Dado que me crié en Nueva York, viví gran parte de mi vida en América Latina y ahora resido en Miami y Washington DC, confieso no ser experto en música country. Sin embargo, desde que me expuse a este maravilloso género musical estadounidense siendo un joven marine, las melodías nasales y las letras de las canciones sobre granjeros laboriosos, obreros en apuros, vaqueros solitarios, amantes del alcohol y parroquianos dominicales, han sido un elemento constante en la banda sonora de mi vida.
La confusión cultural de Trump: un llamado a los fanáticos del country disfrazado de reguetón y rap
A pesar de la retórica de Trump que ensalza las viejas virtudes del centro de Estados Unidos, que están más a tono con la música country, les ha vendido a sus partidarios una visión de Estados Unidos que refleja con mayor fidelidad los elementos ególatras e individualistas del reguetón y el rap.


Pero es mucho más probable que en los bares, restaurantes y otros espacios públicos que suelo frecuentar a lo largo de la costa este de Estados Unidos y en toda América Latina se ponga reguetón y rap. Confieso que sé incluso menos sobre estos géneros que sobre la música country, pero el contraste entre estos dos populares estilos de música brinda una visión interesante e irónica sobre cómo el presidente Trump atrapó y mantiene a sus partidarios... y cómo los continúa engañando.
Comencemos con las letras de la música country y los vínculos obvios con la retórica de campaña de Trump. El country habla sobre los valores de antaño. Es un convencido rechazo a lo citadino en favor de un paseo tranquilo en una camioneta con la novia de la secundaria, y de besos robados al final del camino, donde el arroyo es más ancho y el amor entre un buen hombre y una buena mujer florece como la noche en que llovieron estrellas sobre Alabama. Irradia sinceridad en su glorificación del hogar, la seguridad, la comunidad. Un poco de escándalo, equilibrado por el republicanismo jacksoniano clásico que rechaza al hombre, al gran gobierno y a cualquier otra autoridad que “no sea de estos lares”.
Estos lares son un paisaje tanto psicológico como físico en el que las pegatinas de “Don't Tread on Me” (No me pisotees) y de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) ocupan un lugar prominente en las camionetas fabricadas en Estados Unidos. Las letras de la música country a menudo hablan sobre el servicio militar, sobre educar a los niños para que se sacrifiquen por sus ideales, y a las mujeres para que hagan lo propio para mantener vivos los valores familiares tradicionales contra la adversidad. Por lo general, se denosta a quienes se dan aires de grandeza e intentan pertenecer a cualquier élite (excepto a los pilotos de NASCAR o los jinetes de rodeo).
Es el leitmotiv musical del “Make America Grate Again”, con la añoranza melancólica de tiempos más simples y mejores. Sus mensajes son accesibles de inmediato y no hay un lenguaje codificado en ellos... “ese lenguaje liberal de la gran ciudad que injustamente nos llama racistas simplemente porque creemos en la seguridad fronteriza y el estado de derecho...", como me han dicho algunos queridos amigos.
Sin hacer juicios de valor, es evidente que la mayor parte del rap y el reguetón modernos provienen y pertenecen, literalmente a otro país dentro de Estados Unidos. Se producen principalmente por y para el público negro e hispano, aunque no exclusivamente. De hecho, su atractivo universal es sorprendente.
Temáticamente, estos dos géneros se enfocan más en la adquisición y celebración del dinero, el poder y el estatus. Sus videos muestran mujeres a menudo serviles y con escasa ropa que desfilan ante un grupo de pretendientes que las cortejan. Al rap, en particular, se le ha criticado durante mucho tiempo por la glorificación de la violencia, las rivalidades entre pandillas y la misoginia de ciertos artistas.
Rara vez se discuten temas relacionados on los valores, con la excepción de la fanfarronería del “RESPETO” a golpes de pecho, que a menudo surge como el gran deseo del rapero que recibe insultos de colegas, maestros o jefes –todos frecuentemente pertenecientes a una "sociedad respetable”–. Aunque el amor y el enamoramiento son temas igualmente regulares en el rap y el reguetón, es correcto decir que no es la música que frecuentemente se escucha en los mítines de Trump.
Por lo tanto, he aquí la ironía. Trump les ha vendido a sus partidarios, una minoría de estadounidenses cuyos valores profesos se alinean bien con la música country, una visión de Estados Unidos que refleja con mayor precisión los elementos ególatras e individualistas del reguetón y el rap.
Una vez más, es importante aclarar que ésta es una generalización. Hay ejemplos de ambos tipos de música que hablan sobre todo tipo de problemas y valores. Pero nos enfocamos en el estereotipo, precisamente porque la forma de hacer política de Trump sigue estando sólidamente arraigada en impresiones estereotipadas y superficiales.
Se jacta de no pagar impuestos y afirma que “es porque soy inteligente”. Y porque es multimillonario siente que tiene el poder para agarrar a las mujeres por la misma parte de la anatomía que los cantantes de gangsta rap suelen hacer en sus videos. Se golpea fuertemente el pecho y afirma que a Estados Unidos finalmente se le respeta en todo el mundo cuando las encuestas objetivas demuestran que sucede lo contrario. La vida personal de Trump ciertamente no cuenta con el aval de los predicadores rurales que intentan modelar el comportamiento de sus feligreses a la imagen de un Jesús compasivo, indulgente y justo. La mayoría de los vaqueros lo reconocerían a una milla de distancia en cualquier bar como el fanfarrón de Nueva York de las canciones sardónicas de Waylon Jennings o Willie Nelson.
En resumen, ni Donald Trump, ni las políticas de su administración representan realmente los valores o el estilo de vida que la música country a menudo lamenta como un tiempo pasado, sin embargo, les vende a sus partidarios la visión de que puede recuperarlo, mientras que a su vez los engaña con charlatanerías propias de un vendedor de feria ambulante.
Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es). Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.







