Las autoridades presumen que la muerte de las siete personas, cuatro adultos y tres menores, pudo tratarse de un envenenamiento por gas o monóxido de carbono, y se descartó el robo o la violencia. Los fallecidos eran oriundos de Subirana, un humilde pueblo en Honduras, donde los familiares iniciaron una campaña en GoFundMe para repatriar los cuerpos.
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