El dueño de la decoración de Halloween colgó maniquíes con gorras rojas y pancartas como metáfora del miedo que, según él, viven los niños inmigrantes separados de sus padres. El montaje ha generado apoyo y rechazo, además de múltiples amenazas contra el hombre. La policía afirma que no ha cometido ningún crimen y está en su derecho de expresarse.
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