El religioso está convencido de que el diablo existe y por eso fundó una escuela donde, sin más armas que la fe, enseña cómo enfrentar las fuerzas demoníacas. Además de la escuela, el obispo luterano trabaja en la creación del "museo del exorcismo", para exhibir todo lo que ha coleccionado en sus largos años de lucha contra el mal.