Paola Gambini recuerda que pensó que el dolor de cuerpo y la fiebre que tuvo a finales de julio pasado no sería más que un resfriado, pues incluso tras una semana de padecerlo comenzaba a ceder. Pero en realidad era solo el inicio de una dura batalla por su salud y la de la bebé que llevaba en su vientre a causa del coronovirus.
Tras meses en el hospital y una cesárea de emergencia a causa del covid-19, esta madre por fin conoce a su hija recién nacida
Paola Gambini es una estilista de 32 años de Florida que enfermó con covid-19 cuando tenía 33 semanas de embarazo. Ello puso en grave riesgo su vida y la de su bebé.

“Luego de la primera semana (de estar con resfriado) me sentí un poco mejor. Pero de pronto ya no podía respirar, fue cuando le dije a mi novio que me llevara al hospital, que llamara a una ambulancia”, cuenta Gambini en una entrevista con Univision Noticias. En ese entonces, la mujer de 32 años de Groveland, Florida, había decidido no vacunarse contra el covid-19.
Una vez en la clínica, los doctores le diagnosticaron neumonía y detectaron que su oxigenación estaba baja, por lo que no podía forzar sus pulmones estando embarazada. Horas después, en su segundo día en el hospital, decidieron realizarle una cesárea de emergencia para que pudiera dar a luz a su bebé, a las 33 semanas de gestación.
Su odisea contra el covid-19 le hizo pasar 85 días hospitalizada y recién ahora podrá estar cerca de su hija Liliana.
“Sabía que hacer la cesárea era lo mejor para ella (mi hija), me importaba más su vida que la mía, lo único que quería era que ella saliera bien y que luego hicieran lo que fuera conmigo”.
Casi 3 meses hopsitalizada y lejos de su pequeña hija
“Cuando la sacaron (a mi hija) y vi que estaba gordita y sana, fue cuando todo comenzó. El doctor me dijo que me trasladarían a otro hospital para tratar mi neumonía, por lo que la bebé se quedó con su papá y mi familia. En ese momento supe que era grave”.
La madre explica que apenas fue transferida al hospital Orlando Health Regional Medical Center, localizado en esa ciudad de Florida, le suministraron oxígeno a través de un ventilador y posteriormente la intubaron para darle de comer. Así permaneció dos semanas, hasta que tuvo un accidente al intentar quitarse el tubo por la desesperación e incomodidad que le causaba.
Ante esta situación y la poca mejoría, los médicos decidieron suministrarle oxígeno a través de una máquina ECMO, la cual funciona insertando un tubo de plástico en una vena o arteria grande a través del cuello o el pecho del paciente y luego bombeando sangre del cuerpo a un oxigenador que también elimina dióxido de carbono.
“Cuando desperté me dijeron que me habían metido un tubo por la tráquea para respirar", dice la mujer, quien permaneció así durante 45 días.
En la entrevista, Gambini, quien trabaja como estilista, reconoce que perdió la noción del tiempo debido al coma inducido en el que estuvo durante más de un mes, y que fue gracias a una conversación con una enfermera que pudo entender que llevaba hospitalizada un par de meses en total.
“Una enfermera entró y me preguntó que cuántos meses tenía mi bebé. Yo le respondí que tenía como tres semanas", relata. “Cuando volvió mi novio le pregunté cuánto llevaba (internada) y fue cuando él me dijo que llevaba dos meses y que mi hija ya tenía 8 semanas”.
“’¿Es grave?’ Le pregunté a mi novio, porque no podía mover mi cuerpo, me sentía paralizada y no sabía que pensar”, recuerda de aquellos días Gambini, quien al despertar en el cuarto, asegura que únicamente escuchaba el sonido de las máqinas que le ayudaban a respirar.
Su pareja y las enfermeras, sus aliados contra el coronavirus
Gambini finalmente recibió el alta el pasado 22 de octubre y se encuentra todavía en proceso de recuperación en su hogar. Reconoce que la ayuda de su novio, Michael Hazen, y de las enfermeras del hospital fue clave, pues nunca dejaron de recordarle que tenía un bebé por quien luchar.
“Tienes una bebita, vas a salir, solo levántate, vamos a ir a la silla (caminadora); y no me dejaban decirles que no”, recuerda con emoción Gambini. De a poco fue mejorando. El día en que por fin pudo caminar sola lloró de la emoción, pues pensó que nunca lo volvería a hacer.

Su pareja colocó fotos por toda la habitación y se encargó de grabar en video a su hija todas esas semanas. Y cuando ella despertó pudo tener contacto a distancia con su familia y su hija a través de videollamadas. “Hacíamos (llamadas a través de la app) Facetime y mis padres me decían que cada vez que (mi hija) escuchaba mi voz volteaba a todos lados, que me estaba buscando”.

Hubo un día en que el equipo médico preparó junto a Hazen una sorpresa en el cumpleaños de Gambini, el 3 de septiembre, para reunirla con su hija por primera vez desde que dio a luz. "Recuerdo que desperté y me cantaron feliz cumpleaños y me preguntaron si estaba lista para ver a mi bebé", dijo Gambini.
"Al fin pude abrazarla pero mis brazos estaban tan débiles que sentía que se me caía de las manos".
El error de no vacunarse a tiempo contra el covid-19
En un país con más de 750,000 muertes a causa del covid-19, Gambini tomó una decisión similar a la de miles de personas en Estados Unidos: no vacunarse por pensar que la inoculación no es segura.
“Yo pensaba que mi cuerpo era como de superhumano y que con cuidarme sería suficiente. Estaba gestando a una bebé que me protegía del resfriado, pensé que con vitaminas estaría bien, pero la realidad es que no fue así", reconoce.

Si bien la pequeña Liliana nació sana y sin contraer el virus, su madre sabe que esto casi le cuesta la vida debido al gran deterioro que sufrieron sus pulmones a causa del covid-19, por lo que asegura que tras todo lo vivido, se habría vacunado sin pensarlo.
“Sí, me habría vacunado, si supiera de alguien tan cerca de mi que pasó lo que yo pasé, sí. Yo no sé cómo me veían los demás, pero cuando vi mis fotos estando ahí en la cama, parecía muerta. Eso me hizo llorar”.
Hoy, Gambini asegura que su salud va mejorando paulatinamente. Pero no olvida que que cuando volvió a casa le costaba subir las escaleras y tenía algunas dificultades para respirar, e incluso todavía tiene que cargar con un tanque de oxígeno suplementario.
“Finalmente ya terminé con todos los tratamientos, ahora solo me queda quitarme el oxígeno, espero que para Navidad pueda lograrlo”.
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