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Miles de brasileños no quieren a Lula

Miles de manifestantes salieron a las calles para pedir a gritos la salida del presidente Luiz Inacio Lula da Silva.
17 Ago 2005 – 12:00 AM EDT
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La manifestación, que los organizadores dijeron que contaba con unos 18 mil participantes, fue una reversión de la que había ocurrido en la víspera, cuando un número menor protestó contra la corrupción pero brindó apoyo a Lula y su gobierno.

Desde el punto más cercano a los edificios del congreso y a unos 200 metros del palacio de gobierno, los manifestantes cantaban ruidosamente estribillos de la campaña presidencial de Lula, pero distorsionándolos.

El "Olé, olé, olé, Lula la-la-la" fue tergiversado para "Olé, olé, olé, Lula fora-fora-fora" (afuera).

La marcha fue organizada por sectores disidentes de varios sindicatos, incluso de la Central Unica de Trabajadores, y partidos de izquierda, entre ellos el Partido Socialista y Libertad y el Partido Socialista de los Trabajadores Unidos, dirigido por políticos que abandonaron el Partido de los Trabajadores (PT) descontentos con la linea económica conservadora del gobierno.

La marcha transcurrió sin incidentes a lo largo de la mañana. Su curso fue vigilado por unos 2 mil hombres de la policía militar, incluso por unas dos docenas de agentes a caballo.

El control policial impedía a los manifestantes llegar al Palacio de Planalto, la presidencia.

Se aproximaron sólo lateralmente, pero Lula no estaba en la sede de gobierno, pues realizaba una gira por el interior.

Fue la primera demostración pública masiva contra el gobierno, desde su instalación el 1 de enero de 2003.

Eso puso de manifiesto que las calles no son más dominio exclusivo del PT o del gobierno sino que la oposición empieza también a tomarlas, en una clara muestra de los cambios que se han producido desde que salieron al público las denuncias de corrupción en la cúpula del partido oficial.

"Yo voté por Lula, pero él ha traicionado al pueblo brasileño", dijo Carlos Antonio de Souza, de 30 años.

"Tal vez él personalmente no esté envuelto en lo que se ha denunciado, pero dejó que las cosas ocurrieran al entregar todo el mando a José Dirceu", el ex jefe de gabinete del presidente, quien renunció hace dos meses agobiado por denuncias que lo involucraban en un sistema de sobornos a parlamentarios.

Los líderes de la manifestación hicieron hincapié en que protestaban contra la corrupción y contra el gobierno, pero no exigían el enjuiciamiento político de Lula.

La marcha del martes también protestó contra la corrupción pero dando apoyo a Lula y diciendo que sus participantes no aceptarían que el presidente fuese alejado del cargo.

Pero algunos de los participantes exhibieron visiblemente su descontento con el gobierno.

"Estamos escandalizados con tanto robo. Queremos que Lula se vaya", dijo Lourdes Gropssi, enfermera jubilada de 71 años. "El no hizo nada para acabar con el robo".

Una estudiante de arquitectura de la Unversidad de Sao Paulo, Ana Ribeiro, de 21 años, opinó igual. "El juicio al Presidente es el primer paso hacia una gran transicion. Hay que hacer la reforma política", agregó, lo que limitaría las donaciones a los partidos o individuos y prohibiría a los parlamentarios que suelen emigrar de partido, según sus conveniencias.

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, reiteró que su conciencia "está tranquila" en relación con los escándalos de corrupción y volvió a prometer un "castigo ejemplar" para todos los culpables.

"Muchos quieren lanzar la corrupción hacia adentro del Palacio (presidencial) de Planalto, pero yo estoy abierto como corazón de madre. Tengo mi conciencia limpia y tranquila", declaró Lula, en aparente alusión a sectores opositores que se han pronunciado por someterle a un juicio político por su presunta responsabilidad.

En la ciudad de Vitoria da Conquista, en el estado de Bahía, donde inauguró hoy una red de electricidad rural, Lula declaró ante unas 3 mil personas que es necesario tener "paciencia" hasta que las investigaciones sobre las corruptelas en su partido sean aclaradas.

Indicó que el jefe de Estado no tiene potestad para castigar a los corruptos, pues eso le corresponde a la justicia, pero insistió en que su gobierno no permitirá que las irregularidades que afectan a líderes del Partido de los Trabajadores (PT) queden impunes.

Sin aclarar si en 2006 será candidato a la reelección, Lula dijo que cuando termine su mandato volverá a vivir "en medio del pueblo, a diferencia de otros que prefieren vivir en el exterior", lo que fue interpretado como una alusión al ex presidente Fernando Henrique Cardoso, que pasa buena parte de su tiempo fuera del país.

Lula se había referido a los escándalos de corrupción el pasado viernes, en un pronunciamiento a la Nación en el que confesó que se sentía "traicionado" e insinuó un pedido de disculpas al país.

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