A 32 años del mortal terremoto de 1985, Jesús Francisco Rodríguez sintió un temblor de la misma intensidad que aquel donde perdió a su madre tras su nacimiento. El impacto causó daños irreparables en el edificio donde habitaba con sus padres adoptivos, sin imaginar que otro sismo más lo llevaría a cuestionarse sobre cuál es su misión de vida tras ser un "niño milagro".