null: nullpx
Noticias

Millones despiden al papa Juan Pablo II

El Papa fue despedido con una solemne misa a la que asistieron más de un millón de feligreses, y que fue seguida en directo en todo el mundo.
19 Abr 2005 – 12:00 AM EDT
Comparte

A la ceremonia del último adiós del Sumo Pontífice, celebrada en la Basílica de San Pedro y seguida por millones por vía satélite, asistieron más de 2 mil personalidades del mundo entero, entre ellas cinco reyes, cinco reinas, 70 presidentes y primeros ministros y unos 200 embajadores, ministros, responsables de instituciones internacionales, miembros de Casas Reales y representantes religiosos, entre otros.

La emotiva jornada en oncasiones se vio interrumpida por los aplausos y los vítores de los presentes, que le rendían tributo al fallecido líder de la Iglesia Católica.

La multitud gritaba en italiano "Juan Pablo II, "Juan Pablo II", "Santo, ya", "Santo, ya" sugiriendo que el Papa debía ser proclamado santo "inmediatamente". La "onda" se propagó en segundos por toda la plaza vaticana.

El cardenal alemán Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y quien ofició la ceremonia, aseguró que el Papa "nos ve y nos bendice".

"Ahora está frente a la ventana de la casa del Señor. Nos ve y nos bendice" dijo el decano del colegio cardenalicio al final de su homilía, tras recordar la última bendición que el Papa impartió en esa misma plaza a los fieles de Roma y el mundo.

"No olvidaremos nunca, el último domingo de Pascua de su vida, el Papa marcado por el sufrimiento apareció a la ventana del palacio apostólico y dio por última vez la bendición 'urbi et orbi' ", agregó el cardenal, que fue interrumpido en 13 ocasiones por los aplausos de los fieles y peregrinos.

El cardenal Ratzinger abrió solemnemente la celebración poco antes de las 10:30 a.m. locales (08:30 GMT) con una breve plegaria e invitó a los fieles a rezar, antes de ceder la palabra a una joven española, Alejandra Correa, que pronunció en español la "Lectura de los hechos de los apóstoles".

La misa de funerales, en la que participan los coros de la Capilla Sixtina y del "Mater Ecclesiae", duró tres horas y fue concelebrada por todos los cardenales presentes en Roma para el acontecimiento.

A la izquierda del atrio, mirando hacia el nutrido grupo de cardenales, fueron ubicados los mandatarios extranjeros, entre ellos el presidente de Estados Unidos, George W. Bush (cuya llegada le valió un estruendoso abucheo de la multitud), sus homólogos mexicano, Vicente Fox, y brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, así como el rey Juan Carlos de España.

El féretro del Papa fue cargado en procesión hasta el atrio del templo por 12 porteadores que lo posaron sobre una alfombra oriental delante del altar en medio de una fervorosa y emocionada ovación.

Sobre el ataúd se colocaron los santos evangelios, cuyas páginas volaban al viento en esta nublada mañana primaveral, mientras salían los cardenales vestidos con sus paramentos de color rojo púrpura y sonaban cantos gregorianos.

Antes del funeral, el féretro del papa más mediático y viajero de la historia fue introducido en un sencillo ataúd de madera de ciprés y sellado en una breve ceremonia íntima a la que asistieron el cardenal camarlengo, el español Eduardo Martínez Somalo, y el secretario personal de Juan Pablo II durante los últimos 40 años, moseñor Stanislaw Dziwisz.

El millón de personas que acudió al funeral de Juan Pablo II se dio cita en la Basílica de San Pedro y sus alrededores.

Según los medios de prensa italianos, al menos 300 mil personas, en su mayoría jóvenes italianos y polacos, invadieron la Plaza de San Pedro y en la Vía de la Conciliación, mientras que otras 700 mil siguieron el funeral en las 28 pantallas gigantes de televisión que fueron instaladas en puntos estratégicos de Roma.

