María Verónica Soto estuvo 45 años separada de sus hijas gemelas luego de que en 1979 se las quitaran en una clínica gubernamental de Chile, cuando las niñas tenían 8 meses de nacidas. Las pequeñas fueron puestas en adopción ilegalmente y las enviaron a Italia. Tras una ardua lucha, y con la ayuda de un banco de ADN en Estados Unidos que conecta a familias perdidas, se logró establecer el vínculo entre ellas y facilitar su reencuentro.
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