Los presidenciables de El Salvador
Los comicios, donde podrán votar más de 3 millones de salvadoreños, también servirán para elegir a un vicepresidente.
Según los últimos sondeos, Antonio Saca, candidato del gobernante Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), se perfila como el favorito para ganar las elecciones, con un 37.7 por ciento en la intención del voto.
Con una desventaja de casi 6 por ciento, Schafik Nadal, del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) se ubica en segundo lugar en la preferencia de los salvadoreños con 31.40 por ciento.
Aunque serán cinco los partidos que contenderán el domingo, sólo habrá cuatro candidatos, ya que una coalición entre el Partido Demócrata Cristiano (PDC) y el Centro Democrático Unido (CDU) postuló a Héctor Silva, tercer lugar en las encuestas, con 4.66 por ciento.
Muy lejos de "Tony" Saca y de Schafik Nadal, con el 1.76 por ciento de las preferencias, está Rafael Machuca, candidato del Partido Coalición Nacional (PCN), en cuarto termino.
A pesar de ser su primera experiencia como candidato, "Tony" Saca, de 39 años de edad, es considerado el candidato más popular de ese país.
Saca, quien se desempeñó como locutor deportivo, llegó a la elite empresarial radial y supo promoverse hasta convertirse en uno de los hombres más populares del país.
En una recomposición del partido y abatidos por la inesperada derrota en las elecciones municipales y legislativas del 2003, ARENA buscó el rostro fresco y popular de Saca para competir en las elecciones presidenciales del 21 de marzo.
"Yo voy a ser el nuevo presidente de El Salvador, porque el país necesita un gobierno tolerante, un gobierno sano con el que puedas conversar, un presidente que esté dispuesto a la crítica", dijo Saca en reunión con periodistas de medios extranjeros.
"Yo he recorrido el país y sé lo que necesita este pueblo... un gobierno de izquierda arriesga las libertades de nuestro país", afirmó.
Saca es un descendiente de inmigrantes palestinos que se afincaron en la ciudad de Usulután, a 115 kilómetros al este de la capital y que después de convertirse en prósperos comerciantes terminaron en la quiebra.
A los 13 años, en la época más violenta de la guerra, huyendo de los desórdenes en el centro de la capital, se refugió en una casa que tenía las puertas abiertas y todo comenzó a cambiar para él.
Saca había llegado a Radio Vanguardia y, según confiesa, le pareció un mundo maravilloso y comenzó su carrera de locutor y micro empresario radial comprando espacios para hacer programas deportivos, los que vendió exitosamente.
El deporte lo llevó a Canal 4 de televisión y a la Universidad Nacional de El Salvador donde ingresa a la escuela de periodismo, pero abandona sus estudios y se dedica por completo a su trabajo de locutor deportivo.
Con préstamos bancarios y el apoyo de afincados empresarios, Saca compró acciones en Radio América y allí despega quien hoy es dueño del grupo empresarial radiofónico SAMIX, uno de los más importantes del país.
Nunca dejó el micrófono y se mantuvo en el programa matinal, "Domingo Trinquete y Don Tony Saca" que se tramite en Radio La Chévere, lo que le dio mucha popularidad.
Siempre visionario, sacó a las calles la "Pipa de La Chévere" para abastecer de agua a las decenas de comunidades que no cuentan del líquido vital.
"Tuvo acciones populares y populistas que dieron a sus medios un sesgo populista como es la Radio La Chévere y su pipa", dijo la ex comandante guerrillera y hoy empresaria radial Ana Guadalupe Martínez.
"Creó la imagen de un personaje preocupado por los problemas cotidianos de la población", pero además "tuvo buenos padrinos para llegar a la candidatura"; agregó.
Después de dirigir una asociación de periodistas deportivos, Saca comenzó su carrera ascendente encabezando varias organizaciones de empresarios radiales, hasta llegar a dirigir la poderosa Asociación Nacional de Empresarios Salvadoreños (ANEP).
Ya en la ANEP lo empiezan a promover como un hombre que llega de abajo y eso le crea una figura de mucha simpatía y desde allí pasa a ser el político más popular del país hasta convertirse en el candidato de ARENA.
Schafik Handal es descendiente de inmigrantes palestinos; ha consagrado su vida a una febril actividad política enarbolando la ideología comunista, que lo llevó al exilio y a la lucha armada.
Handal, de 73 años y postulado por el grupo ex guerrillero FMLN, se inició en la política en 1944, cuando estaba por cumplir los 14 años, incorporándose a la huelga de brazos caídos, que derrocó al dictador Maximiliano Hernández Martínez.
En 1950 se incorporó al entonces clandestino Partido Comunista Salvadoreño (PCS), del que nueve años después formó parte del comité central y en 1973 fue elegido secretario general.
"Toda mi trayectoria ha sido la lucha por la democracia", dijo Handal al recordar que a los 13 años ya estaba participando en una huelga de hambre.Asegura que no ha cambiado y que no ha abandonado sus ideales, "(solo) cambia la manera de hacerlo". Señaló que cada momento tuvo su forma de lucha.
Handal es quizás el salvadoreño con la más larga trayectoria política, siempre fiel a sus principios, luchando dentro del partido Comunista, el que asegura siempre buscó el poder por la vía electoral.
