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Miles acuden al entierro de Arafat

Entre lágrimas y disparos al aire, el líder palestino Yasser Arafat fue sepultado en Ramala, ante decenas de miles de seguidores.
12 Nov 2004 – 12:00 AM EST
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El entierro de Arafat, que murió el jueves en un hospital de París a los 75 años, se registró en medio de una escena caótica en que cientos de miles de dolientes corrieron hacia el ataúd, en tanto la policía hacía disparos al aire.

Se informó que al menos tres palestinos resultaron heridos de bala por los disparos al aire de las fuerzas de seguridad palestinas tras la llegada del féretro. Entre los lesionados, que fueron evacuados en ambulancias, había un militar palestino.

La multitud que se desbordó para despedir al fallecido líder fue tal que alteró los planes para el funeral. Los restos de Arafat fueron literalmente "secuestrados" de manos de los agentes de seguridad que lo custodiaban y llevados hasta su lugar de reposo.

Fuentes palestinas dijeron que debido a la imposibilidad de exponer el cadáver para que la población desfilara delante de él, debido a la multitud que acudió a la Mukata, los clérigos musulmanes tomaron rápidamente el féretro a su llegada al edificio, rezaron los versículos sagrados del Corán e, instados por la población, se lo llevaron a su lugar de reposo, una tumba hecha de mármol y piedra.

Antes, la seguridad palestina había trasladado el féretro llegado de Egipto encima de un vehículo, que difícilmente consiguió abrirse paso en un mar de personas. Las voces de los clérigos que rezaban se entremezclaban con los disparos y las sirenas de las ambulancias.

Las alambradas que coronaban los muros que rodean la sede de la Autoridad Nacional Palestina prácticamente han desaparecido tras ser arrolladas por avalanchas de palestinos a pesar de los intentos de las fuerzas de seguridad palestina de frenarles.

Estalló un coche-bomba en Ramala

Mientras, un automóvil cargado de explosivos estalló el viernes a escasos kilómetros del lugar donde fue sepultado Arafat en Ramala.

En el momento de la explosión, el helicóptero que transportaba el cadáver del líder palestino se disponía a aterrizar en la ciudad de la Cisjordania, dijo la televisión de Israel.

Dos palestinos fueron heridos de gravedad en la explosión registrada cerca de la Universidad Bir Zeit de Ramala, dijo la estación de televisión.

Una multitud incontenible

Cuando aterrizó el helicóptero procedente de Egipto con el cuerpo de Arafat, cientos de palestinos desbordaron al servicio del orden y lo rodearon impidiendo por algunos minutos que se sacara el féretro y saliera la comitiva que lo acompañaba.

Decenas de miles de palestinos impidieron durante unos 25 minutos que las fuerzas de seguridad sacaran los restos del presidente palestino del helicóptero, que recibieron con clamor, disparos y silbidos.

Finalmente el ataúd, envuelto en la bandera palestina, pudo ser colocado en el techo de un pequeño vehículo que comenzó a desplazarse hacia el lugar de la inhumación, rodeado por un grupo de militares palestinos en uniforme verde olivo que lo protegían de la multitud.

"¡Arafat, Arafat, Arafat!", clamaba la muchedumbre desde que vio el primer helicóptero acercarse por el horizonte, al tiempo que estallaba en silbidos y hombres armados disparaban al aire decenas de veces en señal de homenaje.

También gritaban "con nuestra alma, con nuestra sangre, nos sacrificamos por ti Abu Amar", el nombre por el que se conoce a Arafat.

Miembros de las Brigadas de los Mártires Al Aqsa, principal grupo armado de Al Fatah, habían ingresado al recinto media hora antes de la llegada del helicóptero y se desplazaron en medio de la multitud hasta colocarse en primera fila, junto a las autoridades palestinas.

Los disparos prosiguieron en toda el área durante varios minutos, mientras la policía parecía desbordada para contener a la multitud.

Poco antes de la llegada del helicóptero, una estructura de madera se desplomó en la Muqata debido al peso de las decenas de personas que se habían encaramado en ella, provocando varios heridos.

Varias ambulancias ingresaron al recinto de la Muqata, ornado con un inmenso retrato del rais, para evacuar a los heridos.

Arafat había sido trasladado a un hospital militar en Francia, el pasado 29 de octubre, debido a complicaciones de salud. No obstante, ni los médicos franceses ni las autoridades palestinas jamás aclararon los detalles de su quebranto.

Pero un importante neurólogo jordano que fue médico personal de Arafat durante dos décadas, dijo el viernes en Ammán que la causa más probable de la misteriosa muerte del líder palestino fue envenenamiento, y pidió que se le realice una autopsia.

