Las extravagancias de los narcotraficantes no tienen límites. Algunas de las tumbas que fungen como su última morada bien podrían ser habitadas por vivos.
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Las tumbas del cementerio sinaloense Jardín de Humaya son un ejemplo de la extravagancia al morir, pues en este sitio han sido enterrados algunos de los narcotraficantes más famosos del país.
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Es común en este camposanto encontrar fotografías de personas con armas, mantas y figuras religiosas de distintos tamaños.
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El capo ' Nacho Coronel' es uno de los más famosos personajes del cementerio, pues su tumba es un mausoleo de grandes vitrales.
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Su entierro luego de que cayera abatido por fuerzas castrenses el pasado mes agosto, estuvo marcado también por el lujo del féretro.
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Jardines de Humaya está hubicado al sur del estado de Sinaloa y en este lugar también reposan los restos de quien fuera rival en vida de 'Nacho Coronel', Arturo Beltrán Leyva, el 'Jefe de Jefes'.
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El 'narcocementerio' cuenta con mausoleos de dos o tres niveles construidos con mármol, adornos de oro y piedras preciosas. Uno de ellos tiene línea telefónica, y otro cuenta con equipo de sonido y aire acondicionado.
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Beltrán Leyva también goza de una gran tumba con vitrales de grandes proporciones, que reciben un mantenimiento especial semanal.
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En una entrevista con la BBC Mundo, el periodista y autor del libro 'El cartel de Sinaloa', Diego Osorno aseguró que estas tumbas reflejan 'cómo ven la vida y la muerte' los narcotraficantes y sus familias.
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El cementerio está ubicado a unos kilómetros de barrios pobres de Culiacán, donde viven algunos de sus trabajadores. Osorno relató que algunos 'albañiles que trabajan en el cementerio han construido tumbas más grandes que las casas donde viven'.
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La fama de este cementerio entre los narcotraficantes al parecer se inició con la inhumación de Lamberto Quintero, un famoso capo de la década de los 80.