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Ataque a prisión iraquí deja 22 muertos

Un ataque con morteros contra una prisión de Bagdad dejó un saldo de 22 muertos y 92 heridos, dijo el Ejército. También murió un soldado en Mosul.
20 Abr 2004 – 12:00 AM EDT
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Los proyectiles cayeron en la prisión de Abu Ghraib, de Bagdad, y todas las víctimas eran iraquíes detenidos por actividad insurgente, dijo el coronel Jill Morgenthaler.

Al menos 25 de los presos fueron atendidos de emergencia, dijo Morgenthaler. No se informó si entre ellos había miembros importantes del régimen de Saddam Hussein.

El militar no precisó, sin embargo, si los fallecidos eran detenidos por delitos comunes o los llamados "prisioneros de seguridad", a los que se vincula con actividades terroristas o acciones de insurgencia.

Los insurgentes disparan morteros casi a diario contra los centros de detención en Bagdad.

El general de brigada Mark Kimmitt dijo inicialmente que los atacantes dispararon 18 rondas de mortero contra la prisión, pero Morgenthaler dijo poco después que fueron una docena.

La cárcel de Abu Garib era el mayor y más temido centro de reclusión en la época del depuesto presidente iraquí Hussein, y ha sido reutilizada, también como penitenciaría, por las fuerzas de la Coalición.

Muere un soldado de Mosul

Kimmit también reveló que un soldado estadounidense murió y cuatro resultaron heridos en un ataque contra el convoy militar en la ciudad septentrional iraquí de Mosul.

El uniformado murió en el hospital militar a consecuencia de las heridas recibidas cuando patrullaba por el barrio de Islah, agregó la fuente, sin facilitar otros detalles.

Tres civiles iraquíes también resultaron heridos en la explosión. Estos heridos fueron trasladados al hospital Madinat Al Tib, indicó un médico, Musaab Hani, precisando que sufrieron heridas por esquirlas.

Según la policía, la explosión provocó daños en tres vehículos de tipo Humvee.

Más de 700 soldados estadounidenses han perdido la vida en Irak desde que comenzara la guerra y la invasión militar el 20 de marzo de 2003.

De ellos, 111 han muerto desde el pasado 31 de marzo, una cifra mayor de los caídos en combate durante el mes y medio que duraron, de forma oficial, las grandes hostilidades en Irak.

En el frente de Faluyá, los soldados norteamericanos continúan con su repliegue, mientras la población civil comienza a regresar a sus casas.

Testigos relataron el martes que las tropas de ocupación, que asedian Faluyá desde principios de abril, permitieron durante la mañana la entrada en la ciudad de civiles procedentes de Bagdad.

La medida responde a un entendimiento alcanzado ayer en una reunión en la que participaron representantes de la coalición y del Consejo de Gobierno interino junto con una delegación de líderes civiles de Faluyá.

En dicho acuerdo, se exige que los insurgentes entreguen las armas pesadas, como morteros y lanzagranadas, para suscribir un alto el fuego permanente.

Cientos de iraquíes y decenas de soldados de Estados Unidos murieron en los violentos enfrentamientos que se desencadenaron en Faluyá el pasado 5 de abril, pocos días después del asesinato y la mutilación en esa ciudad de cuatro contratistas de Estados Unidos.

Según portavoces de la Coalición, el entendimiento alcanzado permitirá "el libre acceso (de los habitantes de Faluyá) al hospital general de la ciudad, así como la retirada y el entierro de los muertos y el envío de comida y medicinas a áreas aisladas".

En el mismo, las tropas de Estados Unidos prometen, entre otras cosas, reducir el toque de queda y permitir el regreso a Faluyá de 50 familias cada día, si los insurgentes entregan sus armas.

En el frente sur, donde los soldados ocupantes cercan la ciudad santa de Nayaf, la tensión se mantiene mientras a los negociadores se les ha dado más tiempo para tratar de llegar a una solución pacífica.

"El problema de Muqtada al-Sadr (el líder radical chiíta sublevado) es más grande que el propio Al-Sadr. Abarca a toda la comunidad chií y a sus santuarios", dijo a sus soldados el general Ricardo Sánchez, comandante jefe de las fuerzas estadounidenses en Irak.