"Una de las causas de falta de plaquetas en la sangre es el envenenamiento", precisó el doctor Ashraf al-Kurdi, que examinó a Arafat hace dos semanas cuando se hallaba gravemente enfermo en sus oficinas de Ramala, en Cisjordania.

Arafat murió el jueves en París, donde fue trasladado para ser sometido a un tratamiento de emergencia luego que exámenes indicaron que contaba con una baja cantidad de plaquetas en la sangre. Las plaquetas ayudan a la coagulación de la sangre.

Aunque "esto no es definitivo", dijo al-Kurdi el viernes, "creo que la principal razón de la muerte de Arafat es envenenamiento". Por lo tanto, "debería realizarse una autopsia", añadió.

En países árabes circularon rumores de que Arafat habría sido envenenado por Israel.

Ni los médicos ni los dirigentes palestinos han dicho cual fue la causa de la muerte de Arafat luego de estar días en coma en un hospital de París.

El ministro de Relaciones Exteriores de Israel, Silvan Shalom, consideró el jueves como "escandalosas y falsas" las acusaciones de que Israel había asesinado a Arafat.

Aunque el envenenamiento puede reducir la cantidad de plaquetas en la sangre, también una variedad de enfermedades causan el mismo efecto, desde una infección en la médula espinal hasta cáncer y diferentes tipos de infecciones.

Al-Kurdi dijo que la decisión de enterrar a Arafat había sido apresurada y expresó su preocupación por la falta de diagnóstico y por la negativa a practicarle una autopsia, tal como lo indican las leyes, especialmente cuando una muerte es misteriosa.

Señaló que todos plantearon la posibilidad de un envenenamiento y que hubo interrogantes sobre si Israel u otros podrían haber participado. "Parece que alguien intenta ocultar la verdad", dijo.

Cuando se le preguntó si también podría existir una participación de los palestinos en la muerte de Arafat, respondió, "Podría ser cualquiera. Todo es posible".

En la mañana de este viernes, medio centenar de mandatarios y personalidades de todo el mundo le dieron su último adiós a Arafat en un solemne funeral celebrado en El Cairo.

En la capital egipcia, en medio de las lágrimas de su hija de nueve años, dignatarios y monarcas le presentaron sus respetos al fallecido dirigente palestino, con un funeral iniciado con humildes oraciones y finalizado con una procesión militar.

En un ataúd de madera, cubierto con la bandera palestina, el cadáver fue llevado a una cercana base militar, mientras la viuda de Arafat, Suha, y su hija Zajwa, lloraban.

Una banda militar vestida de rojo hizo resonar el himno nacional palestino, luego de lo cual el cadáver fue puesto en un avión de la fuerza aérea egipcia, que lo llevó a el-Arish, donde dos helicópteros jordanos esperaban para llevar el cuero y la delegación que lo acompaña, funcionarios palestinos y el ministro de Relaciones Exteriores de Egipto, a Ramalá, en Cisjordania, donde fue sepultado en los cuarteles de Arafat.

El presidente egipcio Hosni Mubarak, Faruk Kaddumi, el nuevo líder de la organización Fatáh de Arafat, y Majmud Abbas, nuevo jefe de la comisión ejecutiva de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), se contaron entre los alrededor de 60 dignatarios mundiales que siguieron a pie el carruaje tirado por caballos donde fue llevado el cadáver de Arafat en una procesión por la calle Salá Salim de El Cairo, que estuvo cerrada al público.

Al frente de ellos, junto con Mubarak y los palestinos, estaba el príncipe heredero saudí Abdulá, uno de los varios dirigentes árabes que tuvo enfrentamientos con Arafat.

Ningún israelí, ya fuera del gobierno o los grupos pacifistas que tuvieron tratos con él, estuvieron presentes.

El gobierno estadounidenses, que calificó a Arafat como un obstáculo para la paz, fue representado por el subsecretario de Estado William Burns.

Aunque Arafat era popular entre los palestinos y otros pueblos árabes como símbolo contra Israel, también era criticado por sus elecciones.

"Fue un dirigente revolucionario, un hacedor de paz, suscribió los acuerdos de Oslo", dijo el enviado de las Naciones Unidas Terje Roed-Larsen, quien estuvo en los funerales como representante del secretario general Kofi Annan, quien señaló también que "hay cuestionamientos sobre su desempeño como líder de la Autoridad Palestina durante los últimos años. Hay dudas sobre su la intifada (levantamiento) armada fue en el mejor interés del pueblo palestino".

"El sirvió a su pueblo toda su vida, hasta que se encontró con su Dios, con valor y honestidad. Oremos por su alma", dijo el gran jeque de Al-Azjar, Mojammed Sayed Tantaui, a los dignatarios.

