Chiítas ganan por amplio margen en Irak
La Alianza Unidad Iraquí, que cuenta con el respaldo de los principales clérigos chiítas, habría obtenido más de dos terceras partes de los 3.3 millones de votos contados, informó el Comité Electoral Independiente.
La lista de Alaui iba en segundo y muy lejano lugar, con 579,700 votos.
En nuevos actos de violencia, dos soldados estadounidenses murieron y ocho fueron heridos en el norte de Irak al estallar bombas al paso de sus caravanas. Por otra parte, un contratista iraquí que trabajaba para los militares norteamericanos fue asesinado a balazos al ser atacado su vehículo desde un automóvil en marcha al oeste de Bagdad.
Las nuevas cifras de las elecciones representan resultados parciales de 10 de las 18 provincias de Irak, explicó Hamdiyah al-Husseini, un funcionario electoral. Las 10 provincias tienen mayoría chiíta, y se esperaba que la Alianza tuviera un fuerte respaldo en esas zonas.
No se divulgaron resultados de provincias de mayoría suní al norte y al oeste de la capital iraquí.
Los expertos indicaron que escasos árabes suníes participaron en los comicios, ya sea por temor a represalias o en protesta por la ocupación de su país por parte de soldados estadounidenses y de otros países.
Eso ha generado temores de que la minoría suní, que controló la región durante siglos, rechazará cualquier gobierno y constitución que surja de las elecciones, añadiendo leña al fuego de la insurgencia que afecta a Irak desde el derrocamiento de Saddam Hussein hace casi dos años.
Los musulmanes chiítas, que constituyen un 60 por ciento de los 26 millones de iraquíes, asistieron en gran número a las urnas, aprovechando la oportunidad de obtener el poder político por primera vez en la historia.
La Alianza, respaldada por el gran ayatola Alí al-Sistani, el clérigo chiíta más influyente de Irak, obtuvo los mayores beneficios.
El líder de la Alianza, Abdul-Aziz al-Hakim, y algunos de los principales candidatos, pasaron muchos años de exilio en Irán, donde crearon un movimiento político contra Hussein y establecieron estrechos vínculos con el régimen de Teherán.
Por su parte, el Comité de los Ulemas, la principal asociación de clérigos suníes de Irak, reiteró esta semana su oposición a las elecciones del domingo al anunciar que no las consideran legítimas y que la Asamblea Nacional que salga de ellas carece de competencia para redactar una constitución.
Sin embargo, el principal líder de los suníes laicos, Adnán Pachachi, hizo saber que está reuniéndose con otros dirigentes de esa comunidad para desbloquear la situación.
La actitud de los suníes es el mayor reto para el futuro Gobierno iraquí que, sin duda, va estar encabezado por los chiíes.
"Advertimos a Naciones Unidas y a la comunidad internacional del peligro de legitimar estas elecciones porque abrirán la puerta del infierno", declaró Mohamed Bachar al Faidy, portavoz del Comité de Ulemas.
"Carecen de legitimidad porque una gran parte de las distintas confesiones, partidos y corrientes iraquíes las ha boicoteado", insistió Al Faidy. "Esto significa que la Asamblea Nacional que salga elegida de ella no poseerá legitimidad que capacita para redactar una constitución o firmar acuerdos económicos o de seguridad", concluyó.
El Comité, que hizo un llamamiento al boicoteo antes de los comicios, logró que el Partido Islámico, el principal grupo político confesional suní y muy próximo a los ulemas, se retirara de la convocatoria.
Sin embargo, y a pesar de que la mayoría de los suníes se mantuvieron lejos de de las urnas, también hubo otros que ignoraron a los clérigos y optaron por votar.
Ni siquiera el éxito de la jornada, en la que parecen haber participado más suníes de los esperados, ha flexibilizado su postura. De momento, la falta de datos oficiales no permite establecer qué peso real han tenido los votantes suníes.
Consciente del riesgo de que las elecciones agranden la brecha intercomunitaria que se alienta desde la insurgencia, Pachachi, cabeza de lista del Movimiento de los Demócratas Independientes, está utilizando su prestigio para tratar de embarcar en el proyecto político a pequeños partidos suníes moderados.
Este ex ministro de Exteriores de los años sesenta, antes de la llegada al poder de Sadam, declaró a la agencia Reuters que desde el domingo está trabajando para construir un consenso de cara a las elecciones de fin de año.