"Existe un puñado de iniciativas para resolver la crisis. Pese a ellos, nuestro principal objetivo es Al-Sadr", agregó Sánchez.

El joven clérigo hizo estallar hace tres semanas una insurrección en el centro y sur de Irak con su llamamiento a la desobediencia civil en todo el país.

Identifican cadáveres de civiles muertos

Tres de cuatro cadáveres hallados cerca del lugar donde fue atacado un convoy estadounidense en Irak eran de empleados de la Halliburton Co., informó el martes la empresa.

Fueron identificados como Stephen Hulett, de 48 años, Jack Montague, de 52 y Jeffery Parker, de 45.

Los tres "eran hombres valientes que nunca recibieron una medalla, seres humanitarios que nunca fueron honrados con un desfile, héroes a los que nunca se les erigió una estatua", dijo Halliburton en un comunicado desde su sede en Houston.

Sigue desaparecido Thomas Hamill, un trabajador de Halliburton que salió en un vídeo después del ataque.

No ha sido identificado el cuarto cadáver, dijo la portavoz de Halliburton Wendy Hall.

Hulett, Montague, Parker y Hamill están entre los siete empleados de la firma KBR, subsidiaria de Halliburton, que habían desaparecido desde el 9 de abril cuando su convoy fue atacado al oeste de Bagdad. Los cadáveres de Hulett, Montague, Parker y de una víctima no identificada fueron hallados cerca del lugar del ataque.

Tampoco se conocía la suerte que corrieron dos militares, el cabo Keith M. Maupin y el sargento Elmer C. Krause. Maupin también fue visto en un video.

La esposa de Hamill, Kellie, dijo el martes que escribiría a las familias de los otros tres trabajadores.

La empresa reveló el martes que 33 trabajadores de Halliburton han muerto en Irak y Kuwait en servicio al gobierno, ya sea extinguiendo incendios en pozos petroleros o distribuyendo combustibles y alimentos.

Miles de personas han firmado contratos para trabajar en esos lugares por los buenos salarios, que llegan a los 120 mil dólares al año, libres de impuestos.

Entre tanto en Washington, el Congreso inició el martes una serie de audiencias para investigar el proceso de toma de decisiones que llevó a la invasión de Estados Unidos a Irak.

En una de las audiencias del martes, el subsecretario de Defensa Paul Wolfowitz justificó la invasión afirmando que Hussein era un dictador brutal y que Irak está mejor sin él.

Pero el senador demócrata Edward Kennedy dijo a Wolfowitz, que declaró ante la Comisión de Servicios Armados, que su respuesta era "un tanto evasiva".

Kennedy criticó a Wolfowitz por centrar su declaración en las violaciones de derechos humanos bajo la dictadura de Hussein en lugar de explicar la razón del gobierno para ir a la guerra.

El gobierno dijo inicialmente que lo hizo porque Hussein escondía un arsenal de armas de destrucción masiva, pero ese arsenal nunca ha sido hallado.

Esta semana el Congreso efectuará estas audiencias en medio de creciente inquietud por el curso de la guerra. Wolfowitz formuló una declaración de media hora centrada fundamentalmente en las violaciones de derechos humanos bajo Hussein y el avance logrado por las fuerzas de ocupación desde su derrocamiento.

Al mismo tiempo que declaraba Wolfowitz ante la Comisión de Servicios Armados del Senado, el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores Dick Lugar criticó al gobierno, en otra audiencia, por la negativa del Pentágono de declarar esta semana sobre la planeada transición de la soberanía iraquí fijada para el 30 de junio.

Tras afirmar que la credibilidad del gobierno está en juego, Lugar destacó el martes que en el último año y medio el gobierno "no ha comunicado" sus planes al Congreso y al público estadounidense. Y podría perder otra oportunidad si no lo hace el jueves.

El senador republicano John Warner, presidente de la Comisión de Servicios Armados, destacó el aumento de la violencia este mes en Irak e insistió que los insurgentes "intentan retrasar su inevitable derrota" a manos de las fuerzas de ocupación.

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