Si bien el origen de la espesa humareda está a más de 2,500 millas de la Gran Manzana, aún así logra afectar considerablemente la calidad del aire que respiran los neoyorquinos. Ante esta situación, expertos han pedido a personas con problemas cardiacos o de asma que traten de limitar las actividades al aire libre para así evitar enfermarse.
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