Fantastic Four es tan mala como dicen pero también tiene sus buenos momentos [reseña]

El desastre que resultó ser  Fantastic Four es a esta altura algo sabido por todos.

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Desde hace varios días venimos escuchando las pésimas críticas que ha recibido unánimemente y la gran decepción de los fanáticos, al ver una vez más a Los 4 Fantásticos y todo su potencial desaprovechado en la gran pantalla, lo que se suma a una ya desastrosa producción que venía de antes, incluyendo conflictos entre el estudio y el director y la regrabación de varias escenas, que habían predispuesto a unos cuantos a ver la película con malos ojos.

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Pero como nos debemos a nuestro público, decidimos comprobar todo esto con nuestros propios ojos, sufrirla en carne propia si era necesario, y a pesar de todo lo mencionado anteriormente fuimos a ver Fantastic Four, el nuevo reboot de este legendario equipo de superhéroes de Marvel.

No me decepcionó

En una enorme sala de cine ubicada en un centro comercial, éramos 6 personas en total: un trío de amigos en la primera fila, yo en el medio y una pareja en el fondo (podría haber mentido que éramos 4 para hacer un juego de palabras), síntoma que refleja el gran fracaso de taquilla de Fantastic Four que auguran los especialistas.

Ir con las expectativas así de reducidas tiene una gran ventaja: uno nunca se va a decepcionar demasiado. Fui esperando una película desastrosa y con eso me encontré.

Fantastic Four comete el peor de los errores que una película puede cometer: no entretiene.

No genera prácticamente ninguna cosa en el espectador. Ni risa (hay algunos intentos muy aislados y puntuales de chistes), ni emoción, ni interés. Nunca llega a lograr involucrarnos en la historia.

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Lo único que sí despierta es algo de expectativa por lo que vendrá a continuación, pero es un preámbulo demasiado largo para algo que promete convertirse en lo sustancial de la historia, y cuando esta promesa parece que comienza lentamente a cumplirse, todo sucede demasiado rápido y de repente la película terminó.

La zona no tan negativa

Pero hay tal vez una salvedad digna de mención. Sabiendo que no podía esperar nada de la película, y viéndola con todo el condicionamiento que me impusieron las críticas y los comentarios previos, algunos detalles me parecieron interesantes. Perdón por esto.

Al menos como destellos aislados, como fragmentos de un todo inconexo, que podrían haber tenido cierto potencial en una película mejor lograda.

Por ejemplo:

La secuencia inicial

En el inicio, la película se remonta a la niñez de Reed Richards, cuando era el típico niño demasiado avanzado intelectualmente e interesado por la ciencia como para ser popular en la escuela, y del que todos sus compañeros se burlan.

Pero resulta que hay otro niño que si bien es muy diferente a Reed, por su contexto familiar, su personalidad y sus destrezas intelectuales, también se siente un poco marginado, y los dos terminan formando una improbable dupla que se mantiene por años.

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Un poco más de Jamie Bell como Ben Grimm hubiera sido bueno.

Aunque es una historia mínima, a modo de prólogo, es disfrutable y tiene algo que recuerda vagamente a esas grandes historias de amistad infantil y adolescente en el cine, a la manera de Stand By Me o Super 8.

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Franklin Storm

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Me gustó el personaje de Franklin Storm (Reg E. Cathey), un hombre genuinamente interesado en los avances científicos, sin intereses espurios, que además trata con respeto y hasta admiración en algunos casos a los jóvenes que recluta para su investigación.

Los cuatro casi fantásticos

La secuencia que se da después que son los cuatro reclutados y comienzan a trabajar en la construcción de la “Quantum Gate” es bastante atractiva, con ese sentimiento de camaradería que se genera entre un grupo de jóvenes bastante diferentes entre sí, pero entusiasmados con una idea en común. Desafortunadamente, dura muy poco.

La cuarta dimensión

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Cuando se disponen a viajar a la “otra dimensión”, aquí conocida como “Planeta Cero” (“Zona Negativa” en los cómics de Marvel), la película parece por momentos tomar un rumbo que promete generar intriga y asombro, sobre todo cuando llegan a esta misteriosa cuarta dimensión, que es visualmente cautivante. 

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Lamentablemente, esta escena da lugar a un anticlímax, ya que después del accidente, todo vuelve a la zona de «algo está por suceder», mientras se nos va revelando y explicando muy lentamente las secuelas que experimentaron los protagonistas.

Algo de Dr. Doom y la maldición del final

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Otro momento interesante es la reaparición de Victor Von Doom después del accidente, ahora convertido en Dr. Doom. Su transición a villano es cuidadosamente sostenida, hasta que estalla por completo y genera unos buenos minutos de gran tensión, en los que se puede percibir sin dudas el enorme poder que posee y la gran amenaza que representa.
Nuevamente, esto dura muy pocos minutos.

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De repente nos vemos envueltos en un caos que involucra varias dimensiones, con superhéroes que de la noche a la mañana hacen un uso excepcional de sus poderes, con un villano que con la misma rapidez quiere aniquilar todo el planeta porque sí, pero que es rápidamente vencido, en una secuencia que no sé exactamente cuánto duró, pero se siente como si hubieran sido dos minutos de película.

El asombro y la sorpresa que debería haber generado el la película  Fantastic Four para cumplir con el legado del equipo de superhéroes en los cómics, fue sustituido por el asombro y la sorpresa que nos genera el hecho de que alguien en Fox consideró que esto era una película digna para el reboot de la franquicia.

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