amable, en la cual Carrie debe decidir en cuestión de minutos si dar información clasificada al enemigo a cambio de que este la proteja contra su propio gobierno, que está empeñado en destruirla al ser un blanco caliente.

Muy a su pesar, Carrie accede, pero con la condición de que negocie cara a cara con el responsable del atentado. Y lo logra.

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Ahora sí Spoilers.

En la última escena, luego de un capítulo casi normal, hasta abajo de su promedio, sucede la revelación. Carrie aparece en la casa de Saul y los dos se funden en un abrazo. Desde el inicio de la temporada estuvieron trabajando juntos, en secreto, para dar con el terrorista iraní.

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Puntaje: 9/10. Los responsables de la serie hicieron una jugada arriesgada. Desde el primer capítulo narraron historias que parecían lineales, simples, solo para llegar a esta conclusión absolutamente sorpresiva, que dejó a los fans, por primera vez en el año, con ganas de más Homeland.

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