Entre risas y llenos de alegría, estos migrantes de origen centroamericano fueron recibidos en Texas para iniciar una nueva vida en suelo estadounidense, alejándose así de la violencia que los perseguía en sus países de origen. “Teníamos más de 10 años sufriendo por la inseguridad y, aunque a veces lo veíamos imposible, estamos muy felices de que haya pasado”, asegura Edilberta Pérez, una de las beneficiadas de este permiso.
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