Luego de una tradicional oración fúnebre, de apenas un par de minutos, ocho hombres con ropas oscuras sacaron el féretro de la mezquita y lo entregaron a una guardia de honor egipcia. Ellos lo colocaron en un carruaje plateado, en el cual se alejaron de la mezquita.

La mayor parte de los asistentes estuvieron dentro de una carpa de gran tamaño en el club militar donde fue realizado el funeral, bajo una fuerte seguridad. La televisión egipcia informó que el carruaje iba hacia la carpa y presentó imágenes del presidente egipcio Hosni Mubarak a su llegada.

Faruk Kadumi, recién electo dirigente de la organización Fatáh, y Majmud Abbas, jefe de la comisión ejecutiva de la Organización para la Liberación de Palestina, pudieron ser vistos de pie junto al sobrino de Arafat, el representante palestino ante las Naciones Unidas, Naser al-Kidua, para recibir las condolencias de los presentes.

Entre los dignatarios vistos bajo la carpa estuvieron el sultán Jasanal Bolkiaj, de Brunei; el presidente sudafricano Thabo Mbeki, el jefe de políticas exteriores de la Unión Europea, Javier Solana, y el pope Shenuda III, jefe de la Iglesia Ortodoxa Copta de Egipto.

No obstante, decenas de personas se manifestaron en este último viernes de Ramadán, en la mezquita más importante de El Cairo para rendir tributo al fallecido presidente palestino, y protestar por haber sido "marginados" del funeral.

Tras la oración prescrita del mediodía, los fieles congregados en la mezquita de Al-Azhar, corazón del barrio islámico de El Cairo, tomaron el patio de mármol blanco e irrumpieron en gritos de loa en favor del líder palestino.

"Siempre estarás en nuestra alma, oh presidente. Tú eres uno de nuestros héroes", gritaba la muchedumbre, que enarbola retratos de Arafat mezclados con banderas palestinas y enseñas egipcias.

Al frente de la manifestación, alzado sobre un escaño, arengaba la protesta el líder del opositor partido Naserista, Kemal Abu Aitha, quien criticaba al presidente de Egipto, Hosni Mubarak, por no haber permitido participar al pueblo egipcio en los funerales.

"Nos sentimos frustrados y enfadados por no haber podido asistir. Nosotros también queríamos decirle adiós", explicó una joven egipcia de unos veinte años que dijo llamarse Rababa.

Mientras, el gentío cantaba consignas en contra de la actual Administración norteamericana e Israel y voceaba que "Egipto no debe ser un agente de Estados Unidos".

Desde que en septiembre de 2000 comenzara la segunda "Intifada" palestina, la mezquita de Al-Azhar, fuertemente custodiada desde entonces por los antidisturbios egipcios, ha sido escenario frecuente de manifestaciones en favor de la lucha del pueblo palestino.

Las protestas fueron especialmente virulentas en los primeros meses de alzamiento, y en especial en abril de 2001, cuando los tanques israelíes acorralaron a Arafat, amenazaron su vida y lo confinaron en la "Mukata", de donde solo saldría tres años después para morir.

Durante la "jutba" o pregón, el imám de la mezquita hizo un halagador panegírico sobre Arafat, nacido, según sus biógrafos, en El Cairo hace 75 años.

En total, 15 jefes de Estado y delegados de otros 25 países participaron en El Cairo en el funeral de Arafat, que se desarrolló en medio de un impresionante despliegue de fuerzas de orden que impidió una asistencia masiva.

De apenas cinco minutos de duración, el acto se inició a las 10 a.m. locales cuando estaba anunciado para el mediodía y fue presidido por el jeque Mohamed Sayed al Tantaui de la mezquita de Al Azhar, que tiene autoridad religiosa sobre todo el Islam suní.

El religioso leyó varias suras de El Corán, el libro sagrado de los musulmanes, delante del féretro, que estaba envuelto en una bandera palestina y colocado en frente de la Qibla, orientado a la Meca y el lugar más santo de un templo islámico.

Los asistentes se reunieron a continuación en un "siuan", carpa abierta, de vivos colores y plagada de lámparas y alfombras que se instalan en los funerales árabes para expresar las condolencias.

El nuevo líder de la OLP, Mahmud Abas, el presidente del Parlamento y actual líder interino palestino, Raui Fatuh, y Faruk Kadumi -el único compañero de los primeros tiempos de Arafat que continua con vida-, recibieron allí el pésame de los cientos de asistentes.

El ataúd fue subido después a una calesa adornada en su parte trasera con un cañón, tirada por seis caballos negros y escoltada por una guardia de honor del Ejército egipcio.

Incluso después de muerto, Arafat seguirá siendo para los palestinos el paladín de su causa, para el mundo un líder carismático y para Israel un guerrero que no pudo convertirse en hombre de paz.

