Nací en un país donde, hasta hace poco, apenas se hablaba o se fomentaba el emprendimiento. La mayoría de los jóvenes querían, y muchos siguen queriendo hacerlo, terminar sus estudios para ser funcionarios de gobierno, empleados de alguna gran empresa o para ejercer la profesión para la que se estaban preparando. Pero muy pocos estaban dispuestos a lanzarse a la aventura de ser emprendedores.
Ser emprendedor merece la pena
“Fíate de aquellos que, como tú, han sido capaces de emprender, de ser innovadores y de sacar adelante sus proyectos”.

Desde muy joven tuve siempre una inquietud. No había oído hablar, ni tenía la más mínima idea de lo que era ser emprendedor. Pero sí sabía que no quería conformarme con ser lo mismo que el resto de personas que veía a mi alrededor. Sabía que tenía que formarme y terminar mis estudios, muy a mi pesar, ya que no fui el mejor estudiante del colegio. Aun así, los terminé. Pero no me veía preparando unas oposiciones o trabajando jornadas interminables en despachos u oficinas de otras personas. Tampoco me veía ejerciendo la profesión liberal de mis padres. Sabía que quería hacer algo diferente, hacer algo más. Y comencé muy pronto a tratar de llevar a la práctica aquellas ideas que bullían en mi cabeza.
Si acudimos, una vez más, al diccionario de la Real Academia Española, este define el emprendimiento como “ acción y efecto de emprender o como cualidad del emprendedor”, que según el mismo diccionario es aquel “ que emprende con resolución acciones o empresas innovadoras”.
Emprender, con resolución, acciones o empresas innovadoras. Pues, ni más ni menos, eso es lo que hice, sin tener realmente ni idea ni conocimiento de que estaba siendo un emprendedor. Ya en el colegio, donde cursaba mis estudios de bachillerato, comencé usando una red de contactos y posteriormente una página web para conectar personas y compartir noticias. Más tarde, desde esa plataforma, lancé una marca de camisetas y monté una red de fabricación y distribución. Pero era demasiado joven, impulsivo, inexperto y, sin duda, poco formado. Y fracasé. En sendas ocasiones. Y me caí, y me volví a levantar ya que fue de esos fracasos de donde aprendí muchas cosas.
Decidí concluir mis estudios universitarios y tras un largo viaje, del que ya os he hablado, acabé estudiando un MBA en Estados Unidos, que me ayudó a formarme y que me dio la posibilidad de comenzar a hacer realidad muchas de aquellas ideas y proyectos que siempre había pensado. Esta vez con una base de conocimientos que anteriormente no poseía, empecé a entender que fracasar no es un error, que fracasar es el paso previo al triunfo y que el que no fracasa o se equivoca en algún momento no aprende. Puedo decir con la cabeza bien alta que ha sido, desde mis fracasos, cuando más he aprendido, pues puedo volver a mis cicatrices y acordarme de las heridas que se produjeron a raíz de decisiones equivocadas. Es recordando esas cicatrices que actualmente tomo decisiones para que no se repitan. Esto no implica que tengo el antídoto para triunfar, ni mucho menos. Lo que significa es que puedo llegar a la misma conclusión antes, basándome en errores cometidos en el pasado. A partir de ahí entré en el mundo de los fondos de inversión en Nueva York, de la constitución de empresas en muchas industrias distintas y apasionantes.
Es cierto que no recibí una formación ni especial ni específica para ser emprendedor. Y seguramente sea necesaria. Pero lo fundamental es seguir el impulso que uno tiene y no conformarse. Es necesario arriesgar y arriesgarse y ser imaginativo para poder hacer realidad lo que quieres. No es necesario ser un kamikaze como yo y lanzarse a la aventura del emprendimiento sin ninguna noción del riesgo. Se puede empezar paso a paso. Se puede ser emprendedor en el lugar donde uno trabaja. Tratar de implementar ideas y proyectos innovadores, cuestionar el statu quo.
¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Qué te digan que no? Al menos lo habrás intentado. Fue de mis primeros intentos donde aprendí muchas cosas. Lo primero, a tratar de no involucrar a quienes tienes cerca. En segundo lugar, me faltó formación. Cuando eres joven te comes el mundo y crees saber de todo, pero no es cierto. Es necesario, para entrar en ese mundo, tener una base, lo más sólida posible. Y si no la tienes trata de rodearte de los mejores, en cada momento, que te ayuden a hacer realidad lo que crees y a hacerlo bien.
Y aprende a escuchar, es fundamental. Fíate de aquellos que, como tú, han sido capaces de emprender, de ser innovadores y de sacar adelante sus proyectos. Escúchales y aprende de ellos. Y ante los fracasos, que pueden ser muchos, no decaigas. No te pares, saldrás fortalecido. Aprende de los errores y trata de no volver a cometerlos. La vida es una consecución de decisiones, tomes la que tomes, sigue adelante, levántate, aprende. Esto es lo que te hará llegar fielmente a la siguiente fase de tu vida.
Si volviese a nacer sin duda volvería a seguir esos impulsos y a no pararme. Creo que ser emprendedor es una de las cosas de las que más orgulloso estoy y que más satisfacciones me ha dado. Merece la pena.
Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.








