A una cheerleader la despiden por una foto en ropa interior y ella quiere demostrar que fue víctima de discriminación

Bailey Davis, por tres años animadora del equipo New Orleans Saints de la NFL, fue despedida por una foto suya en Instagram. Tras el despido, ha interpuesto una queja para mostrar la inequidad que hay en el trato que reciben las cheerleaders frente al que reciben los jugadores.

Un grupo de cheerleaders del equipo de la NFL New Orleans Saints al que pertenecía Bailey Davis.
Un grupo de cheerleaders del equipo de la NFL New Orleans Saints al que pertenecía Bailey Davis.
Imagen Getty images

Bailey Davis, que trabajó durante tres años como cheerleader para el equipo de la NFL New Orleans Saints, fue despedida por haber publicado una foto en su cuenta de Instagram posando en ropa interior con un body de encaje.

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Aunque muchos de sus seguidores anotaron con sarcasmo que el atuendo revelaba mucho menos que su propio uniforme cuando salía a la cancha, los directores del equipo usaron esa imagen como excusa para retirarla bajo el alegato de que estaba quebrando las estrictas normas que les prohíben a las jóvenes que trabajan animando a los equipos publicar imágenes en ropa interior o semidesnudas en sus redes sociales.

El despido ocurrió en enero a tan solo unos días de haber hecho la publicación, pero la historia ha saltado recientemente a los medios porque Davis ha decidido entablar una queja ante la Comisión de Igualdad de Oportunidad de Empleo (Equal Employment Opportunity Commission), la agencia gubernamental que hace cumplir las leyes de los derechos civiles. La cheerleader cree que su despido obedeció a una clara discriminación por género.

Desde que ella se unió a la NFL tuvo claro que sus redes sociales tenían que ser privadas, que no podía aceptar a ningún jugador como su amigo o su seguidor y que si incluso alguno lo intentaba tenía que bloquearlo. Según el diario The New York Times, hay más de 2,000 jugadores de la NFL que usan perfiles con seudónimos, e incluso en esos casos, en los que era casi imposible saber a ciencia cierta quién estaba detrás de una cuenta de Instagram, era responsabilidad de las animadoras mantenerlos fuera de sus redes.

Sabía, además, que nunca podría posar con su uniforme, aunque eso fuera en detrimento de su propia promoción. Y, por supuesto, tenía siempre presente una regla inquebrantable: no podía mantener ningún tipo de contacto ni en persona ni online con los jugadores que alentaba en la cancha, al punto de que si ella entraba a un restaurante y veía que había un jugador, tenía que inmediatamente irse. Incluso si el jugador llegaba después de ella y se topaban en el mismo lugar, ella tenía por obligación marcharse.

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Lo que sí no sabía Davis y, que, de hecho, es la razón que la ha alentado a interponer la queja, es que ninguna de estas reglas le eran impuestas a los jugadores del New Orleans Saints.

“Si las cheerleaders no pueden contactar a los jugadores, lo mínimo que se espera es que los jugadores no puedan contactar a las cheerleaders”, alegó la abogada de Davis, Sara Blackwell, quien ha especificado que el argumento que ha dado el equipo para esta disparidad en lo que pueden hacer las mujeres y lo que pueden hacer los hombres del equipo está sustentada en la idea de protegerlas a ellas de los posibles malos comportamientos de los jugadores, tan comunes y vistosos mediáticamente en el pasado. El argumento parece debatible a todas luces. “No estamos en 1910, estamos en 2018 y en Estados Unidos no necesitamos que las mujeres se anden escondiendo para poder ser protegidas”, ha dicho la abogada.

El caso de Davis ha cobrado especial relevancia porque ha dejado de manifiesto, además, una serie de problemas que ocurren con más equipos y cheerleaders en donde hay robo de salario y pagos injustos. “Estoy haciendo esto por todas ellas, para que puedan hacer lo que aman sintiéndose protegidas y empoderadas y que sean vistas como unas atletas femeninas y que no sean empujadas a las esquinas como si no fueran algo importante”, le ha dicho la joven de 22 años al Times .

Por lo pronto, su cuenta de Instagram se ha vuelto pública y en ella se puede ver cómo Bailey Davis intenta retratar todas sus habilidades como bailarina aun cuando no pueda seguir recibiendo los 10,25 por hora que le solía pagar el equipo.

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