Juan Carlos Sánchez murió en medio del fuego cruzado entre una banda criminal y fuerzas armadas en Culiacán, México, tratando de proteger a su esposa y a su bebé de 8 meses. El gobernador de Sinaloa hizo pasar su muerte como si se tratara de un delincuente abatido, pero días después reconoció que podría tratarse de un "daño colateral".
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