Opinión: Lo bueno y lo malo de los debates presidenciales

El periodista considera que los debates presidenciales prestan un inestimable servicio a la democracia y pueden y deben ser mejores


Por Daniel Morcate, miembro de la unidad política de Noticias Univision

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Hubo una época aún reciente en que prestigiosos críticos como el ya fallecido periodista Walter Cronkrite descalificaron nuestros debates presidenciales como un “fraude inmoral” de nuestra democracia. Se referían a las pequeñas y grandes trampas que rodeaban estos ejercicios en retórica política. Esas trampas no han desaparecido del todo. Pero se han reducido bajo el peso de las críticas constructivas y la necesidad de los dos grandes partidos políticos de adecentar el espectáculo de los debates. El resultado salta a la vista. Este año se están batiendo récords de teleaudiencia en estas presentaciones de políticos animados por la fiebre de llegar a la Casa Blanca. Por todo el país se celebran concurridos “watch parties”, como si se tratara de partidos de la Serie Mundial o del Super Tazón. Incluso los precandidatos de oposición auspician los festejos, aunque solo sea para despellejar a sus rivales por las redes sociales. Pero ya no cabe la menor duda. Los debates se han convertido en un elemento importante e imprescindible de nuestra democracia, aunque todavía quede margen para perfeccionarlos.

Mi último noticiero
Jorge Ramos

“Al decir esta noche mis últimas palabras en el noticiero, me quedé pensando en todo lo que me queda por delante. Después de todo, los periodistas nunca se retiran. Estamos condenados toda la vida a perseguir noticias, a perseguir lo nuevo”. <br/>

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Inventando otro Macondo
Jorge Ramos

“El reto de la serie era, en el mejor de los casos, complementar al libro y dar una visión, entre millones, de cómo era la vida en Macondo. Y lo logra. Agradezco las narraciones tomadas íntegramente del libro y las magníficas actuaciones marcadas por las páginas más que por las improvisaciones”.

Cómo vencer a Trump
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<b>“</b>En la cabeza de Trump todo conspira para demostrar su poder. Ganó la elección y el voto popular, se desvanecen los juicios en su contra, y legalmente se siente protegido para hacer lo que se le pegue la gana. Se siente en el tope. Es en este contexto que Trump amenazó con la imposición de aranceles contra México, Canadá y China”.

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En México nadie sabe cómo
Jorge Ramos

<i>“Duele pero hay que decirlo: en México nadie sabe cómo detener la violencia. Si lo supieran, ya lo hubieran intentado. Lo que hemos visto desde la época de Felipe Calderón, cuando se declaró la guerra contra los narcos, son distintos experimentos -todos fallidos- para enfrentar la violencia”.</i>

La cruel y tonta idea de las deportaciones masivas
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<i>“Causarán un daño irreparable a miles de familias y a la economía estadounidense. No se trata de expulsar a los indocumentados sino de integrarlos a este país. Sería mucho más barato y efectivo. Pero Trump y sus asesores solo se oyen a sí mismos”.</i>

Trump: una amenaza para México
Jorge Ramos

“Hay mucho que negociar antes que Trump tome posesión el 20 de enero. Pero el peligro de deportaciones masivas, aranceles y hasta de operaciones militares en su territorio ha puesto en alerta a la nueva presidenta de México. Sheinbaum y Trump ya hablaron y se dijeron esas cosas huecas que se dicen los presidentes por teléfono”.

Y si los latinos deciden la elección…
Jorge Ramos

“La realidad es que cada vez hay más votantes latinos. Este año hay 36.2 millones de hispanos elegibles para votar, casi cuatro millones más que en 2020, según el centro Pew. Y aunque no todos van a salir a votar, los que lo hagan serán suficientes para definir quién será el próximo presidente o presidenta de Estados Unidos”.

El enemigo perfecto
Jorge Ramos

“Gane quien gane la elección en Estados Unidos, las cosas van a empeorar para los recién llegados. Los inmigrantes son el enemigo perfecto en esta campaña electoral. Son muy vulnerables, lo dejaron todo en su país de origen y no se pueden defender de los ataques injustificados de los políticos que solo quieren ganar votos”.

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  El mundo imaginario de Donald Trump
Jorge Ramos

&quot;En este caso, nos toca apuntar y corregir todas las mentiras que Trump ha dicho -y que sigue diciendo- sobre los inmigrantes, sobre la insurrección del 6 de enero del 2021 y sobre todos los esfuerzos ilegítimos por negar los resultados de las elecciones del 2020. Las democracias mueren, primero, desde dentro&quot;.

