Ni las protestas de los demócratas. Ni las informaciones verificables de la prensa “ mainstream”. Ni las denuncias de académicos y activistas. Ni las burlas de los comediantes. Nada ni nadie lograron que los medios ultraderechistas (por llamarles de alguna manera) del país admitieran la verdad de que Joe Biden y Kamala Harris ganaron en buena lid las elecciones y rechazaran la colosal mentira propagada por Donald Trump de que su derrota se debió a fraude.
Jaque a la industria de la histeria ultraderechista
"En un ambiente democrático ideal, las demandas judiciales contra cualquier medio de comunicación serían innecesarias y contraproducentes. Cabría esperar que, en el libre mercado de las ideas y la información, la inmensa mayoría de las personas premiasen a los medios que informan la verdad y orientan y castigasen con su rechazo a los que desinforman y desorientan".


El milagro de que finalmente chocaran con la realidad lo han conseguido demandas judiciales billonarias que les han presentado a algunos de esos medios y sus figuras principales las empresas de sistemas electorales Dominion y Smartmatic. Pero para algunos demandados, el reencuentro con la realidad pudiera haber llegado demasiado tarde.
En un ambiente democrático ideal, las demandas judiciales contra cualquier medio de comunicación serían innecesarias y contraproducentes. Cabría esperar que, en el libre mercado de las ideas y la información, la inmensa mayoría de las personas premiasen a los medios que informan la verdad y orientan y castigasen con su rechazo a los que desinforman y desorientan. Pero la democracia casi nunca ha alcanzado ese estado ideal. Y la popularidad y el mal uso de las redes sociales por parte de personajes inescrupulosos está distorsionando la libre competencia de las ideas hasta niveles perturbadores que pueden poner en riesgo incluso a las democracias más estables, como era la de Estados Unidos hasta que aparecieron Donald Trump y su delirante movimiento de suprematismo blanco.
Dominion Voting System demandó al exabogado de Trump, Rudolph Giuliani, y le reclama $1 mil 300 millones por propagar la mentira de que sus dueños eran comunistas venezolanos que propiciaron un extenso fraude para darles la victoria a Biden y Harris. Smartmatick USA demandó a Giuliani, a la también exabogada de Trump Sidney Powell, a Fox News y a los presentadores de Fox Lou Dobbs, Maria Bartiromo y Jeanine Pirro para exigirles $2 mil 700 millones por conspirar para propagar falsas afirmaciones de que la empresa tecnológica ayudó a “robar” las elecciones presidenciales. No son todos los que están ni están todos los que son. Pero se espera que pronto se anuncien nuevas demandas y demandados.
Estos reclamos judiciales transitarán por un camino legalmente escabroso. Los acusados apelarán a las protecciones a la libre expresión que ofrece la Primera Enmienda a la Constitución. Y los acusadores deberán demostrar no solo que los demandados les han causado graves daños materiales – la pérdida de cientos de millones de dólares en contratos de trabajo - y morales – la merma de su reputación profesional y seguridad personal- sino también que lo hicieron a propósito, es decir, a sabiendas de que diseminaban falsedades con aviesas intenciones. Mas incluso antes de que se ventilen en las cortes, las demandas ya están corrigiendo de manera significativa las distorsiones antidemocráticas que provocaron los acusados y otros sospechosos.
Por ejemplo, Fox News, Fox Business, Newsmax y One American News Network, que en conjunto forman una industria de la histeria ultraderechista, se han visto obligados a admitir en sus principales espacios televisivos que las empresas a las que atacaron no participaron en fraude alguno. Fox transmitió la aclaración en los mismos espacios en los que sin miramientos propagó las mentiras de Trump sobre las elecciones. Y la semana pasada sacó del aire intempestivamente a Lou Dobbs, la figura más popular de Fox Business, a pesar de que todavía se halla bajo contrato.
La emisora WABC de Nueva York transmitió la aclaración de que no necesariamente comparte las opiniones de su comentarista chiflado Rudolph Giuliani; y lo hizo sin avisarle antes de que comenzara su programa. Y un presentador de Newsmax rebatió los infundios sobre las elecciones de Mike Lindell, presidente de My Pillow y trumpista furibundo, y lo dejó con la palabra en la boca durante un show en vivo.
Presenciamos así una extraordinaria confrontación entre las leyes y normas contra la difamación, las cuales protegen la reputación de personas y negocios, y las leyes que amparan la libertad de expresión garantizada por la Primera Enmienda. Sin embargo, esta vez no están en juego solamente los intereses particulares de demandantes y demandados, de las empresas a las que perjudicó la difamación sistemática y a los medios y figuras trumpistas que las calumniaron. También lo están la verdad y el derecho de los ciudadanos a conocer la verdad y a actuar en consecuencia para disfrutar y proteger la democracia y las libertades que esta conlleva.
La industria de la histeria ultraderechista explota sin escrúpulos las inseguridades y vulnerabilidades de millones de personas con el fin de hacer dinero y acumular poder. Independientemente de los resultados en las cortes, las demandas que ahora enfrenta la están obligado, por primera vez, a reflexionar sobre los graves perjuicios que su oportunismo e irresponsabilidad le están causando a nuestra democracia.
Nota : La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.







