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Exequias y sepultura de Juan Pablo II

El funeral de Juan Pablo II durará tres horas y seguirá un ritual preciso cuyo punto culminante será la misa papal en la Basílica de San Pedro.
7 Abr 2005 – 12:00 AM EDT
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La misa del funeral, que será presidida por el cardenal alemán Joseph Ratzinger, durará alrededor de tres horas y empezará a las 10 a.m. locales (4 a.m. hora del Este), anunció el Monseñor Piero Marini, a través de un comunicado emitido esta semana en la Santa Sede.

Se informó que los funerales de Juan Pablo II seguirán "un ritual preciso" cuyo punto culminante será la ceremonia de tres horas en la Basílica de San Pedro donde se reunirán por todos los cardenales de la Iglesia Católica y los patriarcas de las Iglesias orientales (vinculadas al Vaticano).

La solemne ceremonia se llevará a cabo además ante la presencia de más de 2 mil personalidades del mundo entero, entre ellas unos 200 jefes de Estado y de gobierno, embajadores, ministros, responsables de instituciones internacionales, miembros de Casas Reales y representantes religiosos.

Para la ocasión, habrá también cientos de miles de fieles congregados en la Plaza San Pedro y en varios lugares de Roma que seguirán la misa por pantallas gigantes.

En todo el mundo, millones de peregrinos podrán seguir el acto religioso por televisión, pues la señal será transmitida en directo por vía satélite.

Detalles de la ceremonia

La jornada empezará con una primera celebración llamada de la "deposición", la cual tendrá lugar en la Basílica bajo la presidencia del cardenal camarlengo, el español Eduardo Martínez Somalo.

El cuerpo de Juan Pablo II, que reposa desde el domingo en la Basílica vaticana, habrá sido colocado en un ataúd de ciprés, con el rostro cubierto con un velo de seda blanca, y una bolsa con las medallas del Vaticano colocadas junto a él.

El ataúd habrá sido cerrado en presencia de los principales prelados de la Curia y luego llevado hasta el altar instalado en el atrio de la basílica.

La misa comienza con los salmos (cánticos) y la "liturgia de la palabra", lectura del Evangelio, y luego la homilía (discurso) del cardenal Ratzinger, quién es el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Acto seguido, se pronunciará la "plegaria universal" en varias lenguas por "el difunto Papa", "la Iglesia santa de Dios", "los pueblos de todas las naciones", "el alma de los pontífices romanos difuntos" y los presentes.

Luego se celebrará la liturgia Eucarística, que conmemora la Ultima Cena de Cristo y termina en la comunión, repartida por cientos de sacerdotes, seguida del rito de "la última recomendación y del adiós", una plegaria recitada por el colegio de los cardenales frente al féretro, y que termina con una oración silenciosa.

La misa continúa con la "letanía de los santos" a los que se encomienda el alma de Juan Pablo II.

Le siguen luego la "súplica" de la Iglesia romana (de la que el Papa es el obispo titular) pronunciada por el cardenal Camillo Ruini, vicario de Roma, y la de las Iglesias orientales, según el rito bizantino.

La misa termina con una oración del cardenal Ratzinger pidiendo a Dios que conceda "a la Iglesia, privada de su pastor, el consuelo de la fe y de la esperanza".

Una tercera y última parte de los funerales se celebrará en la cripta de la basílica, donde el féretro de Juan Pablo II será llevado en procesión.

Esta celebración será nuevamente presidida por el cardenal camarlengo, en presencia de los principales prelados de la Curia, del cardenal Ruini y de los allegados al Pontífice.

El acto terminará con el entierro del ataúd, que será colocado dentro de otro de zinc y de un tercero de roble, que a su vez será puesto en un féretro de nogal.

El cuerpo, que no fue embalsamado, descansará en las grutas vaticanas que están debajo del pavimento de la Basílica, y uno de los lugares más prestigiosos de la cristiandad.

Pocos prelados serán admitidos durante la sepultura de los restos, que durará alrededor de media hora, que serán enterrados con un ritual especial en el mismo lugar donde estuvo la tumba de Juan XXIII, hasta que los despojos del "Papa Bueno" fueron llevados a la basílica por orden de Karol Wojtyla tras haber sido beatificado.

Dentro del féretro será colocado en un envase de acero un documento con los datos biográficos del Pontífice polaco y una bolsa con las monedas acuñadas durante su papado.

Juan Pablo II reposará al lado de Pablo VI, Juan Pablo I y del de la reina Cristina de Suecia, que abdicó y se convirtió al catolicismo abjurando del luteralismo en el siglo XV.

El féretro será sepultado sin sarcófago, bajo una lápida sencilla y la ceremonia no será trasmitida en directo por las cámaras de televisión.

La Ciudad Eterna, que fue literalmente sumergida por peregrinos y estuvo al borde del colapso, despide así con una ceremonia multitudinaria al primer papa extranjero en 450 años y a su "ciudadano honorario".

