Homeland: un nuevo juego comienza [Crítica 3x01]

Algo opacada por el público seriofilo que ansiaba impaciente ver el final de Breaking Bad, este mismo domingo comenzó la temporada 3 de Homeland, el drama de espías de Howard Gordon y Alex Ganza.

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Luego de un polémico final de temporada, guiado por giros narrativos algo caprichosos, este primer capítulo dispuso a cada personaje en el casillero que le corresponde en este gran juego de ajedrez que es Homeland, uno donde las reglas han cambiado, pues Abu Nazir ha muerto y Carrie ya no debe desenmascarar a Brody.

Tiempo después

Con Tin Man Down, una historia escrita por el propio Ganza (junto con Bárbara Hall) Homeland apostó y volvió en grande. Veremos porqué.

Luego de una extensa (pero necesaria) introducción, observamos a los protagonistas adaptados a su nueva realidad, 58 días después de la explosión que destrozó los cuarteles de la CIA. Carrie Mathison ( Claire Danes) tiene que rendir muchas explicaciones a un comité del gobierno presidido por el duro senador Andrew Lockhart ( Tracy Letts), quién no cree una palabra del relato de la agente. Ella sostiene que se desmayó en un baño, cuando en realidad ayudó a que Nicholas Brody ( Damian Lewis) huyera de las autoridades al ser su auto el causante de la detonación.

Imagen Showtime

Por su parte, Saul Berenson ( Mandy Patinkin) siente la carga de ser el nuevo jefe de la agencia, luego de que David Estes perdiera la vida en el atentado. Ahora no tiene a su ex jefe encima todo el tiempo, sino a todo el gobierno de Estado Unidos que le demanda resultados inmediatos y positivos.

Mientras tanto las cosas no están fáciles para la familia Brody. Con un padre declarado enemigo público, presionados por las deudas, dejados a la deriva por el gobierno y acosados por los medios de comunicación, se suma el intento de suicidio de Dana ( Morgan Saylor). Sin mayores detalles, descubrimos a la adolescente recuperándose en un centro especializado y con un nuevo novio. Ahora es responsabilidad de la ex "primera dama" Jessica Brody ( Morena Baccarin) sostener a una familia altamente disfuncional.

Imagen Showtime

Juego de espías

Promediando la mitad del episodio, las cosas se ponen calientes. Saul tiene que ofrecer resultados a sus superiores. Y como solo confía en su nuevo segundo al mando, el ex mercenario Dar Adal ( F. Murray Abraham), sus decisiones involucrarán sí o sí derramamiento de sangre.

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Si no fuera un gran actor como Mandy Patinkin el que da vida al jefe de la CIA, Saul sería un personaje inverosímil. La crisis moral que enfrenta por tomar decisiones de vida o muerte, es poco creíble para alguien surgido de las entrañas de una entidad creada específicamente para eso.

Un dilema similar atraviesa Peter Quinn ( Rupert Friend), quien deberá despachar a un objetivo que circula acompañado de un niño pequeño. Por suerte, esa escena está muy bien ejecutada y es, por lejos, la mejor de todo el capítulo.

Saul organiza una mega operación en tres continentes donde deberá asesinar en 20 minutos a seis de los responsables del atentado en Langley. Pero más allá de los resultados, también se desliza la posibilidad de que atrás de esto haya una amenaza mayor, la de un misterioso terrorista conocido como "El mago".


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Bomba andante

Carrie, alejada del operativo, no solo debe rendir cuentas al comité investigador, sino también a su padre, quién descubre que su hija inexplicablemente dejó la medicación para controlar su bipolaridad. Así, Carrie vuelve a ser una errática bomba de tiempo andante, que se deja dominar por sus instintos. Y flojo favor le concede Saul, reservándole una desagradable sorpresa en la última escena.

Puntaje: 8,50.  Homeland volvió con una de sus mejores historias, planteando un nuevo juego para una platea que ya quería algo distinto del "gato y el ratón". Y tal vez por eso, solo deja una última pregunta sin responder: ¿dónde está Brody?

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