Hay muchas mujeres que son divertidas, inteligentes, trabajadoras, dulces y con buenos principios. Sin embargo, aun así, no encuentran a la pareja ideal.
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Cuando alguien te quiere se nota, cuando no, se nota más.
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Falta de amor propio. Inconscientemente, desde pequeñas creemos que la prioridad en la vida es casarnos, ser una excelente esposa y una extraordinaria mamá. Y en el afán de conseguir esas metas nos ponemos en segundo lugar.
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Das demasiado. Si brindas muchas atenciones y te sacrificas excesivamente por alguien más, no serás correspondida de la manera que esperabas.
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Ser directos. Muchas veces no hablamos claro, o lo hacemos mediante ironías o sarcasmos. Ser directos y claros con la pareja es esencial para evitar y resolver conflictos.
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No le entiendes. Cuando conozcas a alguien, trata de participar en sus temas de interés, pero a la vez cuéntale desde el principio sobre las actividades que son placenteras para ti.
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Tienes miedo a abrir tu corazón. El principal problema de quien teme enamorarse es que asocia el amor con dolor, sufrimiento, engaño o destrucción.
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El amor es dulce, sublime, profundo, mágico, maravilloso y ¡no duele!
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Cierras tu círculo. Si deseas que alguien se acerque a ti debes mostrarte realmente accesible. Sonreír siempre es un clave infalible para romper el hielo, abrirte a conocer nuevas personas y no solo basarte en tu círculo social de siempre y juzgar antes de conocer.
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Muestra tú también interés por nuevos temas, actividades, personas. Y no dudes en el momento indicado en integrar a la otra persona a tu grupo de amigos.