"Debiéramos hacer lo que esté en nuestra mano para asegurarnos de que logramos unas elecciones en las que todos los iraquíes tomen parte a fin de año", dijo Pachachi.
Si se cumple el calendario previsto en la Ley Administrativa Transitoria -especie de constitución provisional aprobada el año pasado bajo la ocupación-, la Asamblea elegida el domingo debería redactar una constitución para agosto de este año, que sería sometida a referéndum el 15 de octubre y, si es aprobada, dos meses después habría unos nuevos comicios para elegir un Gobierno soberano.
Muchos iraquíes temen que si no se logra embarcar en el proceso a la minoría suní -un quinto de la población-, aumente la violencia política y se extienda el apoyo de esa comunidad a los insurgentes.
De ahí que los dirigentes chiíes hayan multiplicado sus gestos hacia ellos en las últimas semanas.
El primer ministro provisional, Ayad Alaui, anunció el lanzamiento de un "diálogo nacional" para garantizar que el Ejecutivo transitorio que reciba el encargo de gobernar de la Asamblea Nacional "represente a todos los iraquíes".
Detalles del escrutinio...
Mientras, proseguía la tabulación de los votos emitidos el domingo en la Oficina Nacional que la Comisión Electoral ha establecido en Bagdad.
"Esperamos empezar a tener resultados dentro de días", avanzó el presidente de la Comisión, Abdelhusein al Hindaui.
Sin embargo, el ritmo de los trabajos no ánima al optimismo. En las primeras 24 horas desde que se empezaron a procesar los datos el martes, sólo se habían resuelto 11 mil votos.
La Comisión Electoral tampoco fue capaz de facilitar la tasa de participación. Algunos de sus miembros seguían hablando de estimaciones del 60 por ciento, pero sin aportar datos concretos.
"Me temo que los votos van a estar más cerca de los 6 millones que de los ocho anunciados", confió a este diario un miembro del equipo de formación de observadores electorales en Ammán.
"No creo que hayan votado 8 millones de iraquíes ni de lejos", apuntaba por su parte un diplomático europeo. De confirmarse esos datos, la participación final podría verse rebajada al 42 por ciento.
Las elecciones iraquíes fueron una victoria para Irak y las fuerzas estadounidenses, pero la guerra con los insurgentes continúa y ahora debe hacerse hincapié en el entrenamiento de las fuerzas iraquíes, opinó el viernes un general de brigada de Estados Unidos en Irak.
"Nuestra fórmula para salir de aquí no consiste en librar una batalla tras otra -que ya podríamos estar combatiendo aquí toda la eternidad-... sino en (adiestrar) a las fuerzas iraquíes de seguridad y (proporcionar) servicios esenciales", dijo a The Associated Press el general de brigada Jeffery Hammond, subcomandante de la Primera División de Caballería del Ejército estadounidense.
La división concluye su emplazamiento en Irak y se prepara para entregar el control de la región de Bagdad a la Tercera División de Infantería. La última misión de la división saliente en Irak fue garantizar la seguridad de las elecciones nacionales del 30 de enero.
Hammond dijo que en los 30 días previos a las elecciones, la división realizó más de 270 operaciones de combate, detuvo a 833 sospechosos de insurgencia y capturó más de 100 arsenales ocultos.
El general agregó empero que en las próximas semanas se experimentará un recrudecimiento de la violencia.
Como parte de la estrategia de Estados Unidos para luchar contra los insurgentes, las fuerzas norteamericanas han dado más autoridad a las iraquíes.
El general Richard Myers, jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, dijo el jueves a los legisladores de Washington que un tercio de los 136 mil hombres de las fuerzas de seguridad iraquíes tienen ya suficiente entrenamiento para enfrentar a los insurgentes en cualquier sector del país.
"Unos 40 mil pueden ir a cualquier parte del país y hacer frente a cualquier amenaza", dijo. "Eso no significa que el resto de ellos no sea útil, porque en muchas partes del país todo lo que se necesita son policías de servicio".
Hammond dijo que las fuerzas estadounidenses harán ahora mayor hincapié en el entrenamiento de iraquíes.
Unos 540 soldados están asignados de manera permanente como entrenadores a la guardia nacional iraquí en la zona de Bagdad, y para el desarrollo de esa tarea conviven con las tropas iraquíes.
"La gente tiene que comprender que crear una fuerza de seguridad con la capacidad de proteger al pueblo y respaldar un gobierno democrático toma tiempo", dijo Hammond.