La misa del funeral de Juan Pablo II se llevará a cabo en italiano. No obstante, a continuación encontrará en español algunas de las lecturas que serán promulgadas durante la ceremonia:

Mientras el ataúd es cerrado, se lee el Salmo 41(42), 2-6:

Como jadea la cierva, tras las corrientes de agua, así jadea mi alma, en pos de tí, mi Dios.

Tiene mi alma sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo podré ir a ver la faz de Dios?

¡Son mis lágrimas mi pan, de día y de noche, mientras me dicen todo el día: ¿En dónde está tu Dios?

Yo lo recuerdo, y derramo dentro de mí mi alma, cómo marchaba a la Tienda admirable, a la Casa de Dios, entre los gritos de júbilo y de loa, y el gentío festivo.

¿Por qué, alma mía, desfalleces y te agitas por mí? Espera en Dios: aún le alabaré, ¡salvación de mi rostro y mi Dios!

Gloria al Padre...

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Canto de entrada, se lee el Salmo 64 (65), 2-6:

A ti se debe la alabanza, oh Dios, en Sión. A ti el voto se te cumple, tú que escuchas la oración.

Hasta ti toda carne viene con sus obras culpables; nos vence el peso de nuestras rebeldías, pero tú las borras.

Dichoso tu elegido, tu privado, en tus atrios habita. ¡Oh, hartémonos de los bienes de tu Casa, de las cosas santas de tu Templo!

Tú nos responderás con prodigios de justicia, Dios de nuestra salvación, esperanza de todos los confines de la tierra, y de las islas lejanas.

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Primera lectura, Lectura de los Hechos de los Apóstoles. 10, 34-43

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los israelitas anunciando la paz por Jesucristo el Señor de todos.

Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él.

Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección.

Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados".

Palabra de Dios...

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Salmo responsorial, Salmo 22 (23):

Jehová es mi pastor, nada me falta.

Por prados de fresca hierba me apacienta.

Hacia las aguas de reposo me conduce, y conforta mi alma; me guía por senderos de justicia, en gracia de su nombre.

Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado, ellos me sosiegan.

Tú preparas ante mí una mesa frente a mis adversarios; unges con óleo mi cabeza, rebosante está mi copa.

Sí, dicha y gracia me acompañarán todos los días de mi vida; mi morada será la casa de Jehová a lo largo de los días.

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Segunda lectura, Carta del Apostol San Pablo a los Filipenses 3, 20 y 4, 1:

Pero nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos como Salvador al Señor Jesucristo, el cual transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo, en virtud del poder que tiene de someter a sí todas las cosas.

Por tanto, hermanos míos queridos y añorados, mi gozo y mi corona, manteneos así firmes en el Señor, queridos. Ruego a Evodia, lo mismo que a Síntique, tengan un mismo sentir en el Señor.

Palabra de Dios...

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Cántico al Evangelio:

Aleluya, Aleluya, Aleluya.

Juan 6, 40: Porque ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día.

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Evangelio según Juan, 21, 15-19:

Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: "Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?" Le dice él: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos".

Vuelve a decirle por segunda vez: "Simón de Juan, ¿me amas?" Le dice él: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Le dice Jesús: "Apacienta mis ovejas".

Le dice por tercera vez: "Simón de Juan, ¿me quieres?" Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: "¿Me quieres?" y le dijo: "Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero". Le dice Jesús: "Apacienta mis ovejas".

"En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras".

Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho esto, añadió: "Sígueme".

Palabra de Dios...

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Canto de Ofertorio, Salmo 17:

Escucha, Jehová, la justicia, atiende a mi clamor, presta oído a mi plegaria, que no es de labios engañosos.

Mi juicio saldrá de tu presencia, tus ojos ven lo recto.

Mi corazón tú sondas, de noche me visitas; me pruebas al crisol sin hallar nada malo en mí; mi boca no claudica al modo de los hombres. La palabra de tus labios he guardado, por las sendas trazadas ajustando mis pasos; por tus veredas no vacilan mis pies.

Yo te llamo, que tú, oh Dios, me respondes, tiende hacia mí tu oído, escucha mis palabras, haz gala de tus gracias, tú que salvas a los que buscan a tu diestra refugio contra los que atacan.

Guárdame como la pupila de los ojos, escóndeme a la sombra de tus alas de esos impíos que me acosan, enemigos ensañados que me cercan.

Están ellos cerrados en su grasa, hablan, la arrogancia en la boca. Avanzan contra mí, ya me cercan, me clavan sus ojos para tirarme al suelo. Son como el león ávido de presa, o el leoncillo agazapado en su guarida.

¡Levántate, Jehová, hazle frente, derríbale; libra con tu espada mi alma del impío, de los mortales, con tu mano, Jehová, de los mortales de este mundo, cuyo lote es la vida!

