Le costó trabajo y le tomó demasiado tiempo. Pero el rey de Facebook, Mark Zuckerberg, finalmente dijo lo siento. A regañadientes y venciendo la timidez que profesa por las cámaras de televisión, Zuckerberg se disculpó por manipulaciones de los perfiles de decenas de millones de usuarios de su famosa red social que ayudaron a engendrar dos de los movimientos reaccionarios más grandes en la historia de las democracias modernas: el brexit o la salida intempestiva del Reino Unido de la Unión Europea y la grotesca elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. “Esto fue un abuso de confianza”, confesó Zuckerberg. “Lamento no haber hecho más en ese momento”. Antes de que se aplaque el escándalo, probablemente descubriremos otras manipulaciones similares al servicio de las peores causas y de los políticos más despreciables en otras regiones del mundo.
Mark Zuckerberg dice lo siento
“Zuckerberg y otros dirigentes de la empresa tienen la obligación de colaborar en las investigaciones que han iniciado las autoridades británicas y la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos.”


El asunto iba más o menos así. Durante años, Facebook se alquiló a firmas especializadas en recabar datos personales, como la británico-estadounidense Cambridge Analytica, la canadiense AggregateIQ y otras para que usaran sus aplicaciones en la red social con fines aparentemente inocentes. Pero esas firmas en realidad eran mercenarias. Utilizaban los perfiles obtenidos para acceder sin permiso a los de millones de seguidores de las personas que voluntariamente participaban en sus juegos inocentes. Luego creaban perfiles psicológicos de todos los usuarios para vendérselos a las campañas políticas de candidatos y causas innobles para que los bombardearan con propaganda. Esa propaganda típicamente consistía en mentiras y medias verdades diseñadas para apelar a las emociones –por ejemplo, mediante teorías conspirativas y la satanización de adversarios políticos– en vez de a la inteligencia y el raciocinio de las personas. De esta forma facilitaban su manipulación y las inclinaban a votar por causas y figuras deleznables, como Brexit y Trump.
Tal vez todo este oscuro tinglado habría permanecido oculto de no haber sido por las revelaciones de un soplón, Christopher Wylie. El joven canadiense participó activamente como empleado de Cambridge Analytica en estos montajes. Pero asegura haber sentido remordimientos de conciencia. Hoy martes declaró en el Parlamento británico, el cual investiga los chanchullos: “la elección de Donald Trump me hizo denunciar” todo eso. Wylie cuestiona asimismo la inocencia que profesa Zuckerberg, quien hasta ahora solo ha admitido el haber confiado candorosamente en la promesa de Cambridge Analytica y otras empresas por el estilo de destruir los bancos de datos de los usuarios de Facebook.
El billonario neoyorquino Robert Mercer es uno de los principales accionistas de Cambridge Analytica. Y uno de los mayores trogloditas de Estados Unidos. Fue dueño del libelo Breitbart hasta el año pasado. Ha sido enemigo jurado de la Ley de Derechos Civiles de 1964, promotor de causas ultraconservadoras, como Brexit, y donante generoso de la campaña presidencial de Trump. Uno de sus ahijados políticos es Steve Bannon –exasesor del presidente Trump–, quien llegó a ocupar la vicepresidencia de Cambridge Analytica cuando presuntamente tuvo lugar la manipulación de los usuarios de Facebook. Zuckerberg y otros dirigentes de la plataforma lo sabían desde hace años. Pero guardaron un bochornoso silencio para proteger la reputación y los intereses económicos de su empresa. Ni siquiera tuvieron la honestidad de contárselo a legisladores del Congreso cuando éstos los convocaron a testificar sobre el rol que jugó Facebook en la injerencia rusa en nuestras elecciones de 2016. Optaron por enviar a sus abogados para que enredaran la verdad y los hechos en una intrincada madeja de declaraciones leguleyas.
Las empresas de análisis que se prestaron para manipular a los clientes de Facebook y los candidatos que alentaron la maniobra son los principales culpables de la manipulación. A ellos, en parte, les debemos el alarmante éxito de los movimientos retrógrados de Brexit y del trumpismo, los cuales ahora padecen justos por pecadores. Pero Facebook también debe asumir una cuota importante de responsabilidad.
Zuckerberg y otros dirigentes de la empresa tienen la obligación de colaborar en las investigaciones que han iniciado las autoridades británicas y la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos. Deben, además, responder a las inquisiciones de los fiscales generales de 37 estados, quienes este lunes les pidieron que expliquen cómo supervisaron lo que hacían las firmas mercenarias con los perfiles de sus usuarios. Y, sobre todo, les deben a los gobiernos democráticos y a los usuarios de la red social una explicación veraz y transparente de las medidas que están tomando para proteger la privacidad de sus más de 2,000 millones de cuentas.
No es la primera vez ni será la última en que un notable invento tecnológico, creado para fomentar la comunicación y la solidaridad humana, degenere en un arma de doble filo capaz de infligir graves danos a personas inocentes. Zuckerberg y Facebook ya están pagando un alto precio con el menoscabo de su reputación y las pérdidas billonarias que ha sufrido el valor de su empresa. Pero aún están a tiempo de atajar la estrepitosa caída. Para lograrlo deberían ir mucho más allá de las disculpas. Además de colaborar con los investigadores, su obligación impostergable es garantizar la protección de la privacidad de quienes aún confían en su plataforma.
Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.







