En fotos: Se clavan a la cruz para recrear la muerte de Jesús aunque el Vaticano se sigue oponiendo
Esta sangrienta tradición del Viernes Santo atrae a miles de devotos y turistas a un pueblo agrícola de Filipinas, a pesar de que la iglesia católica la rechaza.
Ocho personas en Filipinas fueron
clavadas en cruces para recrear el sufrimiento de Jesucristo, una sangrienta tradición del Viernes Santo que
atrae a miles de devotos y turistas a ese país asiático a pesar de ser rechazada por la iglesia católica.
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Enaje, padre de cuatro hijos, dijo que ya quería poner fin a su penitencia dada su edad, pero que lo decidiría definitivamente antes de la Semana Santa del próximo año. Este año ha vuelto a crucificarse, y aunque siempre se siente nervioso antes, dijo que el dolor de los clavos no fue tan intenso como esperaba.
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Estas crucifixiones reales se realizan en el pueblo rural de San Pedro Cutud en la provincia de Pampanga, al norte de Manila, y se reanudaron este año después de una pausa de tres años debido a la pandemia de coronavirus.
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Alrededor de una docena de aldeanos se registraron para ser crucificados, pero solo participaron finalmente ocho hombres, incluido el pintor de carteles
Rubén Enaje, de 62 años, quien fue clavado a una cruz de madera por 34ª ocasión.
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“Cuando estoy acostado en la cruz, mi cuerpo comienza a sentirse frío”, dijo. “Cuando tengo las manos atadas, cierro los ojos y me digo a mí mismo: 'Puedo hacer esto. Puedo hacer esto.'", declaró.
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Enaje se cayó de un edificio de tres pisos en 1985 y salió casi ileso, lo cual lo convenció a someterse a esta sangrienta ceremonia de Semana Santa. Posteriormente seres queridos se recuperaron de enfermedades graves, por lo que, poco a poco fue siguiendo cada año el ritual, lo cual lo ha convertido en el 'Cristo' del pueblo.
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Antes de su crucifixión en una colina polvorienta, Enaje y los demás devotos, llevando coronas espinosas, cargaron pesadas cruces de madera sobre sus espaldas durante más de media milla y bajo un calor abrasador.
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Actores de la aldea vestidos como centuriones romanos luego clavaron clavos de acero inoxidable de 4 pulgadas (10 centímetros) en las palmas de las manos y los pies de los aldeanos escogidos, y los colocaron en una cruz bajo el sol durante unos 10 minutos.
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Otros penitentes caminaron descalzos por las calles de los pueblos y golpeaban sus espaldas desnudas con palos de bambú afilados y trozos de madera.
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En el camino algunos participantes les hacían cortes en la espalda con vidrios y palos para asegurarse de que el ritual sea lo suficientemente sangriento.
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El espantoso espectáculo refleja el
peculiar catolicismo de Filipinas, que fusiona las tradiciones de la iglesia con las supersticiones populares.
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Los líderes de la iglesia en Filipinas han desaprobado las crucifixiones y autoflagelaciones, diciendo que
los filipinos pueden mostrar su profunda fe y devoción religiosa sin lastimarse y haciendo obras de caridad, como la donación de sangre.
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Muchos de los penitentes, en su mayoría pobres, se someten al ritual para expiar sus pecados, rezar por los enfermos o por una vida mejor y dar gracias por los milagros.
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Robert Reyes, un destacado sacerdote católico y activista de derechos humanos en el país, dijo que estos ritos sangrientos reflejan el fracaso de la iglesia para educar a muchos filipinos en los principios cristianos.
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Sin embargo, esta sangrienta tradición de cruciixión ha puesto en el mapa al empobrecido pueblo de San Pedro Cutud, en la provincia arrocera de Pampanga. Según los organizadores, 15,000 turistas y devotos, tanto filipinos como extranjeros, han acudido este año a presenciar esta tradición.
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En video: En Jalisco, México, se realiza una tradición única durante la Semana Santa donde decenas de hogares se convierten en capilla y las personas ponen en el suelo figuras de Cristo de hasta más de cuatro siglos de antigüedad.