Un millón de personas asisten al funeral del Papa Juan Pablo II en la basílica de San Pedro y sus alrededores, según estimaciones de las fuentes de seguridad, citadas por la prensa italiana.

Los fieles y peregrinos, entre los que también destacan numerosos españoles y latinoamericanos, ondearon cientos de banderas de distintas nacionalidades y una gran pancarta que reza: "Santo ya".

Las autoridades italianas pusieron en marcha "un dispositivo de seguridad sin precedentes" para el funeral más multitudinario de la historia. Unas 40 mil personas, entre agentes de seguridad del Estado (10 mil, incluidos mil francotiradores), voluntarios de Protección Civil y empleados municipales.

El espacio aéreo romano permaneció cerrado hasta pasado el funeral, y el tráfico de automóviles en el casco urbano quedó igualmente prohibido debido a la avalancha humana que casi ha duplicado la población de la ciudad.

"Es como si Roma hubiera recibido a otra Roma", declaró el jueves el alcalde de la capital italiana, Walter Veltroni.

Después del funeral, Juan Pablo II, fue sepultado en tierra bajo una sencilla lápida de mármol blanco en la cripta de la basílica de San Pedro, en el lugar que ocupó Juan XXIII hasta después su beatificación en 2000.

Interceptan avión sospechoso

Terminado el entierro de Juan Pablo II, dos cazas F-16 de la Fuerza Aérea Italiana interceptaron un avión sospechoso y lo obligaron a aterrizar en el aeropuerto militar de Pratica di Mare, cerca de Roma, indicó la prensa italiana.

Según la primera información dada por los servicios de inteligencia militar, el avión, que se dirigía al aeropuerto romano de Ciampino, al parecer llevaba una bomba a bordo.

La noticia de la intercepción fue confirmada por el jefe del Estado mayor de la aeronaútica, el general Leonardo Tricarico.

El aparato, un Learjet -un avión con reactor que puede transportar ocho ó nueve pasajeros-, fue registrado a fondo por los militares italianos quienes anunciaron que se trató de una falsa alarma.

Se trataba de un avión alquilado para transportar personalidades que asistieron este viernes al funeral del Papa Juan Pablo II. Tras los controles necesarios al avión se le permitió continuar su plan de vuelo.

Banderas argentinas, brasileñas, colombianas y chilenas ondeaban con entusiasmo el viernes en la plaza de San Pedro del Vaticano, donde miles de latinoamericanos dijeron adiós a Juan Pablo II, el Papa que les hizo sentirse "parte de la Iglesia".

Todos ellos esperaron durante horas, incluso toda la noche, para poder llegar lo más cerca de la basílica y asistir a la misa funeral. Muchos incluso cruzaron el Atlántico o viajaron desde puntos remotos de Europa para despedir a Juan Pablo II, muerto el sábado a los 84 años.

"Después de Jesucristo fue el hombre que más esperanza transmitió al pueblo de Dios. Despertó en nosotros una fe nueva y en América Latina nos hizo sentir que éramos verdaderamente parte de la Iglesia", asegura la hermana Juana, de la orden de las guadalupanas de Lasalle.

Ante la visión del féretro de Juan Pablo II, la religiosa recuerda que tuvo la suerte de poder saludarle personalmente el 2 de mayo del 2003.

"Fue mi mejor regalo. Creo realmente que soy una hija consentida de Dios", reconoce arrodillada en medio de la impresionante plaza de San Pedro, inundada de fieles de todo el mundo.

En el corazón de la plaza, la chilena Loreto Mímica explica que compró un boleto desde Santiago hasta Roma, ciudad que no conocía, cuando se enteró de la muerte del Papa. Hizo 12 horas de fila para visitar su capilla ardiente y ha aguardado toda la noche en la plaza de San Pedro con su bandera de su país para asistir a esta misa.

"No soy practicante, pero creo en Juan Pablo II. Estoy aquí por él, era una persona que me inspiraba paz, confianza y ganas de vivir", asegura.

