Los gobiernos de Obama, Bush y Clinton optaron por una cierta discrecionalidad en la leyes para permitir que millones de indocumentados sin antecedentes penales se quedaran en el país. El 25 de enero Donald Trump aseguró que la inmigración indocumentada es “una amenaza significativa para la seguridad nacional y pública”. Aunque el número de deportaciones hasta ahora son similares a los del mismo período de la administración anterior, la retórica antiinmigrante del nuevo gobierno y las redadas causan pánico.