En todos estos años, Handal ha sufrido persecución y exilios, pero también conspiró y tomó las armas para buscar tomar el poder.
Cansado de los fraudes en los comicios, propiciados por la dictadura militar de casi una década, Handal abandonó la vía electoral y se sumó a la lucha armada en diciembre de 1979 instituyendo las Fuerzas Armadas de Liberación, una de las cinco agrupaciones que organizaron el FMLN.
Handal fue nombrado su comandante y aunque no fue un combatiente a tiempo completo, sí empuñó el fusil en contadas ocasiones. Después encabezó la comisión del Frente que negoció y suscribió los Acuerdos de Paz que en enero del 1992 pusieron fin al conflicto armado.
Al terminar la guerra, el FMLN se legalizó como partido político y Handal fue elegido coordinador general, y se comenzó una lucha interna por el control e identidad ideológica del partido.
Handal ha logrado mantener el control en el FMLN, es un líder respetado en las filas del partido, pero nunca ha logrado calar hondo en el gusto del electorado. Sus oponentes derechistas lo han retratado como un hombre que puede destruir el país.
"Schafik es un hombre autoritario, muy excluyente y lógicamente un gobierno con él no sería un gobierno de concertación, sería un gobierno de mucha confrontación", dijo a la AP Ana Guadalupe Martínez, un símbolo de las mujeres guerrilleras en El Salvador.
Pero Martínez, una disidente del FMLN, también reconoce que "la derecha (ARENA) ha exagerado la manera en que lo presenta en el sentido de que es el diablo".
"Yo no creo que el hombre sea malo, su maldad no es por ser él como es, simple y sencillamente es porque su concepción política, su pensamiento, lo vuelve un hombre excluyente", agregó.
Handal dice que no se arrepiente de nada de lo que ha hecho y afirma que si hubiera decidido abandonar sus ideales, podría haber hecho carrera en cualquier partido .
"Nunca he tenido vocación de cargos y eso me ha permitido a mí decir la verdad por dura que parezca... yo no soy una persona que esté calculando y diga no voy a decir esto porque después me va afectar", señaló.
En un clima de polarización entre la izquierda y la derecha, el ex alcalde capitalino, Héctor Silva, que se convirtió en los últimos años en uno de los políticos más respetados del país, buscará llegar a la presidencia como abanderado centrista.
Silva, de 56 años y ginecólogo de profesión, gobernó durante seis años la alcaldía capitalina, respaldado por el grupo ex guerrillero FMLN.Para muchos, Silva era el candidato ideal para que el FMLN llegar al poder y las encuestas así lo respaldaban.
Pero se alejó tras recibir duras críticas de legisladores del FMLN por su mediación entre el gobierno y médicos del Seguro Social que por casi nueve meses se mantuvieron en paro de labores.
Al dejar el FMLN, se unió al CDU y en el 2003 ganó un escaño en la Asamblea Legislativa.
La primera vez que el nombre de Silva se mencionó como candidato presidencial fue en 1998, pero se retiró de la contiende interna.
Al separarse de los ex guerrilleros, su candidatura alentó a la coalición de los llamados partidos de centro, formada por el CDU y el PDC, apoyados por varias organizaciones sociales.
La decisión de Silva de lanzar su candidatura fue recibida con amplia expectativa, pero ya en la carrera electoral nunca creció como se esperaba.
Silva se presentó con una imagen concertadora y para agraciarse con los poderosos empresarios llamó como candidata a la vicepresidencia a Ana Cristina Sol, una ex funcionaria de los gobiernos de la derechista ARENA.
Sol, de 34 años, fue embajadora de El Salvador ante el gobierno de los Estados Unidos, Francia, Bélgica, Portugal, la Unión Europea y la UNESCO, pero es más conocida porque ella llevó adelante la modernización del Sector Público en el gobierno del ex presidente Armando Calderón Sol.
Dirigió la polémica privatización del servicio de energía eléctrica y las telecomunicaciones.
Los analistas sostienen que el lanzamiento tardío de Silva y la compañía de Sol perjudicaron su candidatura.
Todas las encuestas lo ubican en una tercera posición, muy lejos de lo pronosticado, y ahora trabaja para ganar adeptos y sentar bases para próximas contiendas electorales.
"No soy experto en publicidad, pero creo que la campaña pudo ser más enérgica", dijo su compañero de lucha política, el diputado Héctor Dada Hirezi.
"Mi única preocupación en lo que resta de la campaña es que tenga una buena imagen al salir de esto", agregó Sebastián Alejo, el asesor de la campaña de Silva.
Rafael Machuca, de 63 años de edad, se ubica en último lugar, muy lejos de los dos principales candidatos. Sin ninguna esperanza de ganar, según las últimas encuestas, donde no llega al 2 por ciento de la intención de voto.
Licenciado en Ciencias Políticas y Sociales, Machuca ha sido diputado durante 16 años en la Asamblea Legislativa.
Tanto Silva como Machuca corren el peligro de ver desaparecer sus partidos pues las encuestas vaticinan que no lograrían reunir el 3 por ciento de la votación válida, que exige la ley para que siga operando una organización política.