Lula le creyó al ministro de Hacienda
El ministro Antonio Palocci formuló una larga exposición en su despacho en la que negó haber cometido cualquier acto ilícito, ratificó que la economía brasileña puede soportar "cualquier turbulencia", incluyendo su salida del cargo, en el que Lula lo ratificó.
"Quedé satisfecho con la declaración de Palocci", dijo Lula en su tradicional programa de radio Café con el Presidente.
"Creo que la respuesta de Palocci mostró, primero, la seguridad de una persona inocente. Segundo, mostró la seguridad de un hombre que sabe que no va a permitir, en ninguna hipótesis, que la economía brasileña sufra", agregó el mandatario en su programa transmitido los lunes quincenalmente.
Palocci "dio la respuesta que Brasil necesitaba oír", añadió Lula.
"Creo que pueblo brasileño tiene que tener tranquilidad, es lo que nosotros estamos haciendo...trabajar con mucha tranquilidad y con mucha serenidad para que Brasil no permita que la crisis política afecte la economía, cause cualquier problema al proceso de crecimiento", dijo.
La satisfacción del mandatario fue compartida tanto por las filas del oficialista Partido de los Trabajadores (PT) como por miembros de la más encarnada oposición como el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), el mayor de los opositores, y el Partido del Frente Liberal (PFL), de derecha.
"El ministro hizo muy bien en dar explicaciones frontales a la nación en una conferencia de prensa", dijo el senador Arthur Virgilio, líder en la cámara alta del PSDB. "La postura de Palocci deja al presidente Lula en una mala posición por su conducta de refugiarse en reuniones y los demás acusados del PT por esconderse detrás de un falso estatuto del silencio", agregó Virgilio en declaraciones difundidas en la página de internet del partido.
El presidente del PFL, senador Jorge Bornhausen, saludó el hecho que Palocci quiere que se investiguen todas las denuncias.
Palocci "concuerda que la investigación tiene que continuar y todos concordamos con eso, tiene que seguir sin abuso de poder y tiene que continuar para castigar a quien fuera culpable", dijo el senador en un comunicado.
Para el secretario general del PT, Ricardo Berzoini, "si todos (los involucrados en denuncias de corrupción) hubiesen actuado como Palocci, seguramente las aclaratorias a la opinión pública hubieran sido mejores".
Berzoini, en declaraciones al noticiero GloboNews, se refería a las denuncias de corrupción surgidas hace dos meses sobre militantes del PT y que han provocado un grave crisis política, con la renuncia de un ministro, de cuatro altos directivos del partido, así como una parálisis tanto en el congreso, dedicado a investigar las denuncias, como en el gobierno, dedicado a defenderse.
El ministro Palocci fue señalado el viernes por un ex asesor de cobrar coimas de 50 mil reales al mes (unos 21,700 dólares) de una empresa recolectora de basura cuando era alcalde en los años 2001 al 2002 de la ciudad de Ribeirao Preto, una población del estado de Sao Paulo.
Según la denuncia, Palocci entregaba tales fondos a la tesorería del PT.
Las denuncias, las primeras que recaigan sobre Palocci, inmediatamente hicieron reaccionar a los mercados y tanto el índice de la Bolsa de Valores de Sao Paulo como el real, la moneda brasileña, cayeron en la jornada del viernes.
Con la reacción de los mercados, temerosos de una salida del cargo de Palocci, desde líderes empresariales hasta dirigentes de la oposición llamaron a la tranquilidad, a esperar las investigaciones porque no se podía poner el riesgo la economía, el área con mayores resultados positivos del gobierno.
La popularidad del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, sigue cayendo por efecto del escándalo de corrupción y para ser reelegido tendría que disputar una segunda vuelta en las urnas, según una encuesta divulgada.
La reducción tanto de los índices de aprobación del líder socialista como de sus intenciones de voto fue verificada por una encuesta realizada por el Instituto Ibope y divulgada por el semanario Istoé.
En caso de que las elecciones presidenciales fuesen hoy, Lula vencería la primera vuelta, con índices que varían entre el 31 y el 34 por ciento, pero tendría que medirse en una segunda tanto al actual alcalde de Sao Paulo, José Serra (25 por ciento), como al ex gobernador de Río de Janeiro Anthony Garotinho (15 por ciento).
Si hubiera una segunda vuelta, Lula podría ser derrotado por Serra, ya que ambos están empatados técnicamente con el 41 por ciento de las intenciones de voto, aunque se impondría sobre Garotinho, por un 45 por ciento frente a un 31 por ciento.
Otra encuesta divulgada hace una semana por Datafolha mostró que Serra, líder del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña y a quien Lula derrotó en la segunda vuelta de las presidenciales de 2002, derrotaría al actual mandatario si se disputase una segunda ronda en 2006.
Según el Ibope, la intención de voto en Lula, que en julio pasado variaba entre un 36 y un 39 por ciento, se situó entre un 31 y un 34 por ciento en agosto.
La encuesta divulgada fue realizada por el Ibope entre el 13 y el 17 de agosto con una muestra de 2,002 electores en 143 municipios del país.
Hasta hace tres meses el ex líder sindical, con elevados índices de aprobación, lideraba todas las encuestas de intención de voto para las elecciones de 2006, con índices que le garantizaban una victoria en la primera vuelta y sin tener que ir a una segunda.
Su popularidad comenzó a ceder en junio, cuando surgieron las primeras denuncias de corrupción contra el Partido de los Trabajadores (PT), que Lula fundó en 1980 y que lo condujo al poder.
Las denuncias se han multiplicado y han generado la mayor crisis política desde que el líder socialista asumió su mandato, en enero de 2003.
El PT, en el centro de un gigantesco escándalo de corrupción, ha sido acusado de sobornar legisladores de otros partidos, financiar irregularmente sus campañas, ocultar su contabilidad a las autoridades electorales y movilizar recursos en paraísos fiscales, entre otras denuncias.
El mandatario, que hace una semana insinuó un pedido de disculpas por las maniobras atribuidas a su partido, ha dicho que desconocía todas las irregularidades y que su Gobierno garantizará el castigo de todos los responsables, así sean sus aliados y correligionarios.
Según el Ibope, en apenas un mes, entre julio y agosto, el índice de aprobación del Gobierno cayó del 36 al 29 por ciento, en tanto que el porcentaje de los electores que lo califican como pésimo saltó del 24 al 31 por ciento.
En el mismo período, el porcentaje de brasileños que aprueban al mandatario cayó del 54 al 46 por ciento y el de los que lo desaprueban subió del 38 al 47 por ciento.