PI Ayuda De ImpactoA pesar de su adverso contexto, de perder a su madre por cáncer terminal y tras un doloroso divorcio, esta resiliente mujer no deja de salir a la calle todos los días para darle un futuro mejor a sus hijas y ayudar a otras que están padeciendo situaciones similares o peores a la de ella.
📸 Una madre soltera lucha por sus pequeñas hijas: una padece una condición cardiaca y otra un extraño síndrome
A pesar de su adverso contexto, de perder a su madre por cáncer terminal y tras un doloroso divorcio, esta resiliente mujer no deja de salir a la calle todos los días para darle un futuro mejor a sus hijas y ayudar a otras que están padeciendo situaciones similares o peores a la de ella.
La madre no cuenta con el dinero suficiente para pagar tratamientos médicos ya que en el trabajo que tiene como limpiadora no le alcanza. Una de las pequeñas no puede hablar ni caminar debido a sus dolencias.

Todo era felicidad para Tanya Alcántara, una mujer dominicana que disfrutaba de su recién estado de embarazada de su primera hija, cuando su vida dio un vuelco debido a dos diagnósticos dolorosos: el cáncer terminal de su madre y serios inconvenientes en el corazón de la niña que tenía en su vientre.

Hadassah nacería con una compleja cardiopatía congénita y problemas en la tiroides, que obligaron a esta humilde empleada doméstica a pedir toda la ayuda posible a disposición para solventar todo el tratamiento médico que su pequeña requería.

“No ha sido nada fácil, he llorado mucho por todas las puertas cerradas que fui encontrando”, rememora Alcántara.

Gracias a la Fundación David Ortiz, una leyenda del béisbol dominicano y exjugador de las Grandes Ligas, aunado a apoyos gubernamentales, Hadassah pudo ser intervenida hasta en dos ocasiones.

En medio de ese doloroso pero eficiente proceso al que se sometió su hija, el nacimiento de Dara, la segunda hija de Alcántara, trajo más felicidad a esta mujer, hasta que una nueva pesadilla se instaló cuando la pequeña tenía tan solo cuatro meses de vida.

“Un día alzó mucho los ojos, después no gateó, no pudo voltearse y no caminó; yo iba notando que algo raro estaba pasando”, dice la afligida mujer, quien pronto se dio cuenta que su hija experimentaba convulsiones.

Después de unos extenuantes estudios, los doctores diagnosticaron a Dara con una rara enfermedad genética que puso de cabeza todo su mundo, llenándose de constante desesperación y frustración, todo en medio de un difícil divorcio y ya sin su madre, quien falleció antes.

“Se trata del Síndrome de Pitt- Hopkins, el cual rara vez se hereda de padres a hijos, sino que se genera una mutación en el gen, provocando una discapacidad intelectual importante; a veces incluso pueden entrar en el espectro autista”, explica el neurólogo dominicano, Franly Vásquez.

Tras el diagnóstico, Alcántara supo que tenía que empezar de cero y aferrarse a la necesidad de volver a pedir toda la ayuda posible. “No tengo techo, trabajo o seguro médico; tenía que buscar otra vez medicinas y doctores que nos pudieran ayudar”, dice la afligida mujer.

Dara, de tres años y el primer caso en el país del Síndrome Pitt-Hopkins, no puede hablar, ni caminar y presenta serias dificultades visuales.

Aunque muchas veces, debido a su adverso contexto, Alcántara dice haber tenido ganas de irse de esta vida junto a sus hijas, la valiente madre no deja de ayudar a otras mujeres que sufren una situación peor o similar a la suya.

“Le hemos salvado la vida a una niña y a un niño que intentaron suicidarse; los llevo a lugares donde yo he ido por ayuda”, cuenta con una sonrisa.

Acostumbrada a luchar todos los días, Alcántara dice que lo que más le da miedo es el futuro. Ese donde no quiere ver cómo sus hijas viven desamparadas y en la calle. Por eso sigue caminando con la frente en alto para un día tener una casa propia, medicinas para sus pequeñas y alimentos que les brinden una vida mejor.
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