El silencio sobrecogedor de los miles de fieles, los cánticos en latín y cielo del Vaticano, con rayos de sol escapándose entre las nubes hacia la basílica y el ataúd de Juan Pablo II, daba al conjunto algo de mágico y divino.

"Estamos todos en torno a nuestro pastor, todos unidos en una misma oración", declaró el estudiante mexicano Luis Carlos Gutierrez.

Pese a su confianza en Dios, los fieles no pueden reprimir las lágrimas cuando el cardenal Ratzinger, que presidió la ceremonia, recuerdó entre los aplausos de la multitud que Juan Pablo II está junto "al Padre, viendo y bendiciendo" al pueblo en esta misa.

"La fe es compatible con el llanto. Sabemos que el Papa está en el Cielo intercediendo por nosotros pero nos sentimos huérfanos y no sabemos qué nos espera. Con él nos sentíamos seguros", asegura la argentina Cristina Masetti, refiriéndose a la sucesión de Juan Pablo II.

Envuelto en su bandera brasileña, Vinicius Mello, estudiante de Belo Horizonte (suroeste), recuerda las visitas del Papa a Brasil, su cercanía a los pobres de las favelas, a los indígenas y su compromiso con el respeto a los derechos humanos.

En el momento del Padre Nuestro, este estudiante brasileño agarra de la mano a los fieles que tiene más cerca a los que ni siquiera conoce.

"Juan Pablo II fue fundamental para la historia de la Iglesia y para la del mundo entero. Hoy, todos hablamos la misma lengua en la plaza de San Pedro y es gracias a él", asegura.

Cuando el ataúd de Juan Pablo II fue transportado a hombros al interior de la basílica de San Pedro para ser inhumado en la cripta, muchos devotos se arrodillaron.

"Una era acaba en este preciso instante. Juan Pablo II puede marcharse tranquilo", piensa en voz alta la colombiana Isabel Zuluaga, santiguándose antes abandonar la plaza, imitada por una multitud silenciosa.

Polacos, españoles, italianos, mexicanos, indonesios o ingleses, desafiando los peores presagios de avalancha humana concentrada en Roma, llegaron hasta San Pedro para acompañar en el último viaje a Juan Pablo II y pedirle que no les olvide.

Los empellones, las mochilas, los tapones humanos en la confluencia de las calles que conducían a la plaza de San Pedro hacían prácticamente imposible caminar, pero sólo fueron muy pocos los que desistieron.

Maciek, un joven polaco de 24 años, llegó el sábado a las 11 p.m. locales (21:00 GMT) para estar en buena posición en el funeral de este viernes por su compatriota más universal, pero el agobio le hizo abandonar el corazón de la muchedumbre y retrasar posiciones en un oasis donde la gente estaba tumbada o sentada en el suelo.

"Me faltaba el aire para respirar", explica, pero aunque alejado incluso de las pantallas más cercanas, lo importante es haber venido a Roma, como lo hicieron cerca de un millón de compatriotas que con sus banderas rojiblancas tapizaron la plaza de San Pedro.

"No es importante que no se vea nada, porque lo importante es sentir", explica la periodista italiana Chiara, de 44 años, que no se quería perderse este momento por nada del mundo ya que era como cerrar un círculo: "Estuve aquí para la elección de Juan Pablo II, en 1978".

"Crecí con este Papa y estoy aquí para decirle que le amo y pedirle que sea reemplazado por alguien como él, aunque no será nada fácil", asegura.

Los funerales de Juan Pablo II, a los que asistieron dirigentes de todo el mundo, incluido el estadounidense George W. Bush -cuya llegada le valió un estruendoso abucheo de la multitud-, parecían otra Jornada Mundial de la Juventud.

Jóvenes todavía somnolientos, cubiertos con mantas, tirados en el suelo, y mucha basura en el suelo, se desperezaban en la Via de la Conciliazione, convertida en una noche en un camping improvisado prolongado hasta la cálida plaza dan Pedro.