Por la familia, todo: Ruben Gallego sobre su candidatura para ser el primer senador latino de Arizona
Rubén Gallego

&quot;A los 14 años, vi a mi familia y a mi comunidad y me dije: hay un futuro mejor para nosotros; podemos progresar y las cosas pueden mejorar. Todo lo que hago y lo que soy tiene sus raíces en mi comunidad latina, y me llena de humildad poder llegar a representar a nuestra comunidad en el Senado. Es un deber que asumiré con orgullo y mucho honor.&quot; Read this content in <a href="https://www.univision.com/univision-news/opinion/por-la-familia-todo-ruben-gallego-on-running-to-be-arizonas-first-latino-senator" target="_blank" link-data="{&quot;cms.site.owner&quot;:{&quot;_ref&quot;:&quot;00000147-f3a5-d4ea-a95f-fbb7f52b0000&quot;,&quot;_type&quot;:&quot;ae3387cc-b875-31b7-b82d-63fd8d758c20&quot;},&quot;cms.content.publishDate&quot;:1726508152821,&quot;cms.content.publishUser&quot;:{&quot;_ref&quot;:&quot;0000017b-d1c8-de50-affb-f1df3e1d0000&quot;,&quot;_type&quot;:&quot;6aa69ae1-35be-30dc-87e9-410da9e1cdcc&quot;},&quot;cms.content.updateDate&quot;:1726508152821,&quot;cms.content.updateUser&quot;:{&quot;_ref&quot;:&quot;0000017b-d1c8-de50-affb-f1df3e1d0000&quot;,&quot;_type&quot;:&quot;6aa69ae1-35be-30dc-87e9-410da9e1cdcc&quot;},&quot;link&quot;:{&quot;target&quot;:&quot;NEW&quot;,&quot;attributes&quot;:[],&quot;url&quot;:&quot;https://www.univision.com/univision-news/opinion/por-la-familia-todo-ruben-gallego-on-running-to-be-arizonas-first-latino-senator&quot;,&quot;_id&quot;:&quot;00000191-fbe7-dddd-a5f7-ffef61bf0000&quot;,&quot;_type&quot;:&quot;ff658216-e70f-39d0-b660-bdfe57a5599a&quot;},&quot;linkText&quot;:&quot;english&quot;,&quot;_id&quot;:&quot;00000191-fbe7-dddd-a5f7-ffef61bb0000&quot;,&quot;_type&quot;:&quot;809caec9-30e2-3666-8b71-b32ddbffc288&quot;}">english</a>.

Los debates presidenciales son una tradición arraigada de la democracia norteamericana. Los historiadores aún se hacen eco de su nacimiento en los 1860, cuando el republicano abolicionista Abraham Lincoln pulverizó con el verbo y las ideas al demócrata esclavista Stephen A. Douglas en siete encuentros en distintos estados y ciudades del país. Entonces se disputaban un escaño en el Senado, pero sus polémicas sirvieron de base para su posterior confrontación por la Casa Blanca que, por fortuna, ganó Lincoln. En los años 1940 se efectuaron los primeros debates radiales entre precandidatos presidenciales. Y en 1960, el joven senador demócrata John F. Kennedy le subió la parada al vicepresidente republicano Richard Nixon en el primer debate para la elección general transmitido por televisión. Se había consolidado así una civilizada costumbre electoral que Estados Unidos eventualmente exportaría a democracias emergentes.

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En su moderna encarnación, los debates presidenciales permiten al votante promedio, como usted y como yo, estimado lector, conocer más de cerca a quienes aspiran a gobernar al país. También son altamente educativos, pues les brindan a los candidatos la oportunidad de exponer de manera concisa, ante millones de personas, sus principales posturas políticas. Suelen revelar, además, rasgos esenciales de la personalidad de los aspirantes, especialmente aquellos rasgos que nos permiten discernir cómo responderían bajo fuerte presión. Esto es posible gracias a la combinación de las preguntas incisivas que les hacen los periodistas y los ataques verbales que les lanzan sus rivales. De más está agregar que el candidato que fácilmente pierde la calma en un debate, el que muestra una mecha demasiado corta, suele quedarse en el camino.

Pero aunque prestan un inestimable servicio a nuestra democracia, los debates presidenciales pudieran y debieran ser todavía mejores. Sus críticos le reprochan con razón el control casi absoluto que sobre ellos ejercen los dos partidos dominantes. Demócratas y republicanos se han confabulado en el último cuarto de siglo para evitar que organizaciones independientes, como la Liga de Mujeres Votantes, ayuden a establecer las reglas. De esta forma han hecho prácticamente imposible que en ellos participen candidatos independientes. Esto en parte explica por qué algunos que probablemente lo serían bajo otras circunstancias, como Donald Trump, Bernie Sanders y Ben Carson, hayan tenido que vestir los colores de los dos grandes partidos para no quedarse fuera no solo de los debates sino de la contienda en general. Durante las primarias, el Comité Nacional Demócrata y el Comité Nacional Republicano organizan los certámenes entre los precandidatos de sus respectivos partidos. Y durante la campaña final por la Casa Blanca, los organiza la Comisión de Debates Presidenciales, una criatura estricta e interesadamente bipartidista que surgió hace 28 años.

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Gracias al enorme control que ejercen, los partidos republicano y demócrata han rodeado los debates de opacidad. En 1987, la Liga de Mujeres Votantes acusó a las campañas de George H.W. Bush y Michael Dukakis de haber suscrito un “memorando de entendimiento” mediante el cual decidieron qué candidatos participarían. En 2012 la organización cívica Open Debates denunció la existencia de un contrato secreto entre las campañas de Barack Obama y Mitt Romney mediante el cual se habría informado de antemano a los candidatos sobre algunos de los temas que se tratarían en los debates. Son manchas lamentables que ensombrecen el expediente de una institución por lo demás valiosa e indispensable de nuestra democracia. Se pueden y se deben superar garantizando la transparencia del proceso, es decir, divulgando todas las reglas que rigen los debates y eventualmente colocando sus riendas en manos independientes, como solía ocurrir hasta 1998.