Manto negro. El jueves 27 de mayo el volcán Pacaya entró en erupción cubriendo con una gruesa capa de cenizas la Ciudad de Guatemala y al menos cuatro departamentos. Pueblos, aldeas, barrios, calles, iglesias, automóviles y monumentos fueron cubiertas por una fina arenilla de color negro que paralizó aviones y despertó supersticiones milenarias. El miedo se volvió incontenible.
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Malos presentimientos. A medida que tanscurrieron las horas la arena negra del Pacaya se asentó sobre los techos de láminas viejas que protegen de la lluvia a miles de familias pobres. Algunas no resistieron, se vinieron abajo y mataron a muchos que se escondieron del fuego. Otros, pala en mano, montaron guardia día y noche para salvar sus casas y escapar de la muerte.
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Pobreza extrema. Miles de campesinos que viven en las faldas del Pacaya, ubicado al sur de Ciudad de Guatemala fueron evacuados. Se fueron con lo que tienen, lo que llevan puesto, una muda de ropa, un par de zapatos, pobreza extrema, angustia, necesidades, sueños marchitos, manos curtidas, miradas dudas, sonrisas apagadas, historias de sufrimientos eternos.
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Pájaros dormidos. Entre el 27 y el 29 de mayo en Guatemala no hubo vuelos. Todas las aeronaves se quedaron en tierra cubiertos de cenizas, esperando, quietos, a que el Pacaya se durmiera. También miles de pasajeros aguardaron nerviosos a que cuadrillas de trabajadores limpiaran fuselajes y soplaran turbinas para ahuyentar las huellas del Pacaya.
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Contando estrellas. Los daños en las casas pobres de Ciudad de Guatemala son inmensos. Al número de viviendas destruidas por la arena del volcán se suman aquellas que resistieron la pesadilla, pero sus moradores terminaron contando estrellas cada vez que llega la noche. El Pacaya también lanzó piedras del tamaño de ladrillos que cayeron a varios kilómetros de distancia.
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La primera de 2010. Una semana después de la erupción del Pacaya vino Agatha, la primera tormenta de la temporada 2010 del Pacífico. "Fue tremendo", dijo Gabriel Valle, uno de los directores de la Fundación para el Ecodesarrollo y la Conservación (Fundaeco). Los efectos del meteoro fueron catastróficos. Mató a más de 100 personas y causó daños incalculables.
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Ríos fuera de control. En cuestión de horas el nivel del Lago Amatitlán -entre la ciudad y el Pacaya- subió a causa de las lluvias. El río Michatoya, que nace en el oeste del lago y desemboca en el Pacífico, se transformó en una serpiente gigante que destruyó puentes, caminos, laderas y aldeas. Sembró el pánico y destruyó miles de zonas de ricos cultivos."El gobierno había prorrogado la siembra de maíz a causa de la sequía. Recién habían cultivado cuando vino Agatha. La tormenta se llevó todo el esfuerzo de los campesinos. Los daños son más grandes que los causados por los huracanes Mitch (finales de octubre de 1998) y Stan (principios de octubre de 2005)", aseguro Valle.
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Toneladas de basura. La principal causa para el desborde del río Michatoya fueron las basuras acumuladas en sus riberas en las cercanías del Lago de Amatitlán. Botellas, escombros, plásticos, latas, maderas, ladrillos, envases de todo tipo, desperdicios, restos de automóviles y bicicletas... Guatemala tiene poca conciencia del cuidado del planeta y eso la hace más vulnerable a este tipo de tragedias.
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Deforestación descontrolada. La tala masiva de bosques en las montañas que rodean el Lago de Amatitlán son otra de las causas de la tragedia. Al desaparecer las cumbres boscosas no hay nada que detenga las lluvias. La esponja que construye el bosque en el subsuelo no existe y el agua cae libre por laderas y quebradas provocando enormes deslizamientos de tierra. ¿La cura? Volver a sembrar árboles.
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Después de la tormenta viene... La limpieza de los barrios en las orillas del Lago de Amatitlán y en el sur de Guatemala tardará semanas. Las pérdidas materiales son cuantiosas y el número de fallecidos sobrepasa los 200. Los damnificados son miles. Gran parte de la zona apta para el cultivo fue destruida por las tomenta Agatha; el resto fue afectado por la sequía.En el año 2009 la Ciudad de Guatemala sufrió 16 deslaves similares al registrado el domingo 30 de mayo en Amatitlán. "No hay un sistema natural de contención de lluvias", reiteró Valle. "Si vuelve a llover volverá la tragedia, una y otra vez. Hay que trabajar para revertir el daño creado", dijo.