"Sabíamos que iba a haber una multitud pero queríamos estar aquí", dice la indonesia Florentina. Perteneciente a la minoría de católica (5 por ciento) del mayor país musulmán de la tierra, la joven, 30 años, asegura que estar en Roma "es tener el sentimiento de que uno no está sólo".

Y no es para menos. Cerca de un millón de personas de todo el mundo se encontraban este viernes en la Ciudad Eterna para despedir al Papa más carismático de la historia.

Banderas italianas, brasileñas, polacas, croatas, japonesas, estadounidenses, venezolanas o mexicanas marcaban un punto de orgullo nacionalista en este acontemiento global.

Como una onda de choque, la emoción se propagó en muchos momentos durante la ceremonia a unos fieles totalmente entregados a la causa del único Papa que la mayoría de ellos ha conocido.

"Santo subito" (Santo rápido), era el escueto texto de las numerosas pancartas que exigían su rápida santificación, coreada por los fieles.

Muchas miradas húmedas se volvieron hacia las ventanas del tercer piso del Palacio Pontificio desde cuya ventana rezó el Angelus los domingos e impartió la bendición hasta casí al final su agonía, cuando el cardenal Ratzinger recordó a los fieles: "Desde la ventana del Padre (Juan Pablo II) nos ve y nos bendice" todavía.

Con palabras de Jesucristo al primer pontífice de la historia, el cardenal Ratzinger despidió a Juan Pablo II durante la homilía que pronunció este viernes en la misa de funeral celebrada en la Basílica de San Pedro.

Estos son los principales puntos de su alocución:

"Sígueme", dice el Señor resucitado a Pedro (...) Sígueme, estas palabras de Cristo pueden ser consideradas como la clave para entender el mensaje de la vida de nuestro añorado y bien amado Juan Pablo II".

"Sígueme. Desde que era un joven estudiante, Karol Wojtyla se entusiasmaba por la literatura, por el teatro, por la poesía. Trabajando en una fábrica química, rodeado y amenazado por el terror nazi, escuchó la voz del Señor".

"Fue realmente a todas partes, e incansablemente, para llevar un fruto que permanece. '¡Levántense, vamos!' Con estas palabras nos rescató de una fe cansada, del sueño que padecen los discípulos de ayer y de hoy. '¡Levántense, vamos!, nos dice todavía hoy".

"El Santo Padre fue sacerdote hasta el final porque ofreció su vida a Dios por sus corderos y por la familia humana entera, en una entrega diaria al servicio de la Iglesia y sobre todo en las pruebas difíciles de estos últimos meses".

"Nuestro Papa, lo sabemos todos, nunca quiso preservar su propia vida ni guardarla para él sino que quiso entregarse él mismo sin reservas, hasta el último momento, por Cristo y por nosotros también (...) Su amor por la poesía y por la lectura fue una parte esencial de su misión pastoral y dio un nuevo frescor, una actualidad desconocida al anuncio del Evangelio, incluso cuando éste es señal de contradicción".

"El amor de Cristo fue la fuerza dominante de nuestro bien amado Santo Padre. Los que lo vieron rezar, los que lo vieron predicar, lo saben bien. Así, gracias a su profundo arraigamiento en Cristo, pudo soportar una carga que supera las fuerzas puramente humanas: ser el pastor del rebaño de Cristo, de su Iglesia Universal".

"En el primer período de su pontificado, el Santo Padre, todavía joven y lleno de fuerza, iba, bajo la dirección de Cristo, hasta los confines del nundo. Pero luego, entró cada vez más en una comunión con los sufrimientos de Cristo (...) Y verdaderamente, en esta comunión con el Señor que sufre, anunció infatigablemente y con una intensidad renovada el Evangelio, el misterio del amor que perdura hasta el final".

"Reflexionando sobre el atentado (que el Papa sufrió en 1981), afirmó: 'Al sufrir por todos nosotros, Cristo confirió un sentido nuevo al sufrimiento, lo introdujo en una nueva dimensión, en un nuevo orden: el del amor (...) Es el sufrimiento que quema y consume el mal con la llama del amor y que hace florecer el bien del pecado' ".