Arafat ha desaparecido a los 75 años sin ver realizado el principal objetivo de su combate: la creación de un Estado palestino con la capital en Jerusalén este, anexado por Israel en 1967.

Pese a que deseaba formar parte del "millón de mártires" rumbo a Jerusalén, murió en la cama de un hospital de París sin haber podido nunca rezar en la ciudad santa o ser enterrado en ella, como era su deseo.

De todas formas, entrará a la historia como el artífice de la transformación del "caso" de los refugiados palestinos en una "causa", la del pueblo que aspira tener su lugar en el mundo.

Ayudado por un sólido instinto político y un sentido muy desarrollado de la imagen, Arafat logra modelar la identidad de su pueblo y el reconocimiento internacional, paseando año tras año a través del mundo su legendario kefí, el pañuelo de cuadros blancos y negros, y su guerrera militar.

"Soy un refugiado porque no tengo nada, porque me han desterrado y me han desposeído de mi tierra", afirmó en 1969 poco después de su ascensión a la cabeza de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

Arafat personificará la resistencia a la ocupación israelí y logrará hacerse aceptar por la comunidad internacional a pesar de que esta resistencia esté marcada por una serie de atentados brutales.

En una mano enarbola un ramo de olivo, en la otra, el kalashnikov. Públicamente, se deslinda del terrorismo: en 1974 en la Asamblea General de Naciones Unidas, en 1988 en Ginebra y en 1993, al firmar los acuerdos de Oslo con Israel, rodeado por el primer ministro israelí Yitzhak Rabin y el presidente estadounidense Bill Clinton.

Expulsado con sus hombres de Jordania en 1970, después de una sangrienta represión, se instala en Líbano antes de ser expulsado en 1983 por el ejército israelí que entonces dirigía el actual primer ministro israelí, Ariel Sharon.

Túnez se convierte en su nueva base y el fax y el teléfono en sus nuevas armas hasta su retorno triunfal a los territorios ocupados en 1994. Con estas "armas" instigará su primera Intifada (1987-1993).

Después de prometer a su pueblo la "liberación de toda Palestina", el fundador del Fatah aceptará la idea de una coexistencia entre dos Estados, el israelí y el palestino, sin renunciar al "derecho al retorno" de los refugiados de 1948.

Elegido democráticamente en 1996 presidente de la Autoridad Palestina, se convierte para Israel en un socio para la "paz de los valientes" antes de ser de nuevo estigmatizado como "terrorista" cuando su segunda Intifada estalla en septiembre del 2000, tras el fracaso de la cumbre de Camp David en Estados Unidos, que iba a resolver el conflicto.

Los israelíes olvidarán rápidamente la emoción sincera manifestada por Arafat después del asesinato del primer ministro Rabin, el 4 de noviembre de 1995, y la visita a su viuda Lea.

Sus interlocutores laboristas le culpan del fracaso de Camp David al estimar que "nunca habrá perdido una ocasión de perder una ocasión".

Acusado de suscitar la violencia o al menos de pretender explotarla, a Arafat lo dejará "fuera de juego" Sharon, quien a partir de diciembre del 2001, lo confina en la Muqata, su cuartel general en Ramala (Cisjordania) y lo amenaza periódicamente con el destierro o la muerte.

En contra de la percepción del mundo, los israelíes piensan que fue un hombre "poco fiable", un "mentiroso" o incluso un "terrorista incorregible", aunque siguiera siendo el "padre fundador" del pueblo palestino.

Un halo de misterio que empezó con la 'fabricación' de un lugar de nacimiento -Jerusalén o Gaza-, a pesar de que nació el 4 de agosto de 1929 en El Cairo.

Después de tejer los primeros lazos con los exilidados palestinos en Egipto, a los 17 años se adhiere a los Hermanos Musulmanes que luchan contra la creación del Estado judío en Palestina en 1948.

A raíz de la derrota árabe, Arafat vuelve a la universidad de El Cairo, donde estudia ingeniería civil y se implica cada vez más en los medios políticos palestinos.

En 1964, se convierte en un revolucionario a tiempo completo, y se instala en Jordania para organizar las incursiones del Fatah. La primera se remonta a 1965.

Las operaciones se ampliarán después de la guerra de 1967. Después viene la batalla de Karameh en Jordania que durará unas horas, pero obligará a Israel a dar marcha atrás. Este genio de la comunicación transformará este éxito, que se debe sobre todo a la acción del ejército jordano, en el "Stalingrado palestino".

En 1969, Arafat fue elegido presidente del Comité Ejecutivo de la OLP, del que Fatah constituye el grupo principal.

Abu Amar, su nombre de guerra ha nacido, y con él el mito que resposará desde este viernes en la Moqata, sobre un lecho de tierra de Jerusalén.

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