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Argentino dispuesto a resistir en Gaza

Yehuda Heimenrath, un argentino de 52 años, se prepara poco a poco para perder su casa por segunda vez en la vida.
13 Ago 2005 – 12:00 AM EDT
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"Realmente, no decidí venir a vivir a Gaza. Fuimos expulsados de Atsmona, la colonia del Sinaí en 1982 (hoy territorio egipcio) y el gobierno nos trajo aquí para crear Neve Dekalim", recuerda, preparándose para el 'shabbat', la fiesta religiosa semanal para los judíos.

Por esta razón, Heimenrath, nacido en Buenos Aires dentro de una familia de judíos alemanes, ha decidido quedarse en su casa junto a su esposa y tres de sus hijos y mantiene la esperanza de convencer a los soldados que golpeen a su puerta de que la evacuación de colonos dispuesta en el marco del plan de retirada israelí de Gaza "no es la solución".

"Resistiremos pacíficamente y les será muy difícil echarnos", advierte.

No obstante, Heimenrath reconoce que ha sido duro ver a algunos vecinos marcharse y a otros preparar las maletas y la mudanza.

"Pero hay otras personas del exterior que han venido a apoyarnos. La población de Neve Dekalim se ha multiplicado por dos en las últimas semanas", explica.

En esta colonia, cuyo nombre significa el 'oasis de las palmeras' viven 2,500 personas y es la mayor de los 21 asentamientos israelíes de la franja, cuya evacuación comenzará la semana próxima.

La decepción del argentino frente al gobierno del primer ministro Ariel Sharon, por el que "desgraciadamente" votó es enorme. Traición, amargura, desengaño, son palabras que repite a menudo.

"Hay que diferenciar entre Estado y gobierno. Nosotros estamos muy contentos con nuestro Estado porque lo soñamos durante 2 mil años y tenemos un problema con nuestro gobierno pero sabremos vencer este problema", afirma.

Según este ingeniero electrónico, las autoridades "todavía no han explicado" las razones para que las colonias sean evacuadas.

"Sabemos que la situación de Israel será peor cuando nos vayamos, sobre todo desde el punto de vista de la seguridad. Los palestinos van a armarse y a lanzar misiles contra Israel. Basta con leer la prensa", subraya.

Con aire profético, asegura que "el terror aumentará". "Tras esta victoria sobre Israel, los terroristas cobrarán fuerza. Vamos a hacer un sacrificio enorme para nada", vaticina.

Pese a que Heimenrath jura "ser argentino hasta la muerte", nada recuerda a Buenos Aires en el salón de su casa, presidido por un cuadro inmenso de Jerusalén sin la mezquita Al Aqsa, lugar santo musulmán.

"Siempre tuve muy claro que yo tenía que vivir en Israel. Argentina acogió a mis padres y me dio una educación. Es mi país igual que Israel", explica con un inconfundible acento porteño que los años no han borrado.

Si a partir del 17 de agosto Heimenrath se ve obligado a abandonar la que ha sido su casa en los últimos 20 años, su familia no tendrá un lugar para vivir ya que según él, el gobierno israelí no ha preparado en absoluto la infraestructura necesaria para esta evacuación.

"Y para colmo, la prensa sólo tiene una dirección, la del gobierno. Se nos presenta como a demonios. Espero que en los próximos días se nos dé un rostro más humano a ojos de la opinión internacional", confía.

Antes de iniciar las oraciones del 'shabbat', tal vez el último que celebre dentro de Neve Dekalim, Heimenrath reitera que la batalla "no está perdida" y cualquier operación militar puede suspenderse "a la mitad".

"Les doy cita aquí en mi casa dentro de dos semanas. Espero estar para recibirlos", se despide.

La política israelí podría experimentar cambios profundos debido al repliegue de Gaza y la renuncia de Benjamín Netanyahu a su cargo del gabinete, según los vaticinios de muchos expertos.

Las conjeturas indican que, después de concluido el repliegue, Netanyahu podría lograr la expulsión del primer ministro Ariel Sharon de la jefatura del partido Likud, de posición nacionalista, y que entonces Sharon ocasionaría una división en el seno del partido, buscaría aliados moderados y ganaría elecciones convocadas a la brevedad.

Como resultado de esas elecciones, Israel sería gobernado por primera vez por un partido centrista fuerte, con un modesto programa de paz que podría poner fin a décadas de lucha entre el ala derecha, que desea mantener los territorios ocupados, y un ala izquierda que desea deshacerse de ellos.

Las conjeturas están respaldadas por sondeos recientes.

Esta semana, las encuestas indicaron que Sharon podría ser fácilmente destituido como jefe de Likud por Netanyahu, que renunció el domingo al Ministerio de Economía como protesta por el repliegue de Gaza. La mayoría de los encuestados vaticinó que Netanyahu haría el intento de destitución.

Sharon, que defendió inicialmente el derecho de los colonos y sorprendió a muchos con su decisión de retirarse de Gaza, es bastante popular entre el público israelí.

Pero las elecciones primarias serán decididas por unos 150 mil afiliados del Likud, muchos de ellos leales a los ideólogos intransigentes que se indignaron ante la decisión de Sharon. Dos encuestas realizadas entre estos afiliados dieron a Netanyahu una ventaja de 14 puntos de porcentaje.

Entretanto, el carismático Netanyahu ha sido coronado como el nuevo príncipe del campo nacionalista, que ha estado acéfalo durante el año de lucha contra el repliegue.

Netanyahu, que fue primer ministro y ha sido jefe del Likud, no ha declarado todavía su candidatura para el cargo, pero ha viajado ya a los Estados Unidos, según se dijo, a fin de recaudar dinero para su campaña.

Por el momento, Sharon insiste en que no dejará el partido que ayudó a crear hace 30 años. Pero esa actitud podría cambiar si sus perspectivas dentro del propio Likud no mejoran.

Otra encuesta, publicada el jueves, indica que una alianza de Sharon, el viceprimer ministro Shimon Peres del Partido Laborista y el político centrista Yosef Lapid derrotaría fácilmente la candidatura de Netanyahu auspiciada por el Likud.

De acuerdo con las encuestas, ese triunvirato recibiría 38 escaños parlamentarios, la mayor bancada de la legislatura, frente a apenas 14 escaños para el Likud y siete para el Partido Laborista sin Peres.

La encuesta de 500 israelíes, publicada en el diario Yediot Ahronot, tenía un margen de error de 4.2 puntos de porcentaje, según la empresa demoscópica independiente Dahaf.

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