Animado por esta perspectiva, el Papa sufrió y amó en comunión con Cristo y es por eso que el mensaje de su sufrimiento y de su silencio fue tan elocuente y fecundo".

"No olvidaremos nunca cómo, en este último domingo de Pascua de su vida, el Papa, marcado por el sufrimiento, apareció una vez más en la ventana del Palacio Apostólico y dio una última vez la bendición Urbi et Orbi. Podemos estar seguros de que nuestro Papa bienaventurado está en la ventana de la casa del Padre, y desde allí, nos ve y nos bendice".

Los funerales de Juan Pablo II, primer Papa de la era mediática global y cabeza de una iglesia de 1,200 millones de fieles, se convirtieron el viernes en un acontecimiento planetario, marcado por concentraciones populares y manifestaciones luctuosas en el mundo entero.

Más que cualquier otro país, en Polonia la vida se detuvo al son de las campanas de las iglesias y de las sirenas mientras el país se unía en la distancia a los funerales de su compatriota.

En Cracovia, cerca de un millón de fieles se reunieron ante pantallas gigantes en la misma explanada donde Juan Pablo II celebró una de sus misas más célebres ante 3 millones de fieles durante su último viaje a su país natal, en agosto de 2002.

Más de 300 mil personas vieron los funerales en directo en una pantalla gigante instalada en la plaza Pilsudski, en Varsovia; al tiempo que otros 200 mil rezaron en el santuario de la virgen negra de Czestochowa. Todos los locales públicos, empresas, escuelas y comercios cerraron en señal de duelo.

Numerosos países siguieron el ejemplo, como Costa de Marfil, donde Juan Pablo II había consagrado la monumental basílica de Notre-Dame de la Paix de Yamoussoukro, réplica de la San Pedro de Roma.

Se decretó o prolongó el luto nacional en Brasil, el mayor país católico del mundo, en Filipinas, el país asiático con mayor número de católicos, en Nicaragua, Portugal, Lituania o Líbano, único país de mundo árabe con un jefe de Estado cristiano, en el Congo, en México, en Zambia, en Hungría, Bosnia-Herzegovina o la República Checa.

Otros muchos países habían decretado antes jornadas de luto como Italia, España, Egipto, Albania, Cuba, Guinea Ecuatorial o Irlanda, donde las banderas ondean a media asta desde el sábado, día del fallecimiento del Papa, mientras las campanas de las iglesias sonaron y varias escuelas católicas cerraron este viernes en memoria de Juan Pablo II.

La iglesia francesa instaló el viernes pantallas gigantes ante la catedral de Notre Dame de París o en la basílica de Lourdes, para permitir a millares de fieles seguir las exequias, retransmitidas al mundo entero por la mayoría las cadenas públicas y la casi totalidad de la cadenas privadas, entre ellas, las grandes cadenas estadounidenses CNN, CBC o Fox o británicas BBC y Sky News.

Las banderas ondeaban a media asta en Alemania, Portugal, Francia, Austria, Luxemburgo, Eslovaquia, y en Bélgica, en las sedes de la Comisión y del Consejo de Ministros de la UE, en el parlamento europeo y en la OTAN.

Las campanas sonaron el viernes en Bélgica, en Croacia, en la República Checa, en Líbano, en el Reino Unido, en Austria o en Portugal, donde una misa reunió a algunos centenares de fieles en el santuario de Fátima.

Más de 20 mil ucranianos se reunieron en las iglesias de Lvov, bastión de los católicos de rito oriental (uniatos) del oeste de Ucrania, para celebrar misas especiales.

En Turquía, país laíco de mayoría musulmana, está prevista el viernes una misa en la catedral de Estambul, mientras el ex presidente iraní, Hashemi Rafsanyani, rindió homenaje al Papa en la oración del viernes de los musulmanes en Teherán.