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Cúmulo de desesperanzas . Limpiar las zonas afectadas por los deslaves causados por la tormenta Agatha costará tiempo y dinero. Al barro acumulado se agregan las cenizas de nuevas erupciones del volcán Pacaya y la carencia de recursos inmediatos para reconstruir. Al menos 17 puentes fueron destruidos, decenas de kilómetros de carreteras y caminos vecinales, escuelas, iglesias...
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Ayudas milagrosas. Guatemala está en campaña para recolectar ayudas y asistir a miles de víctimas que dejaron la erupción del Pacaya y el paso de la mortífera tormenta Agatha. La Cruz Roja, las Naciones Unidas, la Comunidad Europea, la OEA, el Papa Benedicto XVI, las iglesias... Todos están pidiendo ayuda para que Guatemala supere esta crisis y pueda alejar el fantasma de la hambruna.
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Como pozos sin fondo. La red de drenajes de Guatemala es vieja y no tiene trabajo de mantenimiento. Está agrietada y los fluidos se filtran desde hace muchos años. Es tal el daño, que en cada lluvia el agua cae en las alcantarillas y éstas se vacían como centrífugas gigantescas. Cuando la capa de cemento no aguanta, se rompe y aparecen agujeros inmensos.
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Tierra frágil. La corteza terrestre sobre la que se construyó la Ciudad de Guatemala es arenosa y frágil. Por eso los agujeros de 2007 y 2010. Hay quienes advierten que habrá muchos más porque la red de alcantarillados no está siendo arreglada por una simple razón: este tipo de obras no da votos en una elección. Eso significa que habrá más muertos, más miedo y más historias trágicas que contar.
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El daño del Pacaya. Las cenizas del Pacaya no causadon tanto daño como muchos pensaron. Fue mínimo. Puede ser que la arena negra tapó uno que otro drenaje, pero "no fue determinante", dijo Valle. "El daño real fue Agatha, una tormenta que golpeó casi el 100 por ciento de Guatemala. Los daños son increíbles. Pero saldremos adelante, como siempre lo hemos hecho".Entre 1961 y 1989 Guatemala vivió una guerra civil que dejó cientos de miles de muertos, un violento terremoto en 1976 que devastó el país, cruentos golpes de estado y salvajes dictaduras, y el impacto de varios huracanes, el último Stan, que mató a más de 2 mil personas en un poblado de Sololá. A todas estas tragedias ha sobrevivido.
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Alerta mundial. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) está advirtiendo que los daños causados por la erupción del volcán Pacaya y la tormenta Agatha, destruyeron grandes extensiones de sembradíos que afectaron a las cosechas de 2010 en Guatemala. Pidió ayuda urgente para reunir fondos y almacenar alimentos y con ello darle de comer a entre 2 y 3 millones de personas que ya tienen hambre.Según la FAO, Guatemala tiene la tasa de malnutrición más alta de América Latina y la cuarta a nivel mundial. El impacto del cambio climático, la crisis económica mundial y la reducción de las remesas desde Estados Unidos, tienen al país sumido en una grave crisis.
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La memoria de los ríos. En los últimos 70 o 100 años los ríos se fueron secando a medida que la ciudad fue creciendo. Lechos secos fueron tomados para construir barrios, industrias, escuelas, iglesias, campos deportivos, estaciones de bomberos, parques, jardines... Pero cuando la tormenta pasa los ríos recobran la memoria y reclaman trayectorias que el hombre creía olvidadas.
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Clamor de ayuda. Durante la audiencia pública de los días miércoles en El Vaticano, el Papa Benedicto XVI mostró pesar por las víctimas de Guatemala a causa del paso de la tormenta Agatha y solicitó a la comunidad internacional que otorgue "una ayuda eficaz" a ese país centroamericano "para superar estos difíciles momentos".
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Los sueños son eternos. Podrán pasar mil tormentas, otras guerras, hambre, miseria, necesidad, llanto... pero Guatemala nunca dejará de soñar, menos aún cuando faltan tan pocos días para el comienzo de la Copa Mundial de Fútbol. Su selección no participa, pero en cada niño vive una ilusión, una pasión sin límites, una sonrisa, una esperanza, un juego que alegra el alma el mundo entero.
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Resumen de culpas. Mala planificación, descuidos, falta de preparación para enfrentar los efectos del cambio climático, tala indiscriminada de árboles, alcantarillados que no han sido atendidos en años, calles deterioradas, sobrepoblación, promesas polìticas incumplidas, guerra, basuras... ¿Otra verdad inconveniente? ¿Más tragedias en curso? Si no aprendemos ahora, mañana será demasiado tarde.