¡De tus reservas llénales el vientre, que sus hijos se sacien, y dejen las sobras para sus pequeños! Mas yo, en la justicia, contemplaré tu rostro, al despertar me hartaré de tu imagen.

Por Cristo nuestro Señor, Amén...

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Canto de la Comunión, Salmo 129(130):

Desde lo más profundos grito a ti, Jehová: ¡Señor, escucha mi clamor! ¡Estén atentos tus oídos a la voz de mis súplicas!

Si en cuenta tomas las culpas, oh Jehová, ¿quién, Señor, resistirá? Mas el perdón se halla junto a ti, para que seas temido.

Yo espero en Jehová, mi alma espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor más que los centinelas la aurora; mas que los centinelas la aurora, aguarde Israel a Jehová.

Porque con Jehová está el amor, junto a él abundancia de rescate; él rescatará a Israel de todas sus culpas.

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Canto de la Anunciación a la Virgen María, Lucas 1, 46-55 1:

Y dijo María: "Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen.

Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón.

Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos".

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén...

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Antífona 1, Salmo 113A:

¡Aleluya! ¡Alabad, servidores de Jehová, alabad el nombre de Jehová!

¡Bendito sea el nombre de Jehová, desde ahora y por siempre!

¡De la salida del sol hasta su ocaso, sea loado el nombre de Jehová!

¡Excelso sobre todas las naciones Jehová, por encima de los cielos su gloria!

¿Quién como Jehová, nuestro Dios, que se sienta en las alturas, y se abaja para ver los cielos y la tierra?

El levanta del polvo al desvalido, del estiércol hace subir al pobre, para sentarle con los príncipes, con los príncipes de su pueblo.

El asienta a la estéril en su casa, madre de hijos jubilosa.

Gloria al Padre...

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Antífona 2, Salmo 117 (118):

¡Aleluya!

¡Dad gracias a Jehová, porque es bueno, porque es eterno su amor!

¡Diga la casa de Israel: que es eterno su amor!

¡Diga la casa de Aarón: que es eterno su amor!

¡Digan los que temen a Jehová: que es eterno su amor!

En mi angustia hacia Jehová grité, él me respondió y me dio respiro; Jehová está por mí, no tengo miedo, ¿qué puede hacerme el hombre?

Yahveh está por mí, entre los que me ayudan, y yo desafío a los que me odian.

Mejor es refugiarse en Jehová que confiar en hombre; mejor es refugiarse en Jehová que confiar en magnates.

Me rodeaban todos los gentiles: en el nombre de Jehová los cercené; me rodeaban, me asediaban: en el nombre de Jehová los cercené.

Me rodeaban como avispas, llameaban como fuego de zarzas: en el nombre de Jehová los cercené.

Se me empujó, se me empujó para abatirme, pero Jehová vino en mi ayuda; mi fuerza y mi cántico es Jehová, él ha sido para mí la salvación.

Clamor de júbilo y salvación, en las tiendas de los justos: "¡La diestra de Jehová hace proezas, excelsa la diestra de Jehová, la diestra de Jehová hace proezas!"

No, no he de morir, que viviré, y contaré las obras de Jehová; me castigó, me castigó Jehová, pero a la muerte no me entregó.

¡Abridme las puertas de justicia, entraré por ellas, daré gracias a Jehová!

Aquí está la puerta de Jehová, por ella entran los justos.

Gracias te doy, porque me has respondido, y has sido para mí la salvación.

La piedra que los constructores desecharon en piedra angular se ha convertido; esta ha sido la obra de Jehová, una maravilla a nuestros ojos.

¡Este es el día que Jehová ha hecho, exultemos y gocémonos en él!

¡Ah, Jehová, da la salvación! ¡Ah, Jehová, da el éxito!

¡Bendito el que viene en el nombre de Jehová! Desde la Casa de Jehová os bendecimos.

Jehová es Dios, él nos ilumina. ¡Cerrad la procesión, ramos en mano, hasta los cuernos del altar!

Tú eres mi Dios, yo te doy gracias, Dios mío, yo te exalto.

¡Dad gracias a Jehová, porque es bueno, porque es eterno su amor!

Gloria al Padre...

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Antífona 3, Salmo 41(42), 2-6:

Como jadea la cierva, tras las corrientes de agua, así jadea mi alma, en pos de tí, mi Dios.

Tiene mi alma sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo podré ir a ver la faz de Dios?

¡Son mis lágrimas mi pan, de día y de noche, mientras me dicen todo el día: ¿En dónde está tu Dios?

Yo lo recuerdo, y derramo dentro de mí mi alma, cómo marchaba a la Tienda admirable, a la Casa de Dios, entre los gritos de júbilo y de loa, y el gentío festivo.

¿Por qué, alma mía, desfalleces y te agitas por mí? Espera en Dios: aún le alabaré, ¡salvación de mi rostro y mi Dios!

Gloria al Padre...

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