En Japón, el príncipe heredero Naruhito se unió a una misa que reunió a unos 1,500 católicos. Mientras que en Moscú, se colocó una pantalla gigante ante la catedral católica de la capital rusa y también en India, en la misión creada por la Madre Teresa de Calcuta.

En México, miles de fieles se reunieron el jueves al paso de un papamóvil ocupado por una foto de Juan Pablo II.

En Rumanía, sólo algunas decenas de personas siguieron la ceremonia retransmitida por pantallas gigante, mientras entre 200 y 300 personas desafiaron a la lluvia en Trafalgar Square, en el centro de Londres.

La iglesia española no corrió riesgos. No se colocó ninguna pantalla ni se celebró ninguna misa. La razón más probable, al igual que la esgrimida en Hungría, fue la de dejar a los fieles seguir los funerales desde su casa por televisión o internet.

Les foros de internet registraron una afluencia récord, según el presidente del Observatorio Español de Internet (OEI), Francisco Canals, quien afirmó que "jamás en la historia tantas personas habían expresado sus condolencias por un medio electrónico".

Rezos colectivos reunieron a centenares de filipinos en Manila, donde los funerales fueron retransmitidos por pantallas gigantes. Los católicos chinos hicieron lo mismo, pese al silencio de los medios oficiales sobre los acontecimientos romanos.

En Nueva York, el Empire State Building fue oscurecido durante toda la noche en memoria de Juan Pablo II.

En Marruecos, país musulmán, se celebró el jueves una misa de réquiem en presencia de varios miembros del gobierno. Otra se celebró en la mañana del viernes en Argel.

En la mezquita de París o en España, los musulmanes invitaron a la oración en memoria del Papa.

En el mundo árabe, las cadenas de televisión por satélite Al-Jazira (Qatar) y Al-Arabiya (Emiratos Arabes Unidos) difundieron en directo extractos de la ceremonia fúnebre, también retransmitida íntegramente por Abou Dhabi TV (Emiratos), la TV siria por satélite y la cadena pública iraquí.

El papa Juan Pablo II fue enterrado en la gran cripta debajo de la basílica vaticana, cerca de la que se venera como sepultura de San Pedro y al lado de la reina Cristina de Suecia, "la amazona del norte".

Reposa en el mismo lugar que ocupó antes que él Juan XXIII, el "Papa bueno", adorado por los italianos. El lugar quedó vacío en 2000, cuando Juan Pablo II celebró la misa de beatificación de Juan XXIII e hizo trasladar su féretro a la basílica, en la capilla de San Jerónimo.

Una tumba sencilla fue cavada en la tierra de las llamadas Grutas vaticanas, una red subterránea bajo la basílica de San Pedro donde están enterrados 62 papas, dos reinas y un emperador.

El emblemático lugar fue remodelado como una celda de monasterio. Una gran lápida de mármol blanco muy sencilla cubrirá la tumba. Juan Pablo II reposa en un ataúd de madera de ciprés de color claro, colocado dentro de otro de roble con interior de zinc. Ambos fueron sellados.

La austeridad de la última morada de Juan Pablo II, fallecido el pasado sábado a los 84 años tras un largo papado de 26 años y cinco meses, contrasta con la majestuosidad de las tumbas de algunos de sus predecesores, como Pío XII, con su sarcófago esculpido en mármol.

El papa polaco encontró su lugar entre Pío VI, fallecido en 1799 y la reina Cristina de Suecia, muerta en 1689, a pocos metros a la derecha de la sepultura de San Pedro, situada justo bajo el altar mayor de la Basílica.

"Las grutas", como las llaman las guías turísticas, son la superficie que se extiende bajo la basílica. Además de las tumbas de los papas, encierra diversos objetos de la antigua basílica y los vestigios de la iglesia del siglo V sobre la que fue erigida.

Se accede a ellas por uno de los pilares de apoyo de la cúpula de San Pedro.

El conjunto está compuesto por una parte semicircular en forma de ábside constantino, donde se encuentra la capilla "ad caput", y está prolongado al este por tres naves en las que se encuentran varias tumbas.

Un emperador germánico, Otto II, muerto en Roma en diciembre de 983 tras una campaña contra los sarracenos y otra reina, Carlota de Chipre, reposan en estos subterráneos. Estos soberanos pidieron explícitamente en aquella época ser enterrados en la cripta con los papas, y su solicitud fue aceptada.

Y las grutas tienen su misterio, el del sarcófago de los Borgia, esa familia española que dio dos papas a la Iglesia, Calixto III (1455-1458) y Alejandro VI (1492-1503), el papa libertino, padre de los sanguinarios Lucrecia y César. El sarcófago español lleva los dos nombres pero sólo encierra los restos de una persona y nadie sabe si se trata de Calixto o de Alejandro.

La ciudad del Vaticano, sede de la Iglesia Católica Romana, en la ribera oeste del Río Tíber, fue creada en 1929 bajo los términos de un tratado con el gobierno italiano.

Es el Estado independiente más pequeño del mundo.

A continuación los principales datos sobre el Vaticano.

Geografía: El Vaticano ocupa 44 hectáreas de una colina en el centro de Roma. Está rodeado por muros medievales y del Renacimiento, excepto en el sudeste, donde se encuentra la Plaza San Pedro. Los jardines constituyen un tercio de su área.

Población: Alrededor de mil personas, en su mayoría sacerdotes y monjas.

Idiomas: Italiano y latín.

Capital: Ciudad del Vaticano.

Historia: Los Papas en su papel secular gobernaron la mayor parte de Italia central durante cientos de años hasta 1870, con Roma como capital de las Tierras Papales.Una prolongada disputa entre el Estado italiano y los sucesivos Papas fue resuelta en 1929 gracias al Tratado de Letrán, que reconoció la soberanía de la ciudad del Vaticano y garantizó al catolicismo romano un estatus especial en Italia.

Política: El Vaticano es un estado monárquico sacerdotal encabezado por el obispo de Roma, el Papa.El Papa es elegido de forma vitalicia por cardenales menores de 80 años, cuyo número máximo fue fijado en 120. El Papa designa al jefe del gobierno, conocido como el secretario de Estado.El poder legislativo es una comisión pontifical unicameral. No hay partidos políticos.Las cuestiones judiciales y de propiedad, así como las anulaciones de matrimonios, son tratadas por los propios tribunales de la Iglesia, incluyendo a la Rota romana.Desde 1506, la seguridad del Papa ha sido asegurada por un contingente de guardias suizos.

Economía: La Santa Sede obtiene sus ingresos de las contribuciones voluntarias de más de mil millones de católicos romanos de todo el mundo, además de los intereses de sus inversiones, la venta de sellos, recuerdos y publicaciones y la entrada a sus museos.También tiene actividades bancarias y financieras en todo el mundo.Casi todos los suministros, incluyendo los alimentos, el agua, la electricidad y el gas, son importados. Una mano de obra de alrededor de 3 mil trabajadores vive fuera de los muros del Vaticano. No hay ningún impuesto sobre los ingresos.El presupuesto anual del Vaticano es estimado en alrededor de 175 millones de dólares.

Cultura: Los museos del Vaticano y sus galerías atraen a turistas, artistas y críticos de todo el mundo. La Biblioteca Apostólica contiene una colección de aproximadamente 150 mil manuscritos desde los tiempos del antiguo cristianismo y 1.6 millones de libros.El Vaticano publica su propio periódico, Il Osservatore Romano, y produce sus propios programas de televisión y radio.

Defensa: La defensa es responsabilidad de Italia.

Socios Internacionales: La Santa Sede mantiene a observadores permanentes en las Naciones Unidas en Nueva York y Ginebra, y en varias otras organizaciones de Naciones Unidas, incluyendo la UNESCO, la FAO y la Agencia Internacional de Energía Atómica.También está representada en organismo regionales como el Consejo de Europa y la Organización de Estados Americanos (OEA).

Comparte
RELACIONADOS